jueves, 24 de febrero de 2022

LINDA D'AMBROSIO: OTROS VENEZOLANOS

La semana pasada tuve la ocasión de efectuar una visita a Londres. Una vez más constaté cómo hay venezolanos ocupando interesantísimas posiciones en los más diversos campos. Y también cómo, de manera más modesta, hay quienes se labran una vida digna en el extranjero, aun en condiciones más adversas, como supone tener que habérselas en una segunda lengua.

A menudo hablo de paisaje humano, y es que para mí lo más relevante en cada situación sigue siendo la gente. Agradezco el calor y la acogida que me brindaron nuestros compatriotas en Inglaterra, pero, sobre todo, agradezco el estímulo que representa descubrir tantas historias, tantas luchas, tantas victorias o, en el peor de los casos, tanta constancia.

Aquellos con quienes tuve contacto perciben que los venezolanos son muy bienvenidos, o al menos bien tratados, en Reino Unido. El hecho mismo de contar con destacadísimas instituciones universitarias propicia un flujo de extranjeros que acuden a formarse, y que interactúan con los ciudadanos locales, habituándolos a la presencia del elemento foráneo. Pero, además, el criterio fundamental para evaluar a cada trabajador siguen siendo sus méritos. Varias personas me comentaron que, con frecuencia, los empleadores quedan tan satisfechos con el desempeño de los venezolanos que les piden que recomienden a otros profesionales. Tal es el origen de algunas colonias venezolanas, como la radicada en Reading, una ciudad del valle del Támesis en la que tienen su sede muchas de las empresas británicas, así como tienen representación numerosas multinacionales.

No es de extrañar. Los especialistas opinan que, lejos de incrementar la presión social, las migraciones benefician a los lugares de llegada: el inmigrante que labora legalmente paga impuestos, consume productos, alquila pisos… Cuando emprende por cuenta propia, genera empleo. Si son profesionales, pasan a convertirse en un recurso humano cuya formación, totalmente aprovechable, no le ha costado un centavo al país de llegada. Es lo que se conoce como brain gain. Eso lo tienen muy claro los estadounidenses, que otorgan la visa de talentos especiales a los inmigrantes que demuestren merecerla.

El contacto entre dos culturas, además, incide en un enriquecimiento recíproco.

Tomás Páez, especialista en el tema, expone que la migración también resulta positiva para la sociedad que ve partir a sus miembros: se introducen en otros países profesionales que siguen formándose, y que en el futuro pueden convertirse en mediadores idóneos para establecer alianzas, tanto en el plano comercial como en el plano formativo. Son estas personas quienes pueden detectar recursos útiles para atender las necesidades de su lugar de origen, que se beneficia pese a haber efectuado una inversión mínima (ya que el emigrante se mantiene con dinero que él mismo genera trabajando, y crece a partir de recursos que provee la nación a la que llega).

Es innegable que la migración involucra también aspectos menos positivos, como la disgregación de familias y la pérdida de recursos humanos necesarios (en el caso de Venezuela, la salida del componente humano vinculado a la educación ha sido inquietante), pero no hay que obviar los múltiples beneficios que este flujo recíproco de conocimientos conlleva.

En lo personal, mi experiencia no ha podido ser más positiva, particularmente desde el punto de vista humano. Agradecida por el buen trato que recibí y admirada por el buen funcionamiento de todos los servicios, estoy deseando descubrir más de nuestra gente en estas latitudes, en las que constato que hay casos decididamente interesantes.

Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España

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