jueves, 24 de febrero de 2022

VÍCTOR A. BOLÍVAR: ¿SERÁ EL 2022 UN AÑO DE DEFINICIONES POLÍTICAS? (Y III)


III. Para el régimen.

Las definiciones políticas del oficialismo de alto impacto para este año solo las habrá en la medida que vean afectadas áreas muy sensibles, dentro y fuera de su propia organización, que hoy parecieran estar a buen resguardo. Tal como hemos venido comentando, tienen la ventaja de manejar a placer la agenda política del país. Los mejores y más recientes ejemplos fueron el manejo del pretendido referéndum revocatorio y mantener una oposición la medida. De manera que en esos ámbitos su finalidad es que siga incólume el status quo.

Para el régimen es sensible, y por tanto intocable, todo aquello que atente contra su hegemonía; para los gobernantes y

específicamente para Maduro es vital mantener el predominio absoluto hasta y después de las elecciones presidenciales del 2024. En este único objetivo político centrarán sus esfuerzos. De allí que es improbable que el oficialismo pudiera estar acariciando la posibilidad de que Maduro sea relevado de su aspiración a la reelección en el 2024 .

Su celebración y la candidatura no serán objeto de negociación interna en el PSUV porque los factores adversos al madurismo carecen del peso suficiente para ser determinantes y tendrían mucho que perder y nada que ganar en una confrontación que los dejaría en la inopia política, tal cual están aquellos quienes tomaron distancia y han ido a parar al propio limbo.

Maduro y los cubanos, no están dejando cabos sueltos; en el peor de los escenarios, ante cualquier eventualidad, actuarán quirúrgicamente, amputándose el dedo meñique de la mano izquierda de ser necesario. Eso lo sabe Diosdado que seguirá

sobrellevando el tormento de aquel trance de la sucesión que definió cuál es su papel y destino, cuando el agonizante comandante supremo dijo: “mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar a elecciones presidenciales ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente”.

Para complemento, el coto militar de Diosdado, cercenado por Maduro, se ha venido a menos. Tenemos que reconocer que el control ejercido a fuerza de prebendas y asignación de cuotas de poder político y económico, confabulados con una ausencia de liderazgo en los mandos medios e inferiores, apunta para que todo se mantenga como está. Incluso para Maduro tampoco tendría alguna consecuencia adversa importante la patada histórica que en cámara lenta le está dando a Chávez.

En modo alguno su nominación dependerá de su gestión de gobierno. Al régimen poco le importa el bien común; le basta tener el control absoluto del país y sus instituciones para manejar a su

antojo cualquier eventualidad o coyuntura que se presente. En paralelo, Maduro solo apelará al maquillaje de avances para pretender mostrar “un país excesivamente normal” como diría un impresentable y desparecido personaje, corresponsable de esta tragedia.

Como tampoco la celebración de las elecciones en el 2024, y mucho menos la candidatura de Maduro, serán objeto de negociación en México con una oposición, que concentrada bajo el auspicio del G4, los pondrá en escena retóricamente a sabiendas de que son supuestos negados. Igual sabe esa oposición que de haber unas elecciones presidenciales hoy nada tiene que buscar habida cuenta, entre otras cosas, de la desarticulación, el encono entre factores y las ambiciones personales, que de mantenerse, tampoco lograría un buen resultado en el 2024.

En conocimiento de causa, como debe estar el país y particularmente toda la oposición, cabe preguntarse si este cuadro no obliga a que se haga un esfuerzo extraordinario para cambiar el
rumbo de esta pretensión hegemónica que cada día pareciera perpetuarse por la irresponsabilidad de una oposición endogámica y huérfana de liderazgo.

Entre otras iniciativas para retomar la agenda opositora, planteamos que todos aquellos líderes de oposición que se encuentren en el exterior regresen en forma masiva al país y crearle así al régimen la problemática de privarlos o no de libertad. Tendría gran repercusión dentro y fuera del país. Puertas afuera ya es poco lo que pueden lograr. De lo que decida el régimen depende el formato de lucha de acción, represión y reacción que se me ocurre llamar ARRE. Con los dirigentes y sedicentes líderes que están aquí no podemos. Hoy los venezolanos que aún seguimos en el país solo estamos compartiendo una gran cárcel de 916.445km², área neta porque ni siquiera podemos ir al Esequibo.

Víctor Antonio Bolívar Castillo
vabolivar@gmail.com
@vabolivar
Venezuela

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