viernes, 13 de mayo de 2022

JESÚS PEÑALVER: RAZONES QUE SÍ PUEDO ESCRIBIR. DESDE VENEZUELA.

Para sostener que no es cierta la afirmación de un grupo curioso de opositores, por decir lo menos, según la cual el actual Consejo Nacional Electoral es el mejor que hemos tenido en los últimos 20 años. Y para más INRI, añade el grupete, que el recién designado “nuevo” TSJ, es mejor que el que había (sic). Nos creen tontos e incapaces de entender a qué juegan, cuál es el propósito de tamaña mentira manipuladora. De allí la base y los fundamentos que estas sandeces nos dan estos sujetos para sospechar de su comportamiento acomodaticio y descaradamente favorable al régimen.

El mentiroso se va haciendo una cáscara de cinismo y nada le entra. Pero hay que decirle claro: ¡Usted es un mentiroso! Es preciso no haber nacido en un país, padecer de un resentimiento muy arraigado o ser bien despreciable para odiar a su gente. ¿Acaso ignoran la reciente condonación de deudas a islas y/o países caribeños, mientras los pacientes mueren de mengua en los hospitales, la mendicidad callejera continúa penosamente y las redes sociales a diario dan cuenta de las incontables de peticiones de ayuda para atender necesidades de distintas naturalezas?

De ser cierto, que no lo es, si son los mejores organismos en mucho tiempo, será que en los próximos juicios o procedimientos administrativos los aludidos CNE y TSJ fallarán en favor de la oposición venezolana. ¿Acaso ignoran estos sujetos que ambos organismos de rango constitucional, y de raigambre chavista, conjunta o separadamente, anularon de facto la legítima Asamblea Nacional electa en 2015, bloquearon el referendo revocatorio en 2016 y postergaron ese mismo año las regionales?

¿No saben o se les olvidó en su frágil memoria la instalación de aquella fraudulenta asamblea nacional constituyente en 2017 y el adelanto a conveniencia de las elecciones presidenciales en 2018? Yo sí puedo escribir y razones tengo para ello, que al parecer se hacen los desentendidos y lucen ignorar que el régimen –reitero- anuló a la AN elegida en 2015, desconoció a los diputados de Amazonas, violó inmunidades, apresó a otros parlamentarios, sentenció la “inconstitucionalidad” de todas las leyes dictadas y la declaró en desacato.

Por dicha, sí creo tener razones para escribir y eso hago en este instante. Hemos sido consecuentes con el deber de votar en todas las elecciones como prueba del compromiso ciudadano de expresar nuestra voluntad, aunque ésta luzca torcida por obra de los llamados a garantizar la transparencia, legalidad y pulcritud de los procesos.

Pero ha habido razones que me han llevado a la decisión de no acudir a las urnas electorales, en algunos procesos, porque he considerado que no han concurrido condiciones favorables que garanticen las circunstancias antes anotadas. Por ello insisto en cualquier esfuerzo de la verdadera unidad política opositora y democrática venezolana, conduzca a una salida concertada y teniendo como norte elecciones libres, pacíficas, democráticas, en paridad de condiciones y conforme con los estándares internacionales en materia de transparencia electoral.

Por desdicha, el país no se está arreglando. Vemos esfuerzos, iniciativas (los llaman emprendimientos con cierto desdén), porque la gran mayoría no puede, pero, sobre todo, no se quiere ir de Venezuela. No son las burbujas ni los espejismos, ni alguno que otro centro comercial o bodegones los indicadores precisos del crecimiento de un país.

Según estudios de instituciones especializadas como el IESA, diversas ONG, universidades nacionales, entre otros especialistas, dan cuenta del alto porcentaje de pobreza que se vive (se padece) en los hogares venezolanos. Se habla de 800.000 familias en pobreza extrema, quizás más. Leí un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, según el cual en 1978 había 23% de pobreza; 60,1 % en 1998; y 69,1% en 2002. ¿Cuál será el porcentaje hoy día de esa triste realidad?

Casi 4 millones de menores de edad están en pobreza crítica. El empobrecimiento de la población se ve a diario, basta con detenerse en cualquier semáforo para ver decenas de niños haciendo maromas, limpiando los espejos de los carros o vendiendo cualquier cosa.

Según la UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en 1992 había 2.500 niños de la calle en Venezuela. En 2003, el mismo organismo reporta 8.000 menores en la indigencia. El INAM (o como se llame) indica que hay 301.746 menores trabajando en la economía formal; 1.076.000 en la informal y 206.000 en actividades marginales, desde el robo hasta la prostitución. Según el PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dos de cada 10 venezolanos están desnutridos.

Lamento no tener a la mano las cifras, pero el último informe de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, daba cuenta de que Venezuela fue el único país de América del sur en que aumentó el número de personas que padecen hambre, a más de 20%. Por su parte el PNUD advierte sobre un importante retroceso en lo que se refiere a la eliminación del hambre. La organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, FAO, dice que 23% de los menores de cinco años en este país tienen peso y talla inferiores a lo que corresponde a su edad. Dos millones de desempleados, economía informal, cuyos trabajadores no tienen acceso al sistema de salud pública, ni reciben prestaciones sociales ni ningún otro beneficio.

La inseguridad que se vive en el país revela que un número importante de habitantes de este país son asesinados cada día. Estas cifras son de la policía judicial e incluyen a los presuntos delincuentes muertos en “enfrentamientos” con los cuerpos de seguridad (causa registrada para 30,4% de los casos). No son pocas las personas asesinadas en Venezuela cada fin de semana.

Casi 100 vehículos son robados cada día. En lo personal, hemos perdido 4 vehículos debido a la acción del hampa, hemos sido asaltados tres veces en nuestras casas de habitación, y hace algunos años mi familia vivió una situación de asalto-secuestro de ingrata recordación. En diciembre narramos en un artículo una experiencia personal similar.

¿Cuánto ha recibido el gobierno sólo por petróleo? Miles de millones de dólares. Muchos más recursos que cualquier gobierno anterior. ¿A cuánto ascienden las reservas internacionales? ¿Está actualmente el gobierno haciendo o aportando ahorros en el Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica, FIEM?

Estas razones que sí puedo escribir porque tienen sustentación en cifras emitidas por organismos de alta calificación, y en la realidad de los hechos, merecen la atención del régimen, en cuyas manos está la obligación de resolver estos problemas, pues si hay dinero para condonar deudas, cambiar la simbología de la ciudad capital Santiago de León de Caracas, erigir mamotretos de dudosa calidad artística, realización de festivales de salsa y eventos de parecida naturaleza, debe haber para atender la grave crisis que padecemos desde más de veinte años.

El hombre moderado es el verdadero dueño de sí mismo y el más apto para evitar que las pasiones se impongan sobre la razón. No se requiere de mucho talento o filosofía para comprender cuando un hombre es falso o hipócrita. Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, sólo han vivido su egoísmo.

Mucho antes de las consabidas sanciones, ya el país vivía en lamentables condiciones de existencia. De modo que ese no es el motivo que justifica una mala, peor o pésima gestión de gobierno, sino la falta de voluntad de política para resolverla con eficiencia y disposición.

Siempre hemos sabido que las encuestas las gana quien las paga, y no puede ser la retribución económica, por muy honesta o lícita que parezca, hacer ver a la población o intentar convencerla de una realidad inexistente. De encuestas y encuestadores impresentables ya estamos cansados.

No se puede estar tan cerca del dolor y seguir viviendo con normalidad. El sufrimiento es una miseria y exaltarlo una perversión más. Sufrir es malo en sí mismo y punto.

Jesús Peñalver
@jpenalver
Venezuela

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