Hace más de una década en Bolivia, el gobierno formalizó la economía informal, diseñó políticas públicas para que esa fuerza laboral, más del 50% de toda la disponible en el país, transformara sus emprendimientos informales en empresas constituidas, lo que le permitió al país del altiplano recibir ingentes beneficios, la incorporación de esos comercios terminó generando empleos, impuestos, producción y demás externalidades positivas que sí alimentan la economía, contribuyen al PIB.
Cuando Lula, en Brasil, su gobierno diseñó políticas sociales reales, que hicieron superar la pobreza a más de 20 millones de brasileños, hoy esa enorme cantidad de ciudadanos en nada dependen de ayudas ni políticas gubernamentales, son independientes productivamente. En similar condición a lo anterior, todos esos ciudadanos contribuyen de manera real al crecimiento económico de su país.
Ahora bien, en Venezuela ocurre lo contrario. Desde hace poco más de un año se habla de crecimiento económico… pero ¿Realmente ocurre? Veamos:
Se dice, aproximadamente 7 millones de venezolanos han resuelto emprender, motivado a la crisis económica, a la falta de empleo, a la pérdida del valor adquisitivo de nuestra moribunda moneda. Sin embargo, la inmensa mayoría de esos emprendimientos se desenvuelven al margen de la ley, sin registros mercantiles, sin pagar impuestos, eso sí, las “matracas y vacunas” están a la orden del día, es decir, esta actividad puede generar un mayor dinamismo comercial, pero en definitiva la economía del país no se desarrolla, es simplemente una economía de guerra, de sobrevivencia. Ello sin mencionar el tema del presunto lavado de dinero, harina de otro costal.
Por otro lado, las “políticas sociales” del chavismo son letales, a diferencia de las brasileras estas no están diseñadas para que los ciudadanos abandonen la pobreza, al contrario, su fin es mantenerlos pobres que, en unión a políticas (anti)económicas preestablecidas, generan más pobreza, generando así mayor dependencia a lo público, al gobierno. De este modo, la sociedad se debilita, siendo más fácil de dominar a través de las necesidades básicas como alimentación, casa, empleo, entre otras.
Pero eso no es todo. La oposición, premeditada o accidentalmente, ha contribuido enormemente a esta tragedia siguiendo fidedignamente el manual que, desde Cuba, el régimen importa. Los diálogos inservibles y las elecciones en cada vez condiciones más absurdas son el combustible para que quienes están en el poder continúe allí y para que quienes gozan de las mieles de una oposición apoyada internacionalmente también obtengan jugosos dividendos… triste pero cierto.
Ni Venezuela se está arreglando, al contrario, está empeorando, ni las primarias van a resolver los problemas pues nada será distinto repitiendo mismas fórmulas por mismos personeros desde hace más de dos décadas, seamos realistas.
En conclusión, la política venezolana requiere con carácter de urgencia una “movida de mata”, que debe comenzar por las organizaciones políticas, incluyendo al Psuv y las opositoras. Estas deben renovar su dirigencia, así renovar las acciones, la forma de hacer política. Los venezolanos deben afrontar su rol de protagonista en una futura democracia, la presión que ejerce contra el régimen e instituciones públicas exigiendo servicios públicos, mejoras salariales, etcétera, también debe ser ejercida contra los partidos exigiendo nuevos liderazgos.
No nos engañemos, ni el régimen entregará el poder dócilmente, menos aún que la región se tiñe de rojo. Tampoco habrá cambio con primarias en condiciones electorales absurdas. Sí el país no cambia de lideres y acciones no esperemos milagros.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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