Dedicatoria: A mi Padre, José Román Duque Sánchez, quien, bajo los principios del
Evangelio, inculcó a sus hijos varones el respeto por la dignidad de la
mujer.
Tomo el título de este trabajo, Desbloqueo
Cristiano a la Igualdad de la Mujer,
del excelente ensayo “Contradicciones religiosas y desigualdad”, de Luis Ugalde, S. J., de la recopilación
“Derrotar la desigualdad (El reto crucial de nuestro tiempo)”, publicado por la Fundación Rosa y Giuseppe
Vagnoni (Fundavag Ediciones, Caracas, 2015).
Ello porque estoy consciente de la influencia de las culturas en las
religiones que bloquean el tratamiento de tema de la igualdad de género. Lo que Ugalde llama “la inculturación de las
iglesias”, que, representa el peligro de
que éstas se dejen dominar por aquéllas culturas, de lo cual no ha escapado el
cristianismo, de la tradición oriental donde la mujer no participaba en la vida
pública, en las casas eran inferiores a los varones y en el servicio
religioso se les confinaba a un espacio cerrado, sin poder hablar o enseñar y se les sometía a severos rituales de purificación por su menstruación. Dentro de ese orden de ideas, Ugalde
contrapone la vivencia de la dignidad de la mujer y de su igualdad con el varón
de que dio muestras Jesús, a pesar del tiempo machista en que vivió. Por ejemplo, además de los apósteles un grupo
de mujeres lo acompañaban y hablaban con
él. A la samaritana le habló y le pidió agua para beber, curó mujeres enfermas,
recibió a algunas cuya su vida no era ejemplar,
demostraba su amistad a las hermanas de Lázaro, a María Magdalena la
liberó del demonio, defendió a la mujer adúltera, se dejó lavar los píes por una prostituta y
señaló como modelo a la viuda que se enfrenta a un juez inicuo. Y cuando Jesús
es apresado sus discípulos huyen, pero bajo la cruz se quedan las mujeres que
lo acompañaban y servían desde Galilea,
y al resucitar se aparece primero a María Magdalena y a otra María y con
ellas envía el mensaje de su resurrección a sus discípulos.
Jesús, dice
Ugalde, rompió las fuertes barreras culturales que influían en el judaísmo
porque trató a las mujeres sin
discriminación y siempre estaba acompañado por ellas. Sin embargo, las primeras
comunidades cristianas todavía influenciadas por el antifeminismo no
asimilaron la postura de Jesús en contra
de la discriminación de la mujer. Incluso,
San Pablo no superó esa inculturación, incurriendo en actitudes
paradójicas. En efecto, por un lado, en
su Carta a los Gálatas decía que hombres y mujeres son iguales porque son uno
en Cristo Jesús, y en la Carta a los
Corintios señala que ambos proceden de
Dios. Por otro lado, sin embargo, sus exigencias religiosas a las
mujeres y que éstas en las asambleas
debían callar y someterse, implica una
postura antifeminista de inferioridad. Esa misma inculturación anti femenina aparece en los escritos de San Juan
Crisóstomo y San Agustín, y hasta en los de Santo Tomás, que llegó a decir que la mujer solo era
necesaria por la reproducción.
A pesar de
esa inculturación judeo - cristiana anti femenina, en los mismos tiempos de San
Pablo, había diaconisas,
como la de la Iglesia de Cencreas, las mujeres dirigían las oraciones,
predicaban e incluso fueron reducidas a prisión con el apóstol. Y más adelante, la Iglesia a Santa Catalina de Siena
(1347-1380), la abadesa alemana Hildegard
von Bingen (1098-1179), Santa Teresa
de Ávila (1515-1582) , han sido
reconocidas como doctoras de la Iglesia, junto con Santa Teresa de Lissieux
(1873-1997) y, sin duda, que lo llegará ser
la Madre Teresa de Calcuta ( 1927-1997), que será proclamada santa por
el Papa Francisco en septiembre de este año.
A esta dignificación de la mujer, en la Iglesia Católica, a diferencia
de otras religiones, la devoción a María,
como Madre de Dios, aún en épocas machistas, se contrapone a ese
machismo inculturado del
judeo-cristianismo, y que, sin duda, junto con las otras manifestaciones
de dignificación de la mujer,
representan el verdadero espíritu evangélico de Jesús.
En su ensayo, Ugalde destaca que la consideración
de la mujer en la Iglesia Católica es y será objeto de discusión, porque hasta
el presente no ha sido plenamente aceptada y reconocida en la comunidad
cristiana, para que al igual que Jesús no se deje domesticar por la cultura de
discriminación de la mujer para no sacralizarla ni teológicamente ni
religiosamente. También Ugalde señala
que si bien la presencia de la mujer es muy grande, todavía es lenta y poca su
incorporación al desempeño de responsabilidades de alto nivel en la parroquia,
en la diócesis y en el gobierno internacional del Vaticano. Y reconoce que actualmente está en plena
efervescencia la lucha por el desbloqueo cristiano para abrir la puerta a la
mujer en estas áreas. Sin duda, me
permito agregar que recientes documentos pontificios, entre otros, la Carta de San Juan Pablo II a las Mujeres
de 29 de junio de 1995, el Informe de la Santa Sede a la IV Conferencia sobre
la Mujer de septiembre de 1995, y la
Encíclica del Papa Francisco "Laudato Si. Sobre el
cuidado de la casa común", de 24 de
mayo de 2015, son fuentes suficientes
para el tratamiento, dentro de la Iglesia Católica, de "la cuestión femenina", o
inserción igualitaria de la mujer en los diferentes sectores de la sociedad y
en el ejercicio de los derechos fundamentales.
Documentos estos que son síntomas del desbloqueo de la igualdad de
género en el catolicismo, como lo llama Luis Ugalde, S. J.
Roman Duque Corredor
duquedeprado@gmail.com
@romanjoseduque
Miranda - Venezuela
Enviado a nuestros
correos por
Aixa Armas
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@AixaArmas
Miranda - Venezuela
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