Hombre de la sapiencia
y honestidad política como Eduardo Fernández nos hablaba la semana pasada a un
grupo de contertulios de la necesidad improrrogable de un cambio de Gobierno
para evitar males mayores que pudieran ser muy cruentos para los venezolanos.
La emergencia de cambiar
la cabeza del Poder Ejecutivo planteada por EF con más premura que la del mismo
presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, está centrada bajo la necesidad de un acuerdo
beneficioso entre el oficialismo y la dirigencia la Mesa de la Unidad
Democrática.
La conformación de un
Gobierno con la suficiente fuerza y capacidad para echar adelante a un a país
que vive una severa crisis, pero eso sí, ya. Recordaba el doctor Fernández la
noche del jueves pasado las declaraciones del vicepresidente Aristóbulo
Istúriz: “el Gobierno solo no puede enfrentar esta crisis” que a nuestro modo
de ver fue un grito de socorro que desarropó la atribulación anquilosada del
socialismo deshecho.
Ahora, un acuerdo con
una dirigencia política desprestigiada, corrompida, sin credibilidad, considero
que será rechazada, no tanto por los políticos democráticos que al fin y al
cabo son más flexibles ante estas situaciones extremas, sino por el pueblo
heroico que votó masivamente el 6D y que se mantiene firme en su voluntad de
salir de este régimen en la línea de la Constitución, pero sin acuerdos
benditos.
Los pueblos, y un
pueblo como el nuestro que vive hambre, que ha sido burlado tantas veces, que
las calles son un campo minado por el hampa, difícilmente acceda a que su
dirigencia acuerde con sus adversarios sin en Miraflores no se sienta un
político que provenga de las filas de la libertad.
El pueblo que hoy
acompaña solidariamente a la alternativa democrática, más allá de
circunstancias coyunturales o estructurales, va a salir a la calle a pedir el
cambio, no aceptará acuerdos que sospeche arreglos económicos o jugosos
contratos por debajo de la mesa. Recordemos que numéricamente no es el mismo
pueblo de antes del 6D. Hoy hay que escúchales más que ayer.
El gobierno en su
respiración silbante acusa a la oposición de golpista porque piensa hacer uso
de un derecho, pero en ningún momento como antes le
amenaza con barrerlo en las urnas electorales, bien conoce su desierto.
Llegan hasta el hecho
demencial de pedirle a los pisatarios de las viviendas otorgadas por el
Gobierno que rechacen el título de propiedad sobre el inmueble que ocupan ¿en qué
cabeza cabe semejante disparate?
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
Carabobo - Venezuela
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