No podemos aceptar que el objetivo central de la política
económica del gobierno sea la destrucción del país. Cada vez que se confisca
una empresa privada, Venezuela pierde calidad de vida y oportunidades para
construir un futuro esperanzador. Noel Álvarez (12 de octubre de 2010),
entonces presidente de Fedecámaras, en el acto de cierre de la 66 Asamblea
Anual
¿Cómo hemos llegado a esta Venezuela quebrada
económicamente, en penumbras, sin agua, sin comida, con la infraestructura
destruida, la inseguridad reinando en las calles y una pérdida de valores sin
antecedentes? Pues todo parte del empoderamiento de un caudillo con mucha labia
y poca democracia, que hizo con el país y con su Constitución lo que le dio la
gana, apoyado por cómplices militares y enchufados que se volvieron
multimillonarios a cambio de su traición a la patria.
Como la memoria es frágil, aquí estamos los periodistas
para recordar cuales fueron los polvos que trajeron esta avalancha de lodo sobre
Venezuela. En este artículo refrescaremos los hechos económicos que nos llevan
a nuestra pobreza actual.
Luego de ganar las presidenciales de diciembre de 2006,
Chávez anuncia su plan de nacionalizar empresas de “sectores estratégicos”.
Desde 2002 había iniciado una discreta ofensiva contra la propiedad privada
nacional, a cuenta del “interés público”. Pero a partir de 2005 es su plan de
gobierno: sacar a propietarios nacionales y a la inversión transnacional de la
cadena productiva.
Haciendo caso omiso del NO recibido a su Reforma
Constitucional, se vale de una Habilitante para promulgar Leyes que ponen en su
mano a todas las propiedades. Inventa lo de la propiedad pública, la propiedad
comunal, la propiedad social, aunque al final de la cadena de expropiaciones
ningún consejo comunal o grupo de trabajadores fue nunca propietario de nada.
Así, aprueba la Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Alimentaria y la Ley para
la Defensa de Personas en el Acceso a Bienes y Servicios, que declaran de
utilidad pública toda actividad de producción y comercialización de alimentos,
lo cual es el primer paso para expropiar activos. La ley de Tierras Urbanas
facilita la expropiación de terrenos en zonas urbanas. La Ley Orgánica de
Participación y Poder Popular ratifica el derecho del Estado a conservar medios
y factores de producción.
Durante su gobierno, Hugo Chávez expropió casi 1.200
empresas y alrededor de 3 millones de hectáreas en producción. Obviando las
evidencias históricas que muestran el fracaso de los estados en poseer,
producir y controlar, el chavismo cerró los ojos a las consecuencias garrafales
de allanar un derecho universal como es la propiedad, quitar a sus legítimos
dueños el bien para darlo a quienes no son dolientes y solo se aprovechan de lo
que puedan exprimir. La ineptitud, carencias gerenciales y extrema corrupción
han quebrado todo lo expropiado, con el panorama desolador que hoy vemos.
Una pequeña panorámica del horror expropiador: en enero
de 2007 expropia la sucursal de la empresa estadounidense Owens Illinois, líder
mundial en la fabricación de envases de vidrio. Posteriormente anunció la
“adquisición forzosa” de las empresas Envases Internacional y Aventuy,
fabricantes de envases de aluminio y cartón para alimentos. Ese mismo año,
Pdvsa cancela unilateralmente los contratos de la Faja de Orinoco a Exxon Mobil
y Conoco Philips, las cuales demandaron al país y hasta el momento Venezuela ha
perdido todos los juicios internacionales, debiendo indemnizar a esas empresas.
Ese mismo año expropió a la cementera francesa Lafargue,
a la suiza Holcsim y a la mexicana Cemex. A las dos primeras el gobierno les
pagó y la tercera aun esta en litigio. También le llegó el turno a las empresas
de servicio: Cantv, Electricidad de Caracas. A fincas ganaderas como El
Charcote, operada por la inglesa Agroflora. A las fincas del Sur del Lago.
Con cada victoria electoral, las apropiaciones,
estatizaciones, expropiaciones o “robos” como lo llamo la entonces diputada
María Corina Machado, arreciaban. En 2009 estatizó 76 empresas de servicios
petroleros en el Lago de Maracaibo (hoy, abandonadas, quieren devolverlas a sus
dueños); la multinacional Cargill fue intervenida porque producía arroz
“parboiled” en lugar de arroz regulado (¿se acuerdan del arroz Cristal?).
También fue expropiada Monaca, los silos de Tiquire Flores, una cadena
frigorífica y la empresa Lácteos Los Andes, para garantizar la “soberanía
alimentaria”. En 2009 el gobierno ordena la intervención y control militar de
empresas arroceras a las que acusa de los desabastecimientos. La principal
afectada es Alimentos Polar.
Ni los bancos se salvaron. El gobierno anuncia la compra
del Banco de Venezuela y amenaza en cadena nacional al BBVA (Provincial) con
expropiarlo. El gobierno no renueva o quita las concesiones a las cadenas
Hilton e Intercontinental, con consecuencias a la vista. Además, en 2010
hospeda a damnificados en decenas de hoteles medianos y pequeños, a los que
jamás paga daños ni el hospedaje. La mayoría de ellos quebró. Ni el Teleférico
de Caracas se salva de la ola expropiatoria.
Las empresas de Guayana sufren el toque también: 32
campos petroleros expropiados; la empresa Matesi, Sidetur y Sidor, operada por
el grupo ítalo argentino Ternium Techint. El gobierno nacionaliza las minas de
oro “Las Cristinas”, operada desde 2002 por la canadiense Crystallex. El transporte
de gasolina, con gandolas en manos privadas, es nacionalizado en su totalidad,
así como las estaciones de gasolina.
En 2009 el gobierno interviene 1.500 hectáreas de la
multinacional papelera irlandesa Smurfit Kappa, “para sembrar caraotas
(frijoles), maíz, sorgo, yuca, ñame”. Ahora no hay papel, mucho menos ñame. El
presidente también expropió 10.000 hectáreas alrededor de la autopista regional
del centro, sembradas de caña de azúcar desde tiempos inmemoriales, para que
Bielorrusia instalara unos galpones para cultivar pimentones, tomates y ajíes.
Hoy están abandonados. Y no hay azúcar. El gobierno opera 11 de las 16
centrales azucareras del país.
Pero quizás uno de los casos más escandalosos fue la
“compra” de 6 Hipermercados Éxito y la cadena Cada. Convertidos en Abastos
Bicentenario, los resultados de su operación no requieren comentarios. También
fueron expropiadas textileras como Silka, planta de pastas Cargill, la línea
Aeropostal, plantas de tubos y de gas, galpones de Polar en La Yaguara y Barquisimeto
(“No me provoques, compadre, que tienes bastantes cosas por allí”, amenazó
Chávez a Lorenzo Mendoza en cadena)… y hasta el Sambil La Candelaria.
La nacionalización de “Agroisleña”, la principal
distribuidora de productos para el campo, con 82 puntos de venta y ocho silos
en todo el país, supuso una debacle para los productores. Agropatria jamás ha
podido cumplir con ellos.
Poco antes de caer enfermo, el presidente hizo historia
con su paseo transmitido en cadena por el centro de Caracas, expropiando a
diestra y siniestra edificios de histórica vocación comercial, como el centro
joyero La Francia. El delirio expropiador había tocado estacionamientos,
condominios y terrenos privados.
Ni la muerte ha detenido la locura destructora. La
estocada del heredero a la economía, en nuestra próxima columna.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
Notitarde
Carabobo - Venezuela
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