CRÓNICAS DESDE MIAMI
En tiempos de la
Democracia Civil en Venezuela, es decir, antes de la actual pesadilla
castrochavista, los políticos de distintas ideologías podíamos entendernos para
lo trascendente y hasta ser buenos amigos. De allí viene mi cercanía con
Antonio Ledezma, hombre probo y recio, y con su esposa Mitzy Capriles, la mejor
mujer que puede tener un dirigente, así en días amables como en la adversidad.
El abogado Ledezma,
desde que reveló su talento como secretario juvenil del partido social demócrata
Acción Democrática, ha hecho una carrera política fulgurante y útil. Fue
diputado, senador, gobernador y varias veces alcalde. Actualmente es el Alcalde
Mayor de Caracas y, paradójicamente, por esa razón es un perseguido del
castrochavismo.
En el 2008 por primera vez y de modo
clamoroso, Antonio Ledezma ganó la Alcaldía caraqueña pese al descarado
ventajismo oficialista. Hugo Chávez, pendenciero, soberbio y narcisista, no le
perdonó esa para él una humillación. De inmediato procedió a violar la
legalidad para arrebatarle funciones y competencias a la Alcaldía y nombrar a
una dócil burócrata, para hacer el desangelado papel de gobierno paralelo en la
capital de Venezuela.
No contento con ese
atropello, en febrero del 2015, el castrochavismo montó un show para detener
sin juicio y sin delito a Antonio Ledezma. La ridícula acusación hablaba de
golpe de estado. El propio Antonio respondió así: “En lo que va de régimen de
Maduro ya van 12 supuestos golpes de estado. Aquí los que tienen el golpismo en
los tuétanos son estos señores que están en el gobierno”.
Miles de alcaldes de los
cuatro puntos cardinales del planeta, la ONU, OEA y otras entidades de rango,
han reclamado la libertad de Antonio Ledezma. Se cumplen dos años de injusta
prisión y mañana la Asamblea Nacional de Venezuela hará una sesión solemne en
homenaje a este criollo libertario y de compromiso.
Alexis Ortiz
jalexisortiz@gmail.com
@alexisortizb
Exilio Venezolano
Estados Unidos
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