SESQUIPEDALIA
NO HABRÁ NINGUNA COSA
MEJOR COMO UNA COMIDA GRATIS
Recientemente, Eddy Barrios, uno de los hijos adoptivos de Puerto
Cabello con más enjundia, bagaje cultural y cantidad de artículos de opinión
—aparte de ser buen piloto naval, buen músico y buena gente— compartió con un
grupo de amigos un intercambio epistolar que tuvo con un cuñado. Básicamente, era la respuesta a una hipótesis
que le esbozaba este. El planteamiento
—palabras más, palabras menos— era: ¿qué tal si la alternativa democrática
busca el acercamiento con eso que llaman el “chavismo crítico” para salir del
ilegítimo? Vale decir, unir fuerzas con
la gente de Nícmer Evans, de Juan Barreto, del PPT y del PCV para hacer un
grupo tan numeroso que ni las madamas del CNE —con todo y la maestría que
tienen en trácalas electorales— podrían intentar desconocer esa realidad o
robarle los votos. Reconozco que la idea
es tentadora; y que lo más probable es que ya haya gente propiciándola por ahí,
pero pienso que habrá que decir como en los garitos: barájamela más despacio.
Primero, porque, como dice el capitán Barrios, eso de unirse o permitir
a los chavistas entrar en un nuevo proyecto de país, hace recordar dos momentos
ya experimentados: “el del ‘chiripero’ y el de 1988, cuando todos nos unimos
con grandes esperanzas contra el puntofijismo y los errores de la IV República
y votamos por el Mesías Redentor”. A
todos, esos momentos nos hacen sentir un sabor áspero y reverdecer malos
recuerdos. Puesto de nuevo en palabras
de Eddy, “un nuevo ‘chiripero’; donde se amancebaren los nuevos ‘buenos’ contra
los viejos ‘malos’ del régimen corrupto, incapaz y narcoterrorista sería como
reeditar esas dos experiencias harto conocidas”.
Por otro lado, añado yo, eso no sería gratis. Ellos buscarían su cuota de poder; se pondría
de moda esa forma de operar que, a falta de una palabra en español que la
describa, importamos del francés: “cohabitación”.
Con lo chocante que me cae la palabreja porque, originalmente,
significaba: amancebamiento, contubernio.
Con todo lo que eso implica.
Sobre todo si ese “arreglito”, ese “entendimiento”, se va a hacer con
unos resabidos (y resabiados) veteranos de la vieja manera de hacer
política.
Todos son “perros que comen manteca”.
No hay que intentar solucionar el problema mayúsculo que tiene el país
poniendo a los mismos hombres que nos han traído al estado de cosas
actual. ¿Para qué, para llevar a la
práctica las mismas ideas que han sido la línea de acción (o de inacción, más
bien) del régimen?
Habrá que poner de moda aquello del Cabito: “Nuevos hombres, nuevos
ideales, nuevos procedimientos”. Pero de
verdad-verdad; no el reencauchamiento de personajes ya gastados y mañosos que
intentarán hacer lo de siempre: conseguir su ñemeo mediante los mismos
procedimientos y descartando por la borda eso, tan abstruso para ellos, que
mientan “ideales”.
O sea, puesto nuevamente en el verbo del capitán Barrios: “Quiero que
hombres con conocimiento, preparación y experiencia en sus áreas profesionales,
con honestidad y capacidad asuman la gerencia pública, para que Venezuela pueda
reconstruirse, reorganizarse y reinstitucionalizarse, y saquemos provecho de
los inmensos recursos de toda índole que seguimos teniendo por la gracia de
Dios (…) Más democracia, economía de mercado, integrarnos al siglo XXI, dejar
atrás el castro comunismo y el socialismo del siglo XXI (…) No quiero oír nada
mas de Fidel, el Che o el difunto. Déjenlos en sus tumbas. Que descansen en paz y nosotros descansar de
ellos”.
No es, entonces, dar dos saltos generacionales para entregarle la
conducción del país a los hoy estudiantes, como propician algunos. No, a ellos hay que rendirles el
agradecimiento por la labor patriótica que están haciendo diariamente,
estimularlos para que sigan adquiriendo conocimientos y experiencia, no dejar
que se extinga en ellos la llama de la devoción por Venezuela. ¿Pero es que se puede entregar la conducción
de un Boeing 777 a un piloto recién graduado de una escuela de aviación civil
donde, cuando mucho, tripuló una Cesna 206?
Con un poquito más de edad, pero con mucha más experiencia profesional
en sus respectivos campos, hay miles de conciudadanos bienintencionados que
pueden echarse al hombro la pesada carga de sacar a Venezuela del foso donde
los actuales mangantes han tratado de enterrarla durante dieciocho largos años. Casi cuatro períodos presidenciales de los de
antes, y estos zarandajos siguen echándole la culpa al “gobierno
anterior”. Requiere gente con —además de
experiencia y conocimientos— capacidad de sacrificio, visión de futuro y, sobre
todo, resiliencia. Porque van a ser el
blanco de todas las críticas de gente que no entiende que habrá que tragar
grueso; todos, ellos y nosotros. Que no
existe eso que les han vendido todo este tiempo de que se puede vivir sin
trabajar, pegados a la ubre de la res pública; que tienen que despertarse de la
obnubilación comunista y del echarle la culpa de sus pobrezas a los que generan
riqueza porque generan, a su vez, los puestos de empleo. En fin, que como explica el adagio gringo,
"There ain't no such thing as a free lunch".
Remato con palabras de Eddy: “Estos dieciocho años deben quedar atrás;
no volver a ellos”.
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
Carabobo - Venezuela
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