LA PERVERSIDAD COMUNISTA
La primera vez que oí
recitar un poema de Ernesto Cardenal fue en la voz del también poeta venezolano
Joaquín Martasosa, en una sesión de lectura de los escritos del sacerdote
nicaragüense, en la pequeña sala de teatro de la Escuela de Arquitectura, donde
se concentraban los progres, no marxistas, de aquellos años sesenta.
En el centro del
escenario, un reflector que bajaba del techo su luz, se posaba sobre la
solitaria figura a medio sentar en un banco: “Señor, recibe a esta muchacha conocida
en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ése no era su
verdadero nombre. Y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje, sin su
Agente de Prensa, sin fotógrafos y sin firmar autógrafos. Sola como un
astronauta ante la noche espacial…”, recitaba la Oración por Marilyn Monroe
(1.965), de Ernesto Cardenal.
Años más tarde, me tocó
viajar a la Nicaragua de la primera o segunda Junta de Gobierno, cuando aún los
hermanos Ortega no habían dado el zarpazo castrista, y la tan esperada
“revolución sin signo” que predicábamos los cristianos (cosas de la época, como
el amor cortesano) convocaba la Novena Sinfonía de Beethoven en torno a “los
muchachos” que habían derrotado a Somoza. Joaquín se enteró de mi viaje, y me
entregó tres libros de su autoría, con el encargo de dárselos personalmente al
poeta de Solentiname, lo que me dio la oportunidad de conocer a uno de los
mitos de nuestra generación. Otros tantos años después, ya trabajando en
Nicaragua, Cardenal hizo una exposición de sus esculturas, y allí, entre garzas
de madera laqueadas en blanco, se encontraba la Sombra de Sandino, el modelo de
madera de ochenta centímetros de alto que le sirvió de base para la monumental
escultura de metal anclada al borde de la laguna de Tiscapa. Tiene su pequeña
historia esta escultura, la inmensa en metal y, la pequeña en madera que
adquirí en la Galería.
En plena campaña
electoral, doña Violeta hizo una intervención donde evidenciaba la naturaleza
del gobierno del Frente: “Ellos se llaman sandinistas, pero en todos estos años
no le han erigido ni un busto. Yo le haré una estatua al general de hombre
libres”. Daniel se encontró como el Rey Desnudo del cuento, y a la carrera le
pidió a Ernesto Cardenal diseñar un monumento a Sandino, quién con la
genialidad del poeta, ideó la escultura plana metálica de color negro que hoy
señorea sobre la Loma de Tiscapa. La anécdota personal es menor; ya doña
Violeta era presidenta cuando adquirí el prototipo en la exposición, y una
importante figura sandinista presionó al poeta para que deshiciera la venta,
argumentando que le pertenecía a Nicaragua, y no debía salir del país (en
realidad deseaba quedársela). El poeta se opuso, le dijo que ya había cerrado
el trato, y me pertenecía.
Por sobre las balas y el
deterioro del somocismo, hombres de paz como Ernesto Cardenal y los hermanos
Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy aportaron más al derrocamiento de la
dictadura que los propios guerrilleros. Gracias a los poemas de Cardenal y las
canciones de los Mejía Godoy, la humanidad hizo suya la causa sandinista, que
concluyó con la toma de Managua en julio de 1979.
Sin embargo, hoy los
hermanos Mejía se encuentran en la acera contraria al FSLN, al igual que Sergio
Ramírez, Henry Ruiz, Dora María Téllez, Gioconda Belli y, Ernesto Cardenal, el
sacerdote, escultor y poeta, quién fuera el Ministro de Cultura de la
Revolución Nicaragüense, y que en 1994 renunció al Frente por la forma
autoritaria en que Ortega lo dirigía. No se lo perdonaron, le inventaron un
juicio por supuesta difamación que, ahora, a sus 93 años, un Tribunal, mientras
se celebraba el XIII Festival Internacional de Poesía de Granada, en un intento
por humillarle, lo condenó a reparar al demandante con la suma de 800.000
dólares. Hay que ver que los comunistas no solo son malagradecidos, sino
perversos.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
Internacionalista
Miranda - Venezuela
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