martes, 21 de febrero de 2017

RICARDO VALENZUELA, DE MERCANTILISMO A LIBERTAD

REFLEXIONES LIBERTARIAS
“Donde no cruzan mercancías, cruzan los ejércitos”. Federico Bastiat

Durante los últimos meses el concepto de comercio internacional, gracias a Donald Trump, ha emergido a la superficie de la conciencia de millones de gentes alrededor del mundo, al verse ubicados en el centro de un fuego cruzado entre proteccionistas, promotores del medio libre comercio, y quienes pensamos es una actividad, que las naciones del mundo deberían establecer de forma unilateral.

Esta situación saltó al centro del ring cuando Trump, abruptamente cancelara la participación de EEUU en el TPP. Sin embargo, el TPP es un buen ejemplo del por qué, el libre comercio se ha hecho de mala reputación. En lugar de un simple acuerdo para reducir o eliminar tarifas en beneficio de los participantes, se ha convertido en un manoseado régimen regulatorio internacional de más de 5,000 páginas. En este potaje de la bruja se han incluido infinidad de provisiones que nada tienen que ver con libre comercio, orientadas a satisfacer intereses que tampoco nada tienen que ver con comercio y menos con libertad. Si se quiere armonizar otras aéreas como el medio ambiente o mercados laborales, se deben de atender en acuerdos separados no como parte de los tratados.

El TPP tomó la ruta de la regulación armónica en un claro esfuerzo para incluir barreras ajenas a las tarifas del comercio, y de esa forma convertirlo en rehén de los clásicos intereses especiales. Es decir, es un acuerdo manoseado que ha diluido la validez de su origen.

El TLC entre Mexico y EEUU, miembro de otra generación de tratados, ahora empieza a mostrar problemas similares pero sin llegar a la “armonización de regulaciones”. Lo que realmente ha sucedido a través de los años, es que las empresas en EEUU han sido literalmente expulsadas y casi obligadas a instalarse en México, debido a las ridículas regulaciones en nuestro vecino—como lo muestra la gráfica que claramente indica el desbalance se agravó a partir del 2003, cuando los costos de esas regulaciones iniciaron una escalada que las convirtieron en algo imposible de soportar.

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Vamos pues a repasar un poco de historia que nos pueda ubicar al centro del debate, pero con las armas adecuadas.

DE MERCANTILISMO A LIBERTAD.

William Cobden, considerado el padre del libre comercio, nació en Inglaterra a principios del siglo 19 cuando el Imperio Británico batallaba en su lento paso de una sociedad rural, feudal, monárquica y mercantilista, hacia una liberación política y de mercados que provocara la revolución industrial. Fue en esa época que, ante la presión de grupos especiales, el parlamento aprobara la famosa ley conocida como; “The Corn Laws”, a través de las cuales Inglaterra, tratando de mantener los precios de productos domésticos a cierto nivel favoreciendo a agricultores, imponía restricciones y tarifas a la importación de granos.

Esas leyes, que dibujaban el rancio mercantilismo que practicaba toda Europa,  eran apoyadas por terratenientes conservadores, por los clásicos señores feudales, comerciantes monopólicos, y la monarquía, pero de inmediato emergía un descontento nacional de parte de los consumidores, industriales y trabajadores.

Cobden iniciaría una cruzada para derogar esas leyes, lo cual le dio gran popularidad y armas para convencer a gente por toda Inglaterra con su famosa frase: “Por cada Schilling de tarifa impuesta por el gobierno a las importaciones, se multiplica la miseria y el hambre de la gente”. Fue entonces cuando lograba que el libre comercio capturara la imaginación de la gente identificándolo como un acto de moralidad. Muy pronto el pueblo en masa, incluyendo los productores de grano, sentiría la protección, que supuestamente se les daba, producía altos precios de esos productos “protegidos” que los afectaban hasta en sus familias cuando se sentaban a la mesa. Lentamente Cobden demostraba cómo las leyes protectoras creaban gran miseria, e inclusive, en Irlanda provocaban la famosa hambruna de la Papa que le costara más de un millón de muertos.

Después de una interminable cruzada opositora, finalmente, en Mayo de 1849 dichas leyes eran derogadas. Ello le daba gran autoridad a Cobden, que utilizaba para lograr Inglaterra iniciara una era de liberación unilateral de su comercio internacional. Después de 200 años, se abolía el Acto de Navegación abriendo todos los puertos ingleses a buques extranjeros y al comercio. Durante 1851 y 1880, Inglaterra liberaría de sus tarifas de importación a 1200 productos, reteniendo gravados solamente 46 considerados productos de lujo. De esta forma, Inglaterra se convertía en el líder mundial en transporte marítimo, comercio, seguros y finanzas. De 1848 hasta el inicio de la primera guerra mundial, su producción industrial creció 290%. Las importaciones 705%, las exportaciones 695%. Los salarios para los trabajadores agrícolas se incrementaron 65%, y para los trabajadores de otras industrias 74%.

El resultado de las políticas promovidas por Cobdent, provocó que Inglaterra, unilateralmente cancelara las tarifas a productos franceses. Francia correspondía convirtiendo sus prohibiciones en tarifas de importación que luego eliminaría. Francia procedió luego a liberalizar su comercio con Alemania, Italia, Bélgica, Suiza, Holanda, España, Portugal, Suecia, Noruega, el Vaticano y, como consecuencia, todos esos países liberaban su comercio entre ellos en lo que fue ese gran mercado libre europeo. Las tarifas fueron eliminadas de las rutas marítimas como el canal Báltico-Mar del Norte (1857) los ríos como el Danubio (1857) el Rhine (1861) el Scheldt (1863) el Elba (1870). Aun Rusia procedía a bajar y eliminar tarifas en 1857 y 1868. Nunca en la historia de Europa, la gente fue tan libre para comerciar y perseguir sus sueños.

Cobden, como táctica, siempre mostraba indiferencia si otras naciones mostraban desgano ante el libre comercio. Su claro objetivo era eliminar el proteccionismo por el bien de Inglaterra, y dejar a otros países tomar el camino que mejor les pareciera. Aun cuando Cobden era el más visible abanderado del libre comercio unilateral, y siempre hablaba de no forzar a otros países para abrir sus mercados, en la relación comercial con Francia, siendo miembro del parlamento, llegó a promover legislación de ajuste y desquite, para forzar la apertura total del comercio francés. Fue cuando surgiera cierta rivalidad entre los promotores “puros” del libre comercio, y los no tan puros que guardaban esa arma del “desquite comercial”, como la fórmula para tirar todas las barreras.

Todas las naciones que abrazaban el libre comercio, experimentaron crecimientos importantes y sus niveles de vida mejoraron considerablemente. Las industrias domesticas no colapsaron ante la competencia, se reinventaron para hacerse más eficientes. Las que moraban en un capullo protegidas por tarifas, fueron forzadas a modificarse o morir. Fue la época de oro de Europa que fuera destruida por la carnicería de la primera guerra mundial.

Presidente Trump, todavía está a tiempo para recular.

Ricardo Valenzuela Torres
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero  
México-Estados Unidos


"Si pudiésemos correr el velo oscuro de la antigüedad [en lo referente al origen de los reyes, del Estado y los impuestos] y pudiéramos rastrearlos hasta sus orígenes, encontraríamos que el primero de ellos no fue más que el rufián principal de alguna banda desenfrenada; su salvaje modo de ser o su preeminencia en el engaño, le hicieron merecer el título de jefe entre canallas. Incrementando su poder y depredación, obligó a los pacíficos e indefensos a comprar su seguridad con frecuentes contribuciones." Thomas Paine.

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