VERDADES
DOLOROSAS
El
primer paso para salir del subdesarrollo es conocer nuestras flaquezas. Una de
ellas es la flojera criolla, que tienes raíces ancestrales y que comenzó con
los españoles de la conquista, quienes catalogaban las labores de artesanos,
fabricantes y mercaderes como oficios viles. Todos se consideraban ilustres
señores que no laboraban.
Como
complemento a la desidia del blanco estaba lo que Andrés Bello llamó, “la
indolente ociosidad de los naturales”. El modelo laboral del indio era y es muy
diferente al europeo. Para los indígenas no había incentivos económicos porque
así como estaban, estaban bien, actitud similar a lo que hoy en día adoptan
nuestros marginados descendientes de esos indios disfrazados de trabajadores
que migraron del miserable medio rural hacia las ciudades para implantar los cinturones
de miseria a su alrededor.
Para
el 70 por ciento de los venezolanos, el trabajo no representa un instrumento de
ahorro, cambio o superación. Se trabaja con la inercia del conformismo
únicamente para subsistir. El rancho los marca de por vida. Del barrio no salen
nunca, y allí los quiere el chavismo donde los embriaga con las “misiones” y
los envenena con el populismo embrutecedor capta votos. Y la izquierda haciendo
odas a la miseria con sus “casas de cartón” en vez de enseñarle que” camino se
hace al andar”.
Con la aparición del petróleo, recurrimos al
esfuerzo y a la mística creadora de otros para que hicieran el trabajo que
nosotros éramos incapaces de hacer. Reminiscencia del español Unamuno, cuando
en pleno siglo XX expresó su famoso “que inventen ellos”, refiriéndose a la
tecnología extranjera. En la Maracaibo de los años 50, los gringos admiraban el
llamado síndrome Mañana (dejar para mañana lo que puedes hacer hoy) y
advertían, “pero ten cuidado, porque es muy contagioso.
Comentaba un extranjero, que en verdad, el
criollo es más feliz, no paga impuestos, no respeta las leyes, es impuntual,
preña a su antojo, cuando necesita algo lo importa y sobre todo, nunca se da
mala vida. Como diría el Negrito del Batey: el trabajo lo hizo Dios como castigo,
él por su parte se lo dejaba todo al buey. El problema es que a fuerza de
simpatía, viveza, chispa criolla y mucho asueto no se construye un país. Que
oiga quien tiene oídos…
Ernesto Garcia Mac Gregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
Zulia - Venezuela
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