SESQUIPEDALIA
Una
de dos: o los altos mandos no son capaces de imponer la disciplina entre sus
subordinados, o son los originadores de las órdenes abusivas que resultan en
una represión inmensa y bastarda por parte de sus subalternos. Cualquiera que sea la razón, las estrellas y
los soles en sus presillas les chillan, las responsabilidades les quedaron
inmensas. Aunque yo sospecho que la
segunda de las hipótesis es la correcta.
Sin base alguna todavía, lo admito.
Pero es por la aplicación de aquello de “piensa mal y acertarás”. Porque eso de que en todas las ciudades del
país, el aparato represivo del Estado (para ponerlo en palabras de Althusser)
intente someter con igual fiereza —aun a los que no estaban implicados en las
protestas, como el músico de la orquesta juvenil y el sordo que no podía
percatarse de lo que sucedía— no puede ser por generación espontánea, o por
coincidencia. Tiene que haber una mente
siniestra que —después de haber recibido directivas desde lo más alto, de otra
mente peor en lo aviesa— ordena desde Caracas sin importarle las vidas que
arrebata, las graves lesiones que causa, la destrucción de propiedades que
empobrece aún más al país y la nación,detall ni las detenciones masivas de
inocentes que luego son presentados en tribunales militares para que sean
juzgados por quienes no son sus jueces naturales,
Otro
detalle más que hace más creíble la segunda opción es eso que ha sido patente
en toda Venezuela: el contubernio con los “colectivos” a lo largo y ancho del
país. Se les ha filmado, como en
Barquisimeto, saliendo en sus motos de las unidades militares, donde deben
haber recibido “pautas” y cobrado algo vía las partidas secretas (que abundan,
ya no es una sola), para tratar de sembrar el terror entre los
manifestantes. Se les ha visto actuar
con total impunidad contra los participantes en las marchas, como en Mérida Los
Teques y Valencia, delante de los uniformados que deben haber recibido mandatos
de dejarlos hacer. Varios de los muertos
y heridos se deben a que las tropas dejan proceder a esos irregulares,
inclusive con armas de fuego blandidas y descargadas con total descaro delante
de “la autoridad”, sabiéndose privilegiados por el régimen. La característica común es la pareja sobre
una motocicleta china sin placas —que la policía los deje circular así, y sin
matraquearlos, solo permite concluir que “son la misma gente”. Son los “motolandros”, para proponerles un
neologismo. Porque es un “motorizado” es
un obrero que se gana la vida como mensajero, y un “motociclista” es un señor
que, los fines de semana, le gusta recorrer los caminos sintiendo el aire en la
cara. A diferencia de los anteriores,
los “landros” a motor funcionan en dúos (o, mejor: en yuntas); uno conduce la
moto y el parrillero blande y dispara con intención aviesa la pistola
—probablemente dotada, al igual que la moto, por algún organismo oficial.
Total,
que yo descarto la primera de las hipótesis, la de la desidia por parte de los
jefes. Aunque ellos, en el descargo de
sus funciones ordinarias actúan con apatía, derrochan molicie (a menos que sea
para meterle el diente al erario), se les ha notado más que dispuestos a
obedecer las órdenes ilegales que reciben.
Pa’ mí, pa’ mí, que ni el tal Padrino, ni el Reverol, mucho menos el tal
Benavides, son unos mangas-meadas que se han visto sobrepasados por su
ineptitud. La cosa implica la actuación
volitiva de ellos y sus inmediatos subalternos en la comisión de delitos graves
que no solo reos por las normas nacionales (no perder de vista el Art. 25
constitucional), sino que los convierte en reos de la justicia internacional. El Estatuto de Roma —que más de una vez el
régimen ha tratado de aplicarle a sus antagonistas políticos (“enemigos”, los
tildan ellos) aun por hechos supuestamente ocurridos antes de la aparición de
ese documento— ahora sí es como la espada de Damocles sobre ellos. Entiendo que algunos pasos ya se han dado en
ese sentido. Están entre Escila y
Caribdis. Porque sus nombres también
aparecen en las listas recopiladas por organismos estadounidenses y europeos
que los sindican de tráfico de drogas, blanqueo de capitales y evasiones al
fisco. Para ponerlo en las palabras de
la cuña de Gillette: “si a la primera se le pasa, la segunda lo repasa”…
Ellos
lo saben. Y saben que les toca (no es lo
que quisieran) morir con las botas puestas.
De allí la obsecuente postura que adoptan ante las peticiones
inconstitucionales que les hace el ilegítimo.
De allí, su encallecimiento ante los reclamos que se les hacen para que
se ajusten a la actuación de acuerdo con el derecho, la lógica y la recta
conciencia. De allí, lo atornillados que
están en sus cargos. De allí, que
tengamos que seguir, de frente, luchando por evitar el sufrimiento que ellos
tratarán de continuar infligiendo a sus connacionales…
Pero
prevaleceremos. La justicia y la
probidad están de nuestro lado. Al igual
que la entereza y el pundonor…
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
Carabobo – Venezuela
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