LUZ
DE LIBERTAD Y
DE IDENTIDAD VENEZOLANA
Harto difícil resumir en tan poco tiempo uno
de los episodios más importantes en la vida histórica de nuestra nación;
episodio considerado como la génesis de lo que hoy somos: la República
Bolivariana de Venezuela.
La
mente me lleva a recordar el 25 de marzo de 1955, cuando en la Plaza Bolívar y
frente al monolito que sostiene la estatua de nuestro Liberador, tuve el honor
de estar presente y oír a ése insigne valenciano, el Dr. José Rafael Pocaterra,
quien, con ocasión de la celebración del cuatricentenario de Valencia, concluyó
sus palabras con la frase: “MADRE ERES TÚ… VALENCIA, PARISTE A VENEZUELA”.
Ese
parto me devolvió por un instante en la historia para recordar a los
Precursores de nuestra Nacionalidad, comenzando por el Negro Miguel (1523) culminando
con EL GRAN PRECURSOR, Don Francisco de Miranda (1806).
Esa
remembranza nos la dejó, como reflejo de nuestra historia, el eminente
historiador José Luís Salcedo Bastardo con las siguientes palabras: “Un
espíritu nacional, paso a paso definido, se hace presente en esta veintena de
episodios, testimonios de un acontecer persistente y significativo. Desde el
alzamiento de los primeros esclavos en Coro hasta la ocupación de la misma
ciudad por Miranda, van doscientos setenta y cuatro años -más de un cuarto de milenio- de renovada fe
en ideales que signan de modo indeleble una nacionalidad”
Entendidos aquellos acontecimientos como
génesis de nuestra nacionalidad, podemos hoy asegurar, que aquel “19 de Abril
de 1810”, un grupo de venezolanos, muchos todavía jóvenes, fueron quienes
FECUNDARON EL ÓVULO DE LA PATRIA QUE VALENCIA PARIÓ EN 1830.
Nos recuerda el historiador, Vinicio Romero
Martínez, en su obra El Libro de las Efemérides Venezolanas que, “lo del 19 de
abril de 1810 fue un golpe de Estado, pero no llegó de golpe.
Cabe también resaltar la opinión de algunos
venezolanos quienes consideran que Venezuela nunca fue más española que aquel
19 de abril de 1810.
Recordando este episodio de gran relevancia
y trascendencia en nuestra historia patria y resaltando los méritos de los
ilustres venezolanos que allí participaron, creo oportuno destacar y buscarle
respuesta al “POR QUÉ” de ése acontecimiento.
En lo personal, lejos de aceptar que “Venezuela nunca fue más española
que el 19 de abril de 1810”, debemos pensar y aceptar, lo demostrado
posteriormente, que ése “civil golpe de estado”, disfrazado con un aparente
respaldo al Rey Fernando VII, no fue más que la continuación de luchas que por
nuestra independencia, soberanía y libertad, se comenzaron a librar desde el
mismo instante en que Cristóbal Colón, en 1498, pisó esta “Tierra de Gracia”.
Proceso que, según Alfredo Fermín “durante 400 años se fue forjando nuestra
cultura, nuestra idiosincrasia, con el idioma español, con el mestizaje de
indios, europeos y africanos que fue conformando nuestra nacionalidad”.
Maraguey, Manaure, Paramaconi, Guaicaipuro,
Conocoima, Mara, Araguare, Camaco, Terepaima, Tiuna, Chacao, Tamanaco y muchos
otros de nuestros antepasados aborígenes, ofrecieron su vida por la defensa de
lo que les pertenecía. Así nos los fundamenta el Dr. José Luis
Salcedo-Bastardo, cuando nos dice que “El indio opone su heroísmo ofensivo al
heroísmo agresivo del conquistador; a quien, viendo poseído de un ideal de fama
y grandeza y no con pequeñas ambiciones materiales, el aborigen enfrenta con un
sentimiento de patriotismo inconsciente, la preservación de su albedrío y su
heredad. La inferioridad numérica del
español en esta confrontación, se equilibra con su superioridad cultural y
sobre todo con la fuerza mayor de sus armas.
El
indio no se rinde, nunca se rindió.
Combatió al conquistador cuando la palabra de éste perdió toda
importancia, cuando la sed de riqueza a breve plazo borró escrúpulos
empujándolo a la falsía y al crimen”.
Se impuso el poder del conquistador pero no
se logró callar la voz de aquellos, a quienes el Dr. Salcedo-Bastardo los
califica como “Precursores de nuestra nacionalidad”
Retomando
la búsqueda de la respuesta al “¿POR
QUÉ? de los acontecimientos del 19 de abril, en lo personal considero que los
mismos tenían, como fundamento y como nombre y apellido: LA IDENTIDAD VENEZOLANA, expresada como un SENTIMIENTO que
nació, heredado, aprendido o contagiado desde el vientre de las madres, cuando
sus hijos comienzan a escuchar el susurro de la grata melodía de una canción
que luego se convertiría en nuestro Himno Nacional, creciendo con amor profundo
a esta su patria y que, internalizado en lo más hondo de sus almas, les dio el
impulso y el vigor necesario para defenderla.
Sentimiento, que tiene un sentido de
pertenencia cuando desde niños comenzamos a pronunciarlo utilizando el gran
significado del adjetivo posesivo “MI”, para referirnos “MI PATRIA”.
Sentimiento, que olían en la pólvora y en la
sangre del hermano venezolano que disparaba y moría por su patria.
Sentimiento, que saboreaban con los alimentos
que su tierra, mares, lagos y ríos le proporcionaban.
Sentimiento, que les erizaba la piel al
empuñar una lanza improvisada para enfrentarse con coraje a las sofisticadas
armas de los conquistadores.
Sentimiento, que se afianzó al oír y
multiplicarse en todos los venezolanos y en todos los lugares, la melodiosa
armonía de aquella canción popular: “GLORIA AL BRAVO PUEBLO”, la cual, según
Juan Bautista Plaza: “Constituye el más vivo y perdurable testimonio de
exaltación patriótica que se apoderó de los caraqueños en los día iniciales de
la revolución libertadora. Lanzada, cual
grito de fervoroso entusiasmo a raíz de los sucesos del 19 de Abril de 1810,
tuvo en principio la suprema virtud de excitar a la lucha sin tregua,
inflamando en todo momento el heroísmo de los patriotas”.
Setenta y un años después, 1881, se
convirtió en nuestro Himno Nacional.
Sentimiento, que comenzaron a verlo en los
colores amarillo, azul y rojo de aquella bandera mirandina, bandera libertadora
de América que impulsó al prócer cubano José Martí a exclamar con admiración:
¿Qué
tiene esa Bandera que todas las demás la reconocen por madre? y a quien, más
tarde, le diera como respuesta, Eloy Guillermo González, con esta prosa:
“Es
la Bandera libertadora de América, la conocen las cúpulas de Bogotá, sobre las
cuales fue señora de la Gran Colombia; se la vio volar como águila de oro por
los flancos del Chimborazo; triunfó en las alturas de Pichincha; relampagueó en
los desfiladeros de Bolivia, y desde los vértices del Potosí saludó con un
espléndido alborozo de aurora a las sorprendidas pampas argentinas.
Es
la gloria de la patria; representa el oro de nuestro país, la esperanza de
nuestras generaciones, la sangre de los héroes
que han muerto y que morirán por ella,
significa la integridad de nuestro territorio, la unidad del espíritu
nacional, los portentos de la epopeya; cuando ella pasa, pasa la majestad de la
república y los ejércitos presentan armas y las multitudes se descubren”.
El sentimiento de Identidad Venezolana no se
impone. La Identidad Venezolana es la sumatoria de sentimientos individuales y
regionales y de las cenizas de cientos de miles de venezolanos y extranjeros
que han muerto y de los que seguirán muriendo por la defensa de la libertad, la
verdadera concepción de libertad, por la que también murió Simón Bolívar.
Retomemos lo que ha significado para la
historia de Venezuela los sucesos del 19 de abril de 1810. No sólo fue en su momento un disfrazado golpe
de estado a los que en América Latina y específicamente en Venezuela estamos
acostumbrados. El 19 de abril de 1810 fue, simultáneamente, la culminación de
un episodio que comenzó en 1498 por la lucha entre los colonizadores y nuestros
antepasados aborígenes, y el comienzo de la lucha entre esa nueva mezcla y raza
de indios, negros, mestizos y españoles contra los conquistadores y que,
lamentablemente, no parece terminar por la continuada y desgraciada lucha entre
venezolanos.
Decenas de miles de venezolanos murieron en
campos de batalla tanto del lado de los patriotas como de los realistas. Decenas de miles de venezolanos, continuaron
muriendo en luchas intestinas entre caudillos que, de la noche a la mañana,
pretendían que Venezuela toda era de su propiedad.
Y no sólo murieron hombres, mujeres y niños
venezolanos en todas las regiones del país sino que también, como consecuencia
de esa inestabilidad política, social y económica, nos fuimos encogiendo como
“piel de zapa” y perdimos posesiones valiosas en fronteras con Colombia, Brasil
y Guyana. Recordemos que hasta Trinidad pertenecía a la Capitanía General de
Venezuela.
El
19 de abril no terminó a las doce de su
noche.
“El
19 de abril” siguió dando luz al “5 de julio de 1811” y siguió iluminando el
camino a las gloriosas batallas, que dentro y fuera de nuestras fronteras,
lograron la libertad de América.
Por algo el sol resplandeció al concluir la
Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821.
Poco a poco fueron entregando su cuerpo y su
alma muchos de los que participaron en esos acontecimientos y aprovechando su
agonía, voluntades ajenas lograron
imponerse, pero de nuevo surgió
“la luz del 19 de abril” y, con una mezcla de nuevos jóvenes con mayores
aún con mente joven, en 1830, en Valencia, ciudad inmortal, y dentro del
corazón de la casa, hoy llamada Casa De
la Estrella, se parió al Estado de
Venezuela, estado soberano, gobernado por venezolanos y para todos los
venezolanos.
Aquella
“luz del 19 de abril” parecía a veces que se apagaba.
La avaricia, las ansias de poder, y la
desolación humana que causaban esas miserables guerras entre venezolanos,
lograban entronizar nuevos caudillos apoyados por rebaños de serviles que
siguieron devastando a Venezuela. Hicieron de Venezuela una penumbra, pero la
luz se escondía en las tinieblas y alumbrando a los nuevos hijos de la
patria, parió a la generación del 28.
Volvió la penumbra y nuevamente el “la luz del19 de Abril” alumbró a los
jóvenes del 58.
Hoy contamos con la generación del 2008
tomando en sus manos “la luz del 19 de abril” que, multiplicada en antorchas, a
todo lo ancho, largo, alto y profundo iluminan a la geografía nacional, para
vivir en libertad y evitar que nuevamente nos obliguen a vivir como “pájaros enjaulados”, como muy
acertadamente lo expresó el Profesor José Botello Wilson, en ésa su manera muy
especial de enviar mensajes, en una de su acostumbrada columna de prensa
dominical, culminando que “La libertad es más sabrosa que un pedazo de pan.
Porque con libertad consigues pan, pero con un pan facilitado caes en la
esclavitud”
“La luz del 19 de abril” incubó una nueva
generación que hoy, 19 de abril de 2017, está dispuesta a seguir el ejemplo de
la juventud de 1810, 1830, 1936 y 1958.
Es el momento de reflexionar y, sobretodo,
de actuar, meditando con un “Mea culpa” si hemos sido, como padres, fieles
cumplidores al mandato de nuestra conciencia patria de contagiar, con buenos
ejemplos a nuestros hijos, los valores que conforman y le dan vigencia y
vivencia al sentimiento de identidad
La
reflexión debe llegar a aquellos quienes ocupando las más altas investiduras de
gobernantes, para que se pregunten y se respondan, si están cumpliendo con su
obligación ciudadana de fijar el rumbo del amor a la patria.
La
reflexión debe llegar también a aquellos quienes dominan el poder de la
comunicación radial, televisiva o escrita, para que se pregunten y le respondan
a esta juventud, si verdaderamente se sienten satisfechos con su contribución
en la divulgación de los valores de la patria.
La
reflexión obligatoriamente debe llegar a las instituciones fundamentales y
soportes de la democracia, de la libertad y de nuestra seguridad y defensa,
como son los partidos políticos, la iglesia, los sindicatos, la fuerza armada y
otras muchas instituciones públicas y privadas.
El
balance de las últimas décadas pareciera inclinarse hacia los antivalores. Por
ello, el momento es para abrir los ojos y la mente y ver a la Venezuela que
todos queremos en este milenio que apenas comienza y que dependerá de lo mucho
que piensen, sientan y hagan los jóvenes de la Venezuela de hoy. El futuro es
de ellos..
El
reto es inmenso, las circunstancias y los actores diferentes, recordando con
Andrés Eloy Blanco que: “La Patria es de todos. Nadie se ha ganado el derecho
exclusivo de amar a la Patria. Hay que
presumir en todos el derecho de amarla y la voluntad de amarla”
Ojalá
que de esta misma efervescencia política que hoy estamos viviendo permita que
ese “Gloria al Bravo Pueblo” que hoy entonamos y esa Bandera Nacional que todos
llevamos en nuestras manos, más por pasión que por amor y por la defensa de una
u otra causa política, nos permita oír las palabras que hoy nos dirían
Francisco de Miranda, Vicente Salias y Juan José Landaeta: “Que paradójico e
incongruente, afortunadamente no son banderas ni himnos diferentes. Su igualdad
los unirá nuevamente”.
En
este último contexto permítanme recordar por su vigencia, y como otro eco,
estas palabras del General Eleazar López Contreras, hace 80 años; “¿A dónde irá
Venezuela, como estado responsable ante los demás países de América, si no
sigue una línea política de libertad y democracia dentro de los ideales de
unidad continental? No puede haber lucha
cívica entre los partidos, para la alternabilidad en el mando y el gobierno,
cuando sólo uno de ellos goza de todos los privilegios y dispone de los dineros
públicos de la nación para satisfacer y contentar las aspiraciones de sus
miembros sino que, por añadidura, todo eso lo hace respaldado por milicias
armadas, que se encargan de acallar la oposición y de batir y destruir el
propio Ejército Nacional, cuando este le niegue el apoyo a sus insaciables
ambiciones de mando”
Si
ésas palabras de López Contreras tiene hoy especial vigencia, tanto más tiene
las siguientes: “No puedo ser partidario de la violencia contra nuestros
valores morales, de capacidad y fortuna, porque soy hombre de evolución y no de
revolución, y considero que es con leyes justas como se deben ir eliminando
privilegios, a la vez que se eduquen las clases humildes para que puedan
alcanzar un nivel de vida mejor. Esto es lo que yo entiendo por justicia
social, y no levantar los odios y fomentar la lucha de clases en busca de una
pretendida igualdad en la miseria”
Finalmente,
regresemos en la historia a aquel glorioso “19 de abril de 1810” y, gritando
nuevamente con el General José Antonio Páez: “VUELVAN CARAS”, cada uno de
nosotros con la Bandera Nacional en la mano, el Himno Nacional en los labios y,
montados, imaginariamente, sobre el caballo emblema de nuestra libertad,
sigamos por el verdadero rumbo que nos fijó Simón Bolívar, llenando nuevamente
de espigas el campo, rebozando de abundancia las cornucopias de nuestro Escudo
de Armas y, arraigando y fortaleciendo el sentimiento de identidad venezolana,
juntos, al levantarnos, pedirle a Dios, guía para vivir como cristianos y a
nuestro Libertador Simón Bolívar, voluntad y sacrificio para construir la
Patria que siempre anhelaron los precursores de nuestra nacionalidad.
Amigos
todos, Fe y Optimismo.
Daniel E. Chalbaud Lange.
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl
Carabobo – Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario