Nueve
de cada diez viviendas de América Latina y el caribe son de baja
calidad. Venezuela
tiene la tasa de hambre más alta de America Latina.
La ONU ha
determinado a la pobreza como “la condición caracterizada por una privación
severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable,
instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información”.
En términos económicos la
pobreza representa la falta de ingresos suficientes con respecto al
umbral de entrada absoluto, o perfil de pobreza, "que
corresponde al costo de una canasta de consumo básico".
Según
las últimas evaluaciones (Septiembre/2018) del Índice de
Pobreza Multidimensional Global de (IPM) anunciado por el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa sobre
Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (OPHI, por sus siglas en inglés). La
mitad de los seres humanos que viven en la pobreza son menores de 18 años.
Tal
información señala también que “en 104 países, predominantemente de
ingresos medios y bajos, 662 millones de niños y niñas son considerados
multidimensionalmente pobres. En 35 de estos países, la mitad de todos sus
niños son pobres”.
El
Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del 2018 va más
allá de la entrada monetaria y donde se
especifica cómo la miseria es el modo de vida que confronta
las insuficiencias múltiples y simultáneas y donde las
condiciones materiales de existencia se agudizan producto de la injusticia
social. El IPM examina e indica “cómo las personas están quedando
rezagadas en el ámbito de la salud, la educación y el nivel de vida, con
carencias tales como la falta de acceso al agua potable, a saneamiento, a
una nutrición adecuada o a la educación primaria. Aquellos que se ven privados
de al menos un tercio de los componentes del IPM se clasifican como
multidimensionalmente pobres. Las cifras de 2018, que ahora están estrechamente
alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cubren casi tres cuartas
partes de la población mundial”.
EL GRUPO DE LOS OCHO
En
contra de la posición de la pobreza asentada solamente en los niveles de
ingreso se presentaron los países más desarrollados en la cumbre de
los ocho (G-8: Alemania, Canadá, Estados
Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia),
celebrada en Okinawa este año (2018). Allí se señaló que la pobreza "va
más allá de la carencia de ingresos", pues esta es de perfil
multidimensional y tiene que ver con lo económico, lo social y lo
gubernamental. "Económicamente los pobres están privados no solo de
ingreso y recursos, sino también de oportunidades. Los mercados y los empleos a
menudo son de difícil acceso debido a las bajas capacidades y a la exclusión
social y geográfica. La poca educación afecta las posibilidades de conseguir
empleo y de acceder a información que podría contribuir a mejorar la calidad de
sus vidas. La asistencia sanitaria y los servicios de salud insuficientes, más
la inadecuada nutrición, limitan las posibilidades de trabajar y realizar su
potencial físico y mental". Este
escenario se enmaraña aún más "debido a la estructura de
sociedades e instituciones que tienden a excluir a los pobres de su
participación en la toma de decisiones sobre los direccionamientos del
desarrollo económico y social”.
Lo
que no señaló el G-8, es que ellos son los responsables de tanta miseria y
explotación de los pueblos, cabe destacar que en ese mismo ambiente
de aprovechamiento, sobre todo en materia extractivista hay que incorporar
las grandes corporaciones chinas –entre otros-.
Toda
esa hambre y toda esa miseria que padecen nuestros pueblos, es producto de ese
nuevo paradigma llamado globalización, donde las grandes corporaciones de los
países más desarrollados del planeta, se unen para conformar el llamado
Estado Mundo y donde es el gran capital quien dictamina, orienta
e impone las reglas del juego, tanto en los países capitalistas como en
los llamados socialistas, bajo el silencio cómplice de gobiernos apátridas,
condenando a sus pueblos a una dolorosa existencia, ejemplo de este escenario
es Venezuela, donde fue entregado cerca del 12.5% del territorio nacional
a las grandes corporaciones de los distintos países que conforman el G-8 y
donde hay que agregar a China que tiene una participación muy importante dentro
del llamado Arco Minero.
Es de
hacer notar, que la globalización, como nuevo paradigma de los grandes
capitales rompe con la hegemonía individual, para asociarse y manifestarse como
imperialismo del gran capital: “La asociación (…) de los países capitalistas
desarrollados, implica reemplazar el liderazgo individual que ejercía Estados
Unidos por un liderazgo compartido de los principales centros del mundo
capitalista.” (RICO, Carlos y otros. “Interdependencia y Trilateralismo”.
Revista CIDE: Cuadernos Semestrales, No. 2-3. México. 1978. PP.
57).
CASAS
DE CARTON
Ya la pobreza en el
planeta tierra es inocultable a pesar de la existencia de países donde los
gobiernos esconden sus indicadores de miseria, ya que la misma
se refleja en los propios cerros de las grandes y pequeñas urbes y en
nuestros campos, donde hace falta de todo, allí se sufre y se muere y los
que quedan les toca sonreír encima del dolor. Hoy día a
los propios organismos internacionales como el Banco Interamericano del
Desarrollo (BID) nos indica que de cada diez viviendas en América
Latina y el Caribe nueve son de baja calidad de acuerdo al
estudio realizad y que fuera presentado en Washington durante el
foro celebrado el pasado mes de octubre del 2018.
En el
encuentro para valorar la falta de vivienda en la región y
sus secuelas, Tatiana Gallego, jefa del Departamento de Vivienda y
Desarrollo Urbano del BID, expuso que hay un 6% de falta de vivienda
en áreas urbanas en América Latina y el Caribe en discordancia con un
94% que no tiene una vivienda digna.
Una
gran parte de los latinoamericanos y caribeños necesitan de servicios
básicos de agua (9%), saneamiento, (15%), y electricidad (4%); viven hacinados
(6%), sobre suelos de tierra (6%) o con paredes y techos pobres (5%).
En
su informe Tatiana Gallego manifestó “que un factor determinante en la calidad
de la vivienda está vinculado a la dificultad para acceder a fuentes de
crédito. La mitad de la población en la región trabaja de manera informal y en
muchos países los préstamos de vivienda son en dólares y no en la moneda
nacional”.
VENEZUELA:
UN CASO INJUSTIFICABLE
A veces uno piensa de
como un país como Venezuela, sus habitantes caen en tanta pobreza como la que estamos viviendo, con recursos
naturales que nos ubica como uno de los países más ricos del planeta, donde el
Arco Minero es una muestra de lo que realmente poseemos. Tenemos la mina de oro
más grande que se pueda ubicar en la superficie de la tierra, igualmente pasa
con el thorium, el coltan, el gas, el petróleo, el carbón, el diamante –entre
otros- recursos naturales que es propiedad de todos los venezolanos y que en la
actualidad explotan los grandes conglomerados que en términos concretos tomaron
posesión del 12,5 % del territorio nacional y donde nuestros originarios son
desplazados e incluso asesinados en sus propios territorios y para completar
con daños ecológicos irreversibles que hieren nuestro espacio geográfico de
manera mortal. Todo eso se está ejecutando en nombre de la democracia, del
desarrollo y del propio capitalismo de estado, llamado por el gobierno como
socialismo del siglo XXI.
Como justificar en
Venezuela, con los recursos que poseemos que el 48% de nuestros hogares
registren un nivel de pobreza elevado en el 2014 y para el año 2015 sube al
73%, según encuesta de ENCOVI, donde las universidades como la UCV, UCAB y USB participaron.
La analogía entre
miseria extrema y no extrema también intranquiliza. La primera suele ser mucho
menor a la segunda por cuanto la carencia extrema indica una situación en la
que amenaza la misma subsistencia, la dificultad de alimentarse con los
ingresos que se perciben. Según los datos de ENCOVI “la medición de 2014 la
pobreza extrema alcanza el 23,6% quedando la no extrema en 24,8% (casi
iguales). Pero aún peor, para este 2015 la pobreza extrema se ubicó en 49,9% de
los hogares y la no extrema en 21,1% (que suman el 73% antes comentado), es
decir que, en términos de ingresos, casi 1 de cada 2 hogares venezolanos no
puede dar por segura su alimentación y, lamentablemente, se afianza la
condición de pobreza de los mismos”.
Pero la situación, no se
quedó ahí. El 7 de noviembre del 2018, desde Santiago de Chile la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA o más
conocida como FAO (por sus siglas en inglés), afirma que Venezuela tiene la
tasa de hambre más alta de Latinoamérica, al respecto señala: “El hambre en
América Latina y el Caribe aumentó en 2017 por tercer año consecutivo y se
convirtió en un problema que afecta a 39,3 millones de personas, el 6,1 % de la
población de la región, advirtió la
FAO”.
El país en el que más
aumentó el hambre es Venezuela –informó la FAO-
donde la cifra de personas desnutridas se disparó en 600.000 entre los
años 2014 y 2017. Las cifras forman parte del informe “Panorama de la seguridad
alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2018”, elaborado junto
a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Unicef y el Programa Mundial
de Alimentos (WFP).
El escrito destaca
también que la obesidad se ha convertido en la mayor amenaza nutricional de Latinoamérica,
donde cada año hay 3,6 millones de obesos más y el sobrepeso afecta a 250
millones de personas, el 60 % de la población de la región.
El informe, difundido en
la sede regional de la FAO, en Santiago, destaca que el hambre ha tenido una
tendencia al alza en los últimos años, con un incremento de 200.000 personas
desnutridas entre 2015 y 2016 y de 400.000 entre 2016 y 2017, cifras que
muestran que “la velocidad del deterioro está aumentando”.
En Argentina, Bolivia y
Venezuela, además, el número de personas desnutridas ha subido año a año desde
2014. La situación es especialmente preocupante en Venezuela, donde hay 3,7
millones de habitantes subalimentados, el 11,7 % del total.
La cifra de desnutridos
en ese país ha pasado de 1,1 millones en el bienio 2010-2012 a 3,7 millones en
2015-2017, con lo que Venezuela se acerca a la realidad que había a comienzos
de este siglo y pierde los avances logrados en la década anterior, señaló la
FAO”.
La información salida de
Santiago de Chile el 7 de noviembre indica “El hambre en América Latina y el
Caribe aumentó en 2017 por tercer año consecutivo y se convirtió en un problema
que afecta a 39,3 millones de personas, el 6,1 % de la población de la región,
advirtió hoy la FAO”.
El país en el que más
aumentó el hambre es Venezuela, donde la cifra de personas desnutridas se
disparó en 600.000 entre los años 2014 y 2017, precisó la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las cifras forman parte
del informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América
Latina y el Caribe 2018”, elaborado junto a la Organización Panamericana de la
Salud (OPS), Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (WFP).
El documento destaca
también que la obesidad se ha convertido en la mayor amenaza nutricional de
Latinoamérica, donde cada año hay 3,6 millones de obesos más y el sobrepeso
afecta a 250 millones de personas, el 60 % de la población de la región.
El informe, difundido
este miércoles en la sede regional de la FAO, en Santiago, destaca que el
hambre ha tenido una tendencia al alza en los últimos años, con un incremento
de 200.000 personas desnutridas entre 2015 y 2016 y de 400.000 entre 2016 y
2017, cifras que muestran que “la velocidad del deterioro está aumentando”.
En Argentina, Bolivia y
Venezuela, además, el número de personas desnutridas ha subido año a año desde
2014. La situación es especialmente preocupante en Venezuela, donde hay 3,7
millones de habitantes subalimentados, el 11,7 % del total.
La cifra de desnutridos
en ese país ha pasado de 1,1 millones en el bienio 2010-2012 a 3,7 millones en
2015-2017, con lo que Venezuela se acerca a la realidad que había a comienzos
de este siglo y pierde los avances logrados en la década anterior, señaló la
FAO.
Haití sigue siendo el
país de la región con una mayor incidencia del hambre con 5 millones de
personas, el 45,7 % de su población, seguido de México con 4,8 millones,
equivalente al 3,8 % de los habitantes.
Pese a esto, Haití y
México, junto a Colombia y República Dominicana, son los únicos cuatro países
latinoamericanos en los que la desnutrición ha disminuido desde 2014.
En otros once países la
cantidad de personas subalimentadas se mantuvo sin cambios en 2017: Chile,
Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua,
Panamá, Paraguay y Perú.
Enrique Contreras
Ramirez
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