Los seres humanos normalmente podemos pensar que
cuando un ciudadano asciende a posiciones de importancia y pasa a dirigir una
corporación o una entidad gubernamental, trata de hacer lo mejor para
trascender en el tiempo. Cuesta creer que la gestión realizada propenda a lo
negativo o lo quiere hacer de una manera contraria al interés nacional.
Una muestra de ello fue el prólogo escrito por Teodoro
Petkoff, del libro de Rafael Caldera de Carabobo a Punto Fijo, en el cual, el
exguerrillero trasmutado en demócrata y estadista, hace un reconocimiento a la
labor excepcional realizada por el fundador del humanismo cristiano en
Venezuela, basada en la amistad y vivencias construida por ambos, tanto en lo
político como en su condición de conductor del solio presidencial.
Nosotros los varguenses quisiéramos hablar bien de
nuestros gobernantes, no escribir de temas escatológicos, como el escrito
anterior acerca de que Vargas es una cloaca a cielo abierto, pero lo acontecido
durante los últimos 20 años en nuestra región, nos da pie a pensar acerca de lo
malévolo y pendenciero que han sido los gobernantes chavistas en nuestra
entidad regional.
Obviamente
que cuando se transita por la principal arteria vial del estado y observamos
las obras de la plaza Bolívar y el terminal de pasajeros de La Guayra, los
relojes de la plaza El Cónsul y el Trébol, ambos inservibles; luego la plaza
Bolívar y el terminal de Pasajeros de Catia La Mar, así como las jardineras con
sus palmeras, lo cual resulta un bochorno por su estética, pero que han
resultado un tremendo negocio para la familia gobernante, algunos pensaran que
este gobierno ha mejorado el ornato de la región.
Hay
otras acciones como la desarrollada con las canteras, calizas, piedras y
arenas, lo que resulta una incógnita para el ciudadano común que no sabe a
quién o a dónde van los recursos que generan dichas canteras. Pero lo
paradójico del caso, es que, en esta materia, el gobierno regional actúa de la
misma manera que el nacional al saquear el arco minero.
Las
obras en las parroquias rurales como Carayaca, Caruao y lo realizado con el
teleférico en Galipán es para tomar palco, dadas las informaciones
suministradas por los patriotas cooperantes, acerca de los negocios realizados
por las cuantiosas comisiones logradas a través de los mosqueteros del
gobernador sin importarles las violaciones a la ley orgánica, así como a la
penal del ambiente, ya que este gobierno regional, al igual que el nacional,
aduciendo
la soberanía bolivariana, transgrede de una manera contumaz la constitución
nacional, sin importar las consecuencias que ello acarree para el ciudadano
común así como para el estado de derecho.
Una
cosa muy concisa, es que todas estas obras aparte de su función pública han
tenido una motivación especial dentro del plan gubernativo, y han sido las
ingentes y cuantiosas comisiones que le han deparado al equipo y familia
gobernante.
Lo
que hemos expresado es la realidad, visualmente esas obras adornan la
geografía, pero podemos decir lo mismo en cuanto al funcionamiento de los
servicios públicos, que son los que permiten el disfrute de la calidad de vida.
Que dice el ciudadano común en cuanto a la dotación de agua, la atención y
prestación de los centros de salud, del transporte, de educación, la
adquisición de alimentos, lo común que resultan ahora las calles inundadas de
aguas negras, entre tantos servicios.
Porque
el gobierno regional no pone el mismo empeño en solucionar el problema del
transporte y busca reparar los cientos de autobuses Yutong que están
pudriéndose en Camurí Chico. Será que no dejan la misma ganancia que la
suntuosa y faraónica Cinta Costera de Punta de Mulatos a Macuto, la cual va resultar
agradable para los caminadores, pero lo lamentable para ellos es cuando lleguen
al seguro social de La Guayra, lo encuentren desasistido de servicios y de
medicinas, como todos los centros dispensadores de salud de la región. Pero eso
no importa, lo medular para el ciudadano gobernador es satisfacer su ego
gubernamental y narcisista de disfrutar de dicha cinta y de su pirámide de
agua.
Van
20 años de gobierno del socialismo del siglo XXI, cuya finalidad es imponer
ideológicamente el plan de la patria, durante los cuales no se ha incrementado
la dotación de agua para el estado, más bien se le ha quitado, debido a que la
aducción que nos venía del Tuy III, se desvió para Ciudad Caribia y el
gobernador se hizo la vista gorda, como todo lo relativo a servicios públicos y
ni siquiera alzó su voz en la reuniones del consejo federal de gobierno, en la
cuales ha logrado constantemente los recursos para las obras suntuosas que le
interesan a él y su combo de mosqueteros.
Eso
no es lo queremos para nuestro estado. Vargas ha tenido la mala fortuna de
estar al lado de Caracas, éramos y seguimos siendo un valor agregado para la
capital, somos el desahogo de las intemperancias de sus habitantes, quienes nos
vistan los fines de semana para reducir sus stress y ahora con esta peste
militar dirigiéndolo no apreciamos ningún viso de acción que incida a buscar
mejores condiciones de vida, de progreso y de desarrollo para los varguenses.
Es
momento de pensar, recapacitar, que hacemos nosotros los ciudadanos demócratas
desgastándonos en intrigas internas, como lo acontecido con la discusión en
torno del mercenario de Zapatero, quienes lo ven con buenos ojos y no lo
rechazan, suponemos que están jugando con él y algo cobraron. Es que acaso el
estado de indigencia que está viviendo la ciudadanía que no accesa a bienes y
alimentos le importa a quienes detentan el poder y a los que ayudan a Zapatero.
Ese es un problema vital para nuestro país, el cual, de acuerdo a la última
evaluación realizada por la CEPAL, acerca de la situación económica
latinoamericana nos coloca al lado de Haití en cuanto a pobreza y marginalidad.
Ese
es un problema vital que hay que revertir y a él debemos dedicarnos los
demócratas, trabajar mancomunadamente para hacerle entender a la ciudadanía lo
pernicioso y nefasto que ha resultado la gestión de la bota militar, tanto a
nivel nacional como regional. Vargas requiere gobernantes que la quieran, que
se preocupen por sus ciudadanos, y eso se demuestra con amor, porque regalar el
dinero del estado a través de bonos no es ninguna solución, si con el mismo no
se puede comprar un kilo de carne. Lo ideal es que el gobierno se ocupe de
ingeniar políticas que le permitan al productor, empresario y emprendedor,
incrementar la productividad en su especialidad y el ciudadano tenga acceso a
dichos bienes y mejore su ingesta alimentaria, así como cuando abra el grifo
salga agua para sus necesidades vitales.
Por
ello los demócratas pensamos en políticas públicas, lo básico para una gestión
de gobierno y en ello debemos actuar y diseñar para cuando salgamos de este
pésimo gobierno, que de acuerdo a los vientos que otean el horizonte, parece
que está llegando a su fin, y al salir de esto, no incurramos ni practiquemos
los errores ya cometidos.
Rubén G. Contreras G.
rubencontrerasg@gmail.com
@RubenContreras
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