Hace algún tiempo, culminando mis estudios
universitarios, analizaba con mi tía Filotea todo el sabor y el alcance de la
historia en una novela y le decía que no era tarea sencilla. Ella, una analista
de primera de acontecimientos del Mundo Antiguo, señalaba que “los mejores
novelistas pueden entrelazar personajes ficticios junto con una intriga
fascinante, y además, pueden incluir detalles vívidos que los lectores sienten
como si estuvieran presentes en la acción”.
Los temas en juego no son menos relevantes hoy en día,
en algunos casos, miles de años después, tienen plena vigencia y hasta parecen
una copia del pasado. Recordando este diálogo con mi tía, me puse a leer libros
que traten del tiempo antiguo y allí me encontré con el escritor británico
Robert Harris, quien ha estado recreando hábilmente las últimas décadas de la
República Romana empapadas de sangre, contadas desde el punto de vista del
renombrado abogado, político, lingüista y orador, Marco Tulio Cicerón.
Ambientada durante el último aliento de la República,
el volumen final de la trilogía de Cicerón de Harris, “Dictador”, narra los
encuentros fatídicos del gran estadista romano con Julio y Augusto César. Los
primeros dos libros, Imperium y Conspirata, contaron acontecimientos familiares
solo para aficionados a la historia clásica: el ascenso de Cicerón de la
oscuridad relativa para convertirse en uno de los abogados, oradores y
escritores más importantes de Roma y, en el año 63, antes de Cristo, conseguir
el cargo más importante: cónsul.
“Dictador”, comienza con el exilio de Cicerón después
de enfrentarse a Julio César, el brillante general cuya peligrosa ambición solo
Cicerón parecía comprender. La trama se precipita hacia el incidente más famoso
de toda la historia romana: el asesinato de César, quien se vuelve demasiado
poderoso y es aniquilado por un grupo dirigido por Gaius Cassius Longinus,
Decimus Junius Brutus y Marcus Junius Brutus. El Senado se muestra timorato y
ante sus vacilaciones, Marco Antonio se hace con el poder.
La historia se cuenta a través de Tiro, secretario del
político, que detalla los últimos quince años de su jefe. Comienza con el
abogado huyendo de Publio Clodio Pulcher y su mafia en Roma y yendo al exilio
en Tesalónica. Él puede regresar a Roma después de más de un año bajo la
promesa de apoyar a Julio César. De regreso en Roma, intenta revivir la
República romana, pero las fuerzas en contra de esto son muy fuertes. La regla
de un triunvirato, Julio César, Pompeyo y Craso, finalmente se convierte en el
gobierno de un solo hombre cuando César toma el control a través de la guerra
civil.
En manos de Harris, los otros actores principales
emergen completamente redondeados: Cato, el estoico intransigente; Pompeyo,
valiente pero vanaglorioso; Craso, codicioso y egoísta; Brutus, a quien Cicerón
temía "puede haber sido educado de su ingenio"; Julio César, cuyo
"éxito lo había hecho vano, y su vanidad había devorado su razón"; y Marco
Antonio, que tiene todas las peores cualidades de César y ninguno de los
mejores.
No es difícil ver por qué este período de tiempo en
particular, el siglo pasado antes de Cristo, es tan atractivo para escritores y
cineastas. Hay mucho material con discursos fogosos, alianzas políticas
cambiantes, asesinatos brutales, guerras, exilios, persecuciones, torturas,
entre otros. La historia es tan rica que parece inagotable. La saga completa y
ajetreada de Harris abarca todo, desde la perspectiva inteligente y conflictiva
de Cicerón, “un brillante y defectuoso superviviente político que lucha no solo
por su propia vida, sino por el de toda la república condenada”.
Dictador es una novela publicada en 2015. Es una
biografía de Cicerón y un tapiz de Roma en la época de Pompeyo, Craso, Cato,
César, Clodio y finalmente Octavio. “Es una magnífica novela histórica que
descubre a un hombre brillante e imperfecto, temeroso y valiente, protagonista
de uno de los momentos más convulsos de la Roma antigua: el fin de la
República”, escribe Harris. Hubo un tiempo en que Marco Tulio Cicerón tenía a
Julio César en su mano y que de haberla cerrado, lo habría destrozado.
Este relato puede contener varias lecciones, las
cuales, creo debieran ser asimiladas por los dirigentes políticos de nuestra
época. Tras la muerte de Cesar, el Senado debió asumir el poder y no lo hizo, allí
se presentó un evidente vacío de poder, el cual fue ladinamente llenado por
Marco Antonio. Cicerón pudo desplazar al Cesar pero no lo hizo. Esto me permite
asimilar una primera enseñanza, que tal como se dice en términos beisboleros:
quien no hace, le hacen. Una segunda lección que puedo intuir en este relato,
es que, tal como he señalado en alguno de mis artículos: la política es la
única actividad que no ha evolucionado nada a lo largo de la historia, ya que,
desde los tiempos de los griegos, todos los problemas se resuelven con
puñaladas y venenos.
Noel Álvarez
Coordinador nacional del Movimiento Político GENTE
Noelalvarez10@gmail.com
@alvareznv
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