El enfoque
que algunos medios y agencias importantes del mundo han tenido sobre lo
ocurrido en Venezuela con la asunción de Juan Guaidó como Encargado de la
Presidencia de la República de Venezuela de conformidad con nuestro
ordenamiento constitucional, vale la pena comentarlo por lo desacertado e
insistente.
Se ha
reiterado en aquellos de que se ha tratado de una "autoproclamación"
o "autojuramentación", o en el mejor de los casos, de que estaríamos
ante una situación de "doble legalidad" en nuestro país.
No estamos
seguros si tal enfoque equivocado se hace ex profeso, respondiendo a intereses
políticos/ideológicos, o si más bien es producto de la ignorancia de las
circunstancias que envuelven el caso y de nuestras leyes o de la ligereza de
ciertos profesionales de la prensa, pero lo cierto es que con ello se
desorienta a la opinión pública nacional e internacional, afectando
negativamente un acto político, sin duda, legítimo, incuestionable.
No. No
estamos ante un acto espurio, que no tenga fundamento político y jurídico.
De más está
ya decir que al no haber un presidente elegido según nuestro orden legal,
porque la supuesta elección del 20 de Mayo de 2018 no fue tal, se ha
configurado una situación de vacío al frente de la Presidencia de la República,
razón por la cual corresponde al parlamento, órgano legítimo de la
representación popular, asumir la conducción del ejecutivo mientras no tengan
lugar nuevas elecciones.
Y Guaidó,
como cabeza de esa instancia democrática, tomó la responsabilidad con la
aprobación de ese cuerpo representativo de la nación.
Por tanto,
no se puede hablar como ligera o intencionadamente lo han hecho periodistas del
mundo, de una autodesignación o de una doble legalidad.
En
contraste, quien sí se ha autoelegido y autoproclamado presidente es Nicolás
Maduro. Su “elección” fue una farsa electoral que no solo los venezolanos
conocemos sino que la mayoría de las democracias del planeta están conscientes
de ello, por lo que no reconocen al gobierno chavista usurpador.
Ir a
juramentarse ante el Tribunal Supremo también fue una bufonada sin sustento
constitucional.
Mal se puede
hablar entonces de una "doble legalidad", porque una sola, la que aún
se mantiene en vigor, indica que hoy Maduro ha tomado ilegítimamente el poder
sentado en las bayonetas oxidadas de una oligarquía militar que ha pisoteado
sus principios y las leyes de la República.
Y la
legalidad vigente de nuestro país avala el curso que ha seguido la Asamblea
Nacional y su Presidente.
Harían bien
los medios y agencias de noticias del mundo en informarse adecuadamente sobre
las circunstancias reales que rodean la toma de posesión del Encargado de la
Presidencia de Venezuela, Juan Guaidó. De esa manera cumplirían mejor con su
importante labor de informar verazmente al público que los lee, ve y oye.
Emilio Nouel
V.
@ENouelV
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