El régimen de Maduro se hunde. ¿Qué hará Cuba? Según
una encuesta reciente el 83.7% de los venezolanos quiere salir urgentemente de
ese señor obeso y atontado. Prefiere al ingeniero Juan Guaidó. A Maduro sólo lo
respalda un 4.6%. El resto no responde o no sabe.
Guaidó, tiene la clara preferencia de la sociedad, el
apoyo de más de cincuenta países democráticos y de los organismos
internacionales más acreditados: la OEA, el BID, el Parlamento Europeo, el
Grupo de Lima. Maduro, en cambio, sólo tiene el respaldo de Irán –otro
apestado-, Rusia, China,Turquía, Bolivia, Cuba, Nicaragua, El Salvador y la
algarabía de las narcoguerrillas colombianas acampadas en Venezuela: las FARC y
el ELN.
Repito: ¿qué hará Cuba? Los operadores políticos
cubanos coinciden con este análisis, pero eso sólo aparece en los papeles (no
tan) secretos que envían casi diariamente a La Habana en valija diplomática. No
se fían de los teléfonos ni de Internet ni de los mensajes cifrados. Mientras
tanto, Rogelio Polanco, el embajador cubano ante Venezuela, les pide a los
chavistas que resistan. Lo acaba de hacer en la inauguración de la cátedra
universitaria “José Martí-Fidel Castro” en la “Universidad Nacional
Experimental Simón Rodríguez” en el Petare. Cuba, ha dicho, ha podido resistir
el asedio de Estados Unidos durante décadas. Venezuela puede lograr los mismos
resultados si cava trincheras y pone rodilla en tierra. La orden es resistir.
Cuba, heroicamente, está dispuesta a pelear hasta el último venezolano.
Polanco sabe que lo que dice no es cierto, pero no ha
sido colocado en esa posición para decir la verdad, sino para tratar de salvar
la ayuda y los subsidios a la Isla. Ésa es su misión. Es un periodista
vinculado a la Inteligencia convertido en diplomático, y no un profesor de
ética. Sólo que se le ve la incomodidad por el desencuentro entre lo que
realmente cree y lo que se ve obligado a decir. Polanco no ignora que el nivel
de caos y desorden en Venezuela es mucho mayor que en Cuba.
Maduro, como a casi toda la estructura de poder
cubana, le parece un idiota, pero está obligado a sonreírle. La inflación es de
varios millones anuales. El desabastecimiento es absoluto. La falta de
medicinas bordea la criminalidad. El índice de asesinatos es altísimo. Es más
probable morir violentamente en Caracas que en el Kabul de los afganos. A lo
que se agrega la decisión de Estados Unidos de enterrar la dictadura de Maduro
antes que el desguace y el éxodo descontrolado de Venezuela afecte aún más a
toda la región.
La dictadura cubana, desde la muerte de Kennedy, ha
sido consentida por Washington. Primero por la protección de la URSS, luego por
la convicción generalizada de que estaba condenada a desaparecer y no valía la
pena arriesgarse para tratar de liquidarla. Eso lo escuché numerosas veces en
Estados Unidos. Ante la incertidumbre de una caída estrepitosa, prevalecía la
idea de no hacer nada por temor a un éxodo desbordado y al costo tremendo de
reconstruir un país sometido a décadas de incuria comunista. ¿Para qué matar un
mosquito a cañonazos si morirá a corto plazo? Clinton, incluso, le concedió
veinte mil visas anuales a Castro para aplacarlo. Era la válvula de escape. No
había prisa. En el fondo, existía la secreta aspiración de que fuera a otra
administración a la que le tocara pechar con el inevitable fin del castrismo.
Esa actitud nada tiene que ver con el comportamiento
activamente hostil del gobierno de un Donald Trump decidido a apretarle las
clavijas financieras a la dictadura de Maduro hasta lograr que se asfixie.
Estados Unidos es el amo financiero del planeta. Tiene el 22% del PIB mundial y
el 80% de las transacciones comerciales se realiza en dólares que transitan por
el sistema bancario americano. Eso le permitiría, por ejemplo, prohibir el
envío de remesas a Cuba y tratar como enemigos a los países que rompan el
embargo. En sesenta días la enorme pobreza de Cuba se convertiría en una
miseria absoluta que afectaría a la clase dirigente cubana y haría estallar la
olla.
Vuelvo a la pregunta original: ¿qué hará Cuba? Los
síntomas son que, mientras les exige a los venezolanos que resistan,
secretamente estaría repatriando a sus tropas y a sus interventores, mientras
borra los discos duros comprometedores. El gobierno cubano es absolutamente
improductivo, pero el rasgo esencial de Raúl Castro es su prudencia. Fidel
hubiera actuado de otro modo mucho más enloquecido, como cuando le pidió a la
URSS que utilizara sus misiles para destruir "preventivamente" e
Estados Unidos, pero, afortunadamente para todos los cubanos, Fidel está
enterrado, dicen, en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba.
*@CarlosAMontaner. El último libro de CAM es una
revisión de Las raíces torcidas de América Latina, publicada por Planeta y
accesible en papel o digital por Amazon.
Carlos Alberto Montaner
@CarlosAMontaner
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