En sus últimas declaraciones sobre la oposición venezolana de la AN, el secretario de estado Mike Pompeo señaló: “Maduro no se fía de los venezolanos. No lo culpo. No debería. Todos estaban conspirando contra él. Lamentablemente, todos estaban conspirando para sí mismos. Éste ha sido nuestro dilema: mantener a la oposición unida ha demostrado ser tremendamente difícil”. Estas declaraciones, dadas ante las principales organizaciones judías estadounidenses y publicadas por primera vez por The Washington Post y luego por CNN, implican con claridad una queja y un reclamo dirigidos al liderazgo de la oposición, que viene apoyando la ruta del cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, pues cada uno viene trabajando para sí y no en forma unitaria.
Pompeo deja claro la actuación del gobierno gringo desde hace bastante tiempo, en apoyo de organizaciones religiosas, concretamente de la Iglesia Católica, para tratar de lograr “que la oposición se uniera”. “En el momento en que Maduro se vaya, todos levantarán la mano y dirán: ‘Desígneme, soy el próximo presidente de Venezuela’. Son más de cuarenta personas quienes creen ser los herederos legítimos de Maduro”. Es claro que conoce las aspiraciones de todos los líderes opositores por la Presidencia de la República, y que las mismas le parecen un estorbo en la vía del logro de la necesaria unidad para vencer a Maduro y al PSUV.
El fracaso del golpe reciente lo atribuye a que los líderes opositores trabajaron para sí mismos, descuidando el éxito de los planes que habían sido elaborados. El gobierno estadounidense deja bien clara su intervención directa en el intento golpista, así como su apoyo a distintas organizaciones religiosas en su lucha contra el régimen de Maduro. El presidente Trump, por su parte, parece haberse retirado de su participación personal directa en el asunto. Una de sus últimas declaraciones se produjo durante la segunda ronda de las negociaciones de Noruega, en las que fue extremadamente cauto, a diferencia de la posición del vicepresidente Pence. Señaló algo como: “Estoy observando la situación, hay varios diálogos por ahí”. Un mensaje por Twitter de Abrams del 6-6-2019 pidió al gobierno que incorporara a los diputados del PSUV a la AN.
La ruta Guaidó, en mi opinión, se debilita crecientemente, lo que abre camino a posiciones mucho más racionales. Es claro de las últimas encuestas (Datanálisis Datincorp), ambas del pasado mes de mayo, que la mayoría de los venezolanos prefiere el diálogo y la negociación. Este grupo, sumado a quienes plantean la insurrección popular y el golpe de Estado como salidas, configura una importante mayoría en función de una salida nacional, sin intervención militar extranjera. Partidos y grupos opositores como el MAS, Soluciones, Cambiemos, COPEI, AP, la Plataforma de Defensa de la Constitución, REDES, el Frente por el Referendo Consultivo, UPP89, entre otros, han señalado la vía electoral, pacífica, nacional y apegada a la Constitución como elementos centrales de sus políticas.
La derrota de la ruta Guaidó, las divisiones de la oposición de la AN y los cambios que se desprenden de lo ya señalado en la posición estadounidense, abren un escenario en el que la salida electoral cobra primera importancia. Aparece entonces como fundamental, ya no el “Maduro vete ya”, sino la designación de un Consejo Nacional Electoral de consenso, equilibrado, independiente como poder, sin tutelaje del TSJ ni de la ANC, confiable para todos, que realice las modificaciones necesarias al REP, al voto asistido, a la conformación de las mesas, a las inhabilitaciones, los testigos y, vital para una democracia futura de mucho mayor nivel, rescate la proporcionalidad electoral del artículo 63 de la Constitución.
El gobierno ya había cedido en Santo Domingo sobre una nueva y paritaria integración del CNE. No hay ninguna razón para que lo deseche en este momento, cuando su situación es más crítica que hace un año. La contrapartida, a esta aceptación gubernamental de un CNE con las características descritas, sería el cese de las sanciones económicas y diplomáticas contra el país y el reconocimiento de Nicolás Maduro como Presidente. El rescate de la proporcionalidad se haría de una forma muy sencilla, pues bastaría con solicitarle al TSJ que declare inconstitucionales los artículos de la LOPRE que violan la proporcionalidad electoral. El CNE designado se encargaría de todas las elecciones futuras: Referendo Consultivo y las que se deriven del mismo, si lo hubiere; Asamblea Nacional, Revocatorio Presidencial, gobernadores y consejos legislativos, alcaldes y concejos municipales, y Presidenciales si fueren procedentes.
De lograrse estos acuerdos, las partes, que desde el principio deberían incluir a la oposición que no se dejó seducir por los atajos de siempre, seguirían buscando consensos que vayan enfrentando el resto de los problemas de la crisis, sobre todo aquellos que golpean a los venezolanos: la escasez, la hiperinflación, la insalubridad, los pésimos salarios, la improductividad, el déficit de los servicios, la inestabilidad monetaria, el respeto del debido proceso y de los DDHH, los presos políticos y los exiliados y la inseguridad personal. De actuarse en esta forma, la recuperación de la república arrancaría junto con los cambios electorales y políticos.
Luis Fuenmayor Toro
@LFuenmayorToro
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