Los venezolanos tenemos muchas razones para protestar. Las tenemos todas. Atrapados en un país que no funciona, que no nos da ninguna certeza, que nos amenaza desde hace tiempo con la caída al abismo, lo verdaderamente difícil es seguir encontrando razones ente los escombros para quedarnos. Pero a pesar de tener todas las razones para protestar, no podemos confundir la protesta genuina, el reclamo necesario, el quejido inevitable, con los objetivos que estamos obligados a perseguir y con la organización necesaria que debemos exigirle a quienes lideran el movimiento que pretende conseguir el cambio.
Volcados a las calles en nuevas marchas, muchos demuestran que la golpeada voluntad todavía existe y que están dispuestos a perseguir sus sueños. Los que salieron a marchar el 16 de noviembre salieron porque aún tienen energías para plasmar en el asfalto su protesta. Pero los que convocados por la esperanza se sumaron a las multitudinarias manifestaciones de principios de año, y que esta vez no salieron, tienen los mismos motivos para protestar, la misma sensación de estar perdiendo el país con cada día que pasa, la misma necesidad de creer que es posible un cambio que les permita quedarse.
A estos que no salieron, a los que con las mismas razones que todos no se sintieron convocados por el llamado, no hay que silenciarlos. Hay que escucharlos como hay que escucharnos a todos si no queremos que el movimiento que impulsa el cambio se termine pareciendo al que habiendo silenciado toda disidencia entre sus filas, se siente dueño de Miraflores y de este país que es de todos.
Un liderazgo que en momentos tan difíciles se aferra a su terquedad y refuerza con acero ese chaleco de fuerza que se puso por voluntad propia en lugar de replantearse la ruta de tres pasos que empieza por un cese de la usurpación que solo podrá conseguirse si el orden se invierte y trabajamos para expresarnos electoralmente, no puede ser visto por la mayoría que se opone a lo muy malo que ya tenemos como alternativa de poder. Supeditar la lucha a ese primer paso imposible que depende del otro es condenarla a morir.
Necesitamos una oposición que se atreva a cambiar para conseguir el cambio que necesitamos.
Adriana Moran
@NuevaTec47
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