sábado, 21 de marzo de 2020

ALFREDO M. CEPERO: TERROR EN LAS HUESTES DE ATILA

…. así como Atila y sus huestes iniciaron la caída del Imperio Romano, Bernie Sanders y sus bárbaros amenazan con hacer una guerra de tierra calcinada.

Después del raquítico desempeño de Joe Biden en las primerias de Iowa y de New Hampshire, las huestes fanáticas que siguen a Bernie Sanders dieron como segura la postulación de su candidato en la convención demócrata del próximo 13 de julio en Milwaukee. Mike Bloomberg, por otro lado, aumentó sus anuncios de campaña con la esperanza de convertirse en el sustituto de Biden como alternativa al radioactivo Bernie Sanders. Pero cuando Biden resucitó gracias al congresista James Clyburn y al electorado negro de Carolina del Sur, Bloomberg se retiró de la campaña y la vieja guardia del partido demócrata cerró filas junto al ex Vicepresidente.

Todo esto indica que, aunque los neo-comunistas hacen más ruido en los medios sociales, los moderados todavía son mayoría en el Partido Demócrata. Esta mayoría sabe además que, aunque Bernie Sanders esconde su verdadera ideología diciendo que es un social demócrata, su retórica y su conducta lo muestran como un neo-comunista congénito.

Por mi parte, me quito por un momento mi sombrero republicano y felicito a los demócratas por haber confrontado un golpe de estado que habría destruido a su partido y cambiado en forma radical a la nación americana. Porque una democracia saludable demanda la participación de más de un partido. Si alguno lo duda pase revista a la indefensión de los ciudadanos bajo los regímenes de partido único de China, Rusia, Cuba y Venezuela.

Pero esta gente de la izquierda vitriólica no va a izar la bandera blanca. Por el contrario, así como Atila y sus huestes iniciaron la caída del Imperio Romano, Bernie Sanders y sus bárbaros amenazan con hacer una guerra de tierra calcinada. Odian las instituciones, las  leyes y la cultura de los Estados Unidos a tal punto que, si no pueden cambiarlas, prefieren hacerlas desaparecer. Según reza la leyenda, por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba. Pero es obvio que el septuagenario de Sanders no es jinete capaz de cabalgar siquiera en una yegua famélica.

Por otra parte, después del triunfo de Biden en las elecciones primarias de Carolina del Sur la campaña electoral demócrata dio un giro de 180 grados. El  establecimiento del partido presionó a los aspirantes a abandonar la campaña y declarar su apoyo al vicepresidente. La senadora Amy Klobuchar, el alcalde de South Bend en Indiana, Pete Buttigieg y el ex congresista Beto O'Rourke participaron en un multitudinario acto político de Biden en el crítico estado de Texas.

Lo mismo hicieron otras figuras de relieve dentro del  partido. El ex presidente del Senado Harry Reid declaró que Biden era "el candidato que podía aglutinar un movimiento representativo de todas las fuerzas políticas con la capacidad de derrotar a Donald Trump". También expresaron su apoyo a Biden funcionarias de alto relieve en el gobierno de Obama como Susan Rice y Samantha Power. Después de mantener un sospechoso y largo silencio dentro de este proceso, el padrino Barack Obama dejaba ver su mano siniestra.

Ante este ominoso panorama, las huestes de Sanders han sido embargadas por el terror y, como la fiera acorralada, han decidido subir la parada girando más a la izquierda. En el curso de un acto en Salt Lake City, Utah, Sanders anunció que había recibido el apoyo del grupo de izquierda "Democracy for America" y de la revista radical "The Nation". Igualmente destacó el apoyo a su campaña de las congresista de la izquierda radical Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley.

Para entender mejor los acontecimientos que se avecinan es importante que tengamos una idea de quién es Sanders como ser humano. Desde el punto de vista cultural, este hombre se identifica como judío pero no cree en la religión judía ni en ninguna otra. En 1960 vivió y trabajó seis meses en un kibutz, en el estado de Israel, fue miembro de la Liga de Jóvenes Socialistas en la Universidad de Chicago y reclamó la condición de objeción por motivos de conciencia durante la guerra de Vietnam. Lo más cercano a una religión es su admiración por el Papa Francisco de quién dice que se siente cercano a sus enseñanzas y que es: "Increíblemente inteligente y valiente". El diablo los cría y ellos se juntan.

Habiendo apuntado quién es Sanders, me parece oportuno señalar quién no es Sanders. No es miembro del Partido Demócrata por el cual ha aspirado a la presidencia en dos ocasiones. Es demasiado radical y arrogante para pertenecer a partido alguno. Sanders es la versión americana del marxismo, el fidelismo, el chavismo y el sandinismo, no sólo por su filosofía de izquierda sino por su conducta totalitaria.  Los demócratas se crearon el problema ellos mismos cuando permitieron que un "enajenado solitario y totalitario" compitiera por la postulación a la presidencia como miembro de su partido.

La ignorancia de este hombre sobre la psicología humana y sobre las leyes de la economía lo han llevado a llenarse la boca diciendo: "Estoy aspirando a la presidencia de modo que, cuando lleguemos a la Casa Blanca, juntos podamos lograr un ambiente de justicia económica, racial y social". Cabe aquí preguntarse, ¿dónde está la varita mágica para hacer realidad esta promesa? Porque el gobierno puede crear las condiciones para el éxito pero no el éxito particular de cada ciudadano. Eso lo lograra cada individuo por sí mismo según sus ambiciones y sus capacidades que son siempre diferentes en los seres humanos.

A mayor abundamiento, veamos ahora los temas principales en el programa de Sanders. Este alucinado ha prometido proporcionar a todos los ciudadanos en forma gratuita educación universitaria, sistema de salud, vivienda, seguridad social, jardines infantiles; así como purificación del medio ambiente y eliminación de las deudas médicas y estudiantiles. Dicho bien claro: una sociedad de zánganos sin incentivos para trabajar ni energías para exigir sus derechos.

Por otra parte, el supuesto salvador del Partido Demócrata tiene los pies de barro y el cerebro desarticulado. Joe Biden es un hombre corrupto y un anciano con obvias señales de demencia galopante. En su medio siglo como político ha recibido donaciones de compañías de tarjetas de créditos, sistemas de salud y de combustibles fósiles. Las mismas que ahora ataca en su aspiración a la presidencia. Sus hermanos y sus hijos se han enriquecido al amparo de su influencia política. El escándalo más reciente el de su hijo Hunter recibiendo prebendas exuberantes de compañías chinas y ucranianas.

Sus lagunas mentales producen una inmensa lástima. No recuerda el nombre de los lugares en que se encuentra, cambia el nombre de los periodistas que lo entrevistan, se olvida de las palabras del juramento a la bandera, dice aspirar al senado cuando pide el voto para presidente y llega a confundir a su hermana con su esposa. Dios nos ampare que llegue a ser presidente porque, si llegara, sería manipulado por los peores elementos siempre a la caza de privilegios y sinecuras.

Por todos estos obstáculos todavía podrían haber sorpresas que conduzcan a una convención abierta en el próximo mes de julio. Ni Sanders ni Biden y el peligro para los demócratas de un candidato improvisado tratando de mantener un equilibrio incestuoso entre los moderados y los neo comunistas. Lo que implicaría la alta probabilidad  de que se repitieran los desastres de George McGovern en 1972, en que Nixon le ganó 49 de los 50 estados y de Walter Mondale en 1984 en que Reagan le hizo lo mismo a su adversario. De todas maneras, los demócratas deben de apretarse los cinturones para el circo político que tendrá lugar en su convención de Milwaukee. Lo que se juegan es la existencia de un partido que, al igual que el republicano en estos mementos, representó una vez los verdaderos valores de la democracia americana.

Alfredo Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de www.lanuevanacion.com
Desde Estados Unidos

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