Hay sorpresas cada día cuando menos lo esperas
En medio de una pandemia mundial y una caída masiva en los precios del petróleo, la larga emergencia humanitaria de Venezuela, la polarización política y el desplome económico han hecho que el país sea especialmente vulnerable. Mas vulnerable de lo que ya era en el pasado.
En el contexto de un colapso económico mundial y una pandemia histórica, el sistema dependiente del petróleo de Venezuela es especialmente frágil, empeorado por dos décadas de ingresos petroleros mal administrados que no lograron diversificar la economía o invertir de manera sostenible en atención médica o alimentos y agua básicos. Infraestructura, etcétera. Es muy larga la lista de calamidades que hoy sufrimos, para estimular una mejor calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Sin embargo, hoy se me antoja que esta crónica debería escribirse en clave de optimismo. De real optimismo y en todo el espectro de nuestras vidas.
Sin saber cómo o por qué, la vida siempre te sorprende cuando menos lo esperas. ¿Es posible que no tengamos ningún control sobre nuestro destino y este flujo vital que nos envuelve por estos los días?
Ciertamente lo hacemos. Lo que sucede es que muchas veces somos nosotros mismos quienes cerramos las puertas a nuestras propias oportunidades, a estos cambios, a estos actos fortuitos cubiertos de positividad y esperanza a la que todos tenemos derecho.
La vida es un carrusel extraño donde los buenos y los malos nos visitan en igual medida. Pero somos nosotros, con nuestras actitudes y pensamientos, quienes debemos empujar esta rueda para que siga girando, con optimismo y esperanza renovada para que, al final, llegue lo que merecemos.
La suerte no va a llamar a nuestra puerta simplemente porque lo deseamos. De hecho, sabemos que solo porque siempre nos comportamos con integridad y nobleza, no significa que siempre seremos bendecidos con buena suerte. El destino no parece funcionar de esa manera.
Ahora, todo depende de cómo te eleves a la vida misma. A veces, el que se levanta firme y alto, con orgullo y su escudo levantado, termina roto. A veces es mejor ser como mazorcas de maíz en un campo y adaptarse al viento que viene, ser flexible, ligero y paciente.
La vida, como todo en este mundo, tiene su propio ritmo. Tienes que saber escuchar, prestar atención y mirar tú día a día con una mente y un corazón abiertos. Siempre te vendrán cosas buenas si crees, si sientes que te lo mereces y sabes cómo comportarte.
Dicen que las cosas buenas de la vida aparecen para darnos felicidad y las malas para enseñarnos nuevas lecciones. Ahora, algunas personas no ven esto último como una "lección vital", sino más bien como un castigo del destino mismo.
En la vida, para ser grandiosos y permitirnos tocar las estrellas, necesitamos comenzar en el suelo. No tengas miedo de experimentar fracasos, decepciones. Solo el que acepta, internaliza y deja ir las cosas malas tiene la capacidad de volar libremente y alcanzar el cielo con la punta de los dedos.
Para comprender mejor estas ideas, bastará un simple ejemplo. Imagina que tienes un amigo que acaba de sufrir una contrariedad o pérdida. Intentas ayudar a esa persona, pero se acercan a lo que sucedió, no solo con desilusión, sino también con rabia y resentimiento.
Dejan de creer en el amor, dejan de confiar en las personas y se ven a sí mismos como alguien "que simplemente no está destinado a tener una pareja romántica" por ejemplo. Alguien que no merece ser amado. Este tipo de actitud cierra puertas. No dejan que la vida los sorprenda.
Los pensamientos limitantes son ideas negativas que se consideran hechos, sin serlo realmente. También condicionan nuestras vidas. Muchas veces son causadas por una mala experiencia o porque fueron inculcadas durante la infancia. Las creencias limitantes nos bloquean y anulan, evitándonos nuevas oportunidades de aprendizaje. Y además, a través de ellos nos negamos la capacidad de avanzar, de crecer.
Te invitamos a poner en práctica estos humildes consejos para romper muchas de las paredes internas que tenemos dentro de nuestras mentes y nuestros corazones. Muros que, sin que nos demos cuenta, no dejan que la vida nos sorprenda cuando lo desea.
Sé consciente de ti mismo. Necesitaras hacer un pequeño ejercicio de conocimiento de ti mismo, donde seas capaz de sentir tus propios pensamientos limitantes, miedos y esas cercas de alambre de púas que instalamos en torno a nuestro crecimiento personal.
La vida real no está definida por tus errores o fracasos. Eres lo que superas y lo que te permites ser una vez que quitas las nubes de tormenta de tu horizonte: lo que debes encontrar es tu felicidad.
Una vez que tomes conciencia de ti mismo y establezcas el juicio íntimo necesario, verás que es necesario desterrar algunas de las viejas ideas que nuestros padres e incluso la sociedad misma nos inculcaron. Una vez que seas capaz de caminar libremente, libre de resentimientos y culpa, podrá ver tú día a día con mayores esperanzas. Y ahí es donde realmente encontrarás las cosas buenas de la vida.
Envuélvete en creencias positivas. Creer en ti mismo y crear la persona que realmente quieres ser: de eso se trata. ¿Es realmente tan difícil? En realidad, es así, porque a veces requiere tener que dejar muchas cosas atrás, incluso las personas.
Ten en cuenta que dentro de tu círculo social y personal, puede haber alguien que limite tu crecimiento personal. Y pueden evitar que seas quien realmente eres y deseas ser.
La vida nos atrapará si solo vamos más allá de nuestra línea de comodidad. Y para esto necesitamos ser valientes, romper algunos esquemas y cambiar algunos de nuestros pensamientos anteriores.
La fuerza creativa se puede encontrar dentro de ti. En esta etapa de la vida ya sabes qué es la adversidad, qué es superar una batalla. Por lo tanto, nunca renuncies a tu esfuerzo por mantener tu esperanza y optimismo. Es una ventana abierta que nunca debe cerrarse.
Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es Mejor!
Raul Amiel
raulamiel@gmail.com
@raulamiel
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