miércoles, 20 de mayo de 2020

MARÍA G. MATA C., MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD

Esta semana tuvo amplia difusión un webinar (foro virtual) de las academias en el que distinguidos académicos venezolanos disertaron sobre el covid-19 y los retos sanitarios, económicos, sociales e institucionales que plantea. 

Paralelamente, en los predios de la UCV, comenzó a circular un texto del profesor Víctor Rago Albujas, querido y respetado exdecano de Faces, titulado “Cuarentena y actividad académica”. Estos “hechos comunicacionales” me llevaron a recordar una lectura que hiciera hace ya muchos, muchos años, pero que sigue teniendo vigencia: Misión de la Universidad de José Ortega y Gasset (1930).

La cuestión fundamental, decía Ortega, no es tanto la enseñanza que pueda impartir, como el necesario influjo en la vida pública. La universidad tiene que estar “abierta a la actualidad; más aún tiene que estar en medio de ella, sumergida en ella”, tratando los grandes temas del día desde su punto de vista propio, cultural, profesional o científico.

Como atendiendo este lejano llamado ortegano, voces esclarecidas de nuestras academias (Francisco Javier Pérez, Enrique López Loyo, Flor Pujol, Rogelio Altez, Carlos Ayala Corao, Sary Levy, Werner Corrales), apuntaron la necesidad de cuidar el lenguaje, priorizar la salud, garantizar el Estado de Derecho y pensar el desarrollo económico del país y su inserción en el mundo con un abordaje histórico y social de la pandemia. Su objetivo: acompañar la respuesta a la emergencia y proponer orientaciones de políticas públicas coherentes con nuestros valores democráticos.

El profesor Rago, por su parte, en su impecable texto señala la importancia de trascender las preocupaciones inmediatistas en relación con el cumplimiento de la actividad académica en las condiciones impuestas por la cuarentena, y ocuparse del mantenimiento del “metabolismo basal de la universidad”, que es reflexivo en esencia. Se refiere a la obligación de reflexionar sobre el estado del país y la universidad. Tales cuestiones, dice, susceptibles de tratarse con los estudiantes en la forma limitada que permiten las circunstancias, son, sobre todo, responsabilidad profesoral y deberían por lo tanto “configurar una agenda concreta que otorgara sentido y dimensiones más o menos definidas a las preocupaciones de autoridades y sectores sensibilizados de la planta académica”. El uso del condicional señala su inquietud con relación a la falta de pasos concretos en este sentido.

Ciertamente, si bien las Academias Nacionales y algunas cátedras y centros de investigación han respondido responsablemente a la obligación de reflexionar sobre el país, queda pendiente la tarea de pensar la universidad en el contexto tan difícil que estamos viviendo, sobre todo considerando que el gobierno la quiere muerta.

Sería un error menospreciar la amenaza. La escuela, como institución normal de un país, dice Ortega, “depende mucho más del aire público en el que íntegramente flota que del aire pedagógico artificialmente producido dentro de sus muros”. Los ataques a la autonomía y la infraestructura universitaria obedecen a un plan bien estructurado desde el gobierno para acabar con la conciencia crítica.

Callarse no es una opción. Enfocarse solo en mantener las clases tampoco. La historia reclama de la universidad y los universitarios el empuje necesario para el cambio en gestación. La primera batalla es interna.

Referencias:

Academias Nacionales de Venezuela (2020). Impacto de la COVID 19: Visión de las academias. Foro virtual. Disponible: https://youtu.be/t3GucdsnOOE?t=125

Ortega y Gasset, José (1930). Misión de la Universidad. Revista de Occidente, Madrid, España.

Rago Albujas, Víctor (2020). Cuarentena y Actividad Académica. Post de blog. Disponible:https://ucevistasporlaunidad.wordpress.com/2020/05/16/cuarentena-y-actividad-academica/

María Gabriela Mata
matacarnevali@gmail.com
@mariagab2016
@ElNacionalWeb

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