La era de la democracia civil venezolana que va desde 1958, hasta 1998, sin duda, ha sido la de mayor desarrollo en todo sentido. Ello no quiere decir que estuviera exenta de errores, o vicios.
Sin embargo, el hecho de su instauración en medio de toda clase de dificultades políticas; económicas, y sociales, y luego de largos años de dictadura, la convierten en un hito histórico.
Asedios internos y externos, hacían de la incipiente democracia venezolana, un sistema frágil y proclive al decaimiento, la cual, sobrevivió gracias a la fortaleza de su liderazgo, y la lealtad de los factores comprometidos en su establecimiento.
El Pacto de Punto Fijo, modelo de alianzas políticas de las élites dirigentes para la construcción de un sistema de gobierno estable y alternativo, que auspició la apertura para la construcción de una sociedad moderna con la participación del sector privado de la economía, y la dirigencia organizada de los trabajadores en sus sindicatos y federaciones.
Aun en medio de la suspensión de garantías económicas en el gobierno de Betancourt, hubo participación del sector privado de la economía en libertad. Del mismo modo, se abrió la posibilidad de desarrollo para la clase obrera; se masificó la educación pública, y se comenzó la construcción de la obra civil en todo el país.
El quinquenio del presidente Betancourt, sometido a toda clase de ataques desde distintas posiciones ideológicas internas e internacionales. Los golpes de Estado, y alzamientos militares, fueron derrotados afortunadamente, poniendo a prueba la solidez del liderazgo político, y el interés ciudadano en el establecimiento de un sistema de libertades.
En el del presidente Leoni, consolidación paulatina de la democracia, pero también la continuación del asedio de los comunistas nacionales, auspiciados por la dictadura cubana y la URSS, período dentro del cual, promovieron –entre otras afrentas- la invasión por Machurucuto en 1967, por fortuna derrotados por el entonces glorioso ejército venezolano. Quinquenio difícil, pero que logró derrotar política y militarmente a los enemigos de la democracia venezolana, y comenzar a partir de allí con el proceso de pacificación.
Luego vino el primer gobierno del presidente Caldera, hecho político importante habida cuenta de que con la división del partido Acción Democrática, nació el Movimiento Electoral del Pueblo, dirigido por el maestro Prieto Figueroa, cuya candidatura presidencial dividió la votación de AD, y permitió el triunfo de Copei por breve margen. Continuación de la consolidación de la democracia como sistema, y culminación del proceso de pacificación para la integración mayoritaria de las fuerzas desleales a la democracia, hasta integrarse en la sociedad partidista con amplia participación.
En el 73 se produjo el triunfo arrollador de Carlos Andrés Pérez, marcando un nuevo estilo de liderazgo, signado por el dinamismo. El país accede a la explosión de los precios internacionales del petróleo, y lamentablemente no se cumplió con el mensaje que el propio presidente Pérez había anunciado: ¨Administrar la abundancia con criterio de escasez¨. Por el contrario, esa riqueza súbita pervirtió la forma de gobernar, y comenzaron los más sonados casos de corrupción. Pero también hay que admitir, que se crearon instituciones que fortalecieron y desarrollaron nuestro sistema, tales como el plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho; el sistema nacional de orquestas infantiles y juveniles. Además, se nacionalizó la industria del petróleo y el hierro, entre otras obras.
Luego vino el quinquenio del presidente Herrera, y el país vivió una nueva bonanza petrolera, que tampoco fue aprovechada para el desarrollo del país. La honestidad indiscutible del presidente Herrera, contrastaba con la voracidad y afán de riqueza de buena parte de sus funcionarios. Un hombre vinculado de verdad con la cultura y el deporte, y solidario ampliamente con la lucha de los pueblos centroamericanos por la democracia.
Continuará.
Román Ibarra:
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
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