domingo, 19 de julio de 2020

GRISELDA REYES, ¿HACIA DÓNDE VAMOS COMO PAÍS?ACEP

Inicio este artículo citando al siempre admirado Renny Ottolina: “Nuestro problema como país es dar el gran paso (…), y ese gran paso no será dado en la medida en que no tengamos conciencia como país, en la medida que acudamos a nuestra historia para saber de dónde venimos y para saber hacia dónde nos vamos a proyectar”.

El problema de fondo en Venezuela es un problema de conciencia ciudadana. 

Efectivamente a lo largo de los años nos acostumbramos a delegar en terceras personas –muchas de ellas no capacitadas– la resolución de todos los problemas, mientras una parte importante de la población decidía desentenderse de los asuntos públicos, cuando adoptaba la abstención como modo de protesta –válida y respetable–, pero ineficiente frente a un gobierno que no es democrático y que lleva años desmontando la institucionalidad del país.

Cada individuo tiene derechos, pero cada derecho también lleva aparejado un deber. El sostenimiento de la República, tal como la conocemos, recae en los hombros de sus ciudadanos, en esos individuos que deberían demostrar madurez para cumplir sus obligaciones y responsabilidades.

Desde 1999, el voto es un derecho constitucional de todos los ciudadanos venezolanos, a diferencia de la Constitución de 1961, que lo establecía como un deber. Desde hace 21 años, podemos ejercer o no ese derecho, pero la democracia se garantiza a través del ejercicio del voto, que crea las bases sobre las cuales reposará la institucionalidad del país.

La emergencia que atraviesa Venezuela en estos momentos nos demanda ser ciudadanos activos. De lo contrario no podremos adquirir ni saber, ni poder, ni virtud y en consecuencia no saldremos del triple yugo de la humanidad, la ignorancia, la tiranía y el vicio, que El Libertador Simón Bolívar denunció en el Discurso de Angostura en febrero de 1819.

Al desgobierno que preside Nicolás Maduro, no le conviene que el pueblo evolucione y se haga responsable de sus actos y de los asuntos públicos, es decir, que los venezolanos se empoderen como verdaderos ciudadanos, por eso los sigue sometiendo social, económica y políticamente, para que no haya posibilidad alguna de liberación.

La participación ciudadana garantiza el avance de cualquier sociedad y el sostenimiento de sus libertades. Nos corresponde avanzar, empoderarnos y trabajar unidos para recuperar las libertades perdidas.

¿Y cómo lo hacemos? La respuesta es sencilla. Empecemos por dejar de hacer lo que hemos venido haciendo: en lugar de criticar a todos por todo, vamos a construir propuestas comunes para todos; en vez de pedir la intervención del Estado para que expropie, confisque o controle, vamos a exigir apertura para que el capital privado invierta y genere producción y empleos de calidad; en lugar de pedir bonificaciones y aumentos de salario que no están respaldados por la productividad, vamos a solicitar la generación de más plazas de trabajo para que cada quien se gane el pan con el sudor de su frente.

Un país prospera con educación y trabajo. No hay otra manera de lograrlo. Y como ciudadanos debemos hacer lo que esté en nuestras manos para abrir ese camino. ¿Hacia dónde vamos? Hacia el desarrollo y el progreso de Venezuela. Debemos entusiasmar a los venezolanos para que se sumen a esta ardua tarea que nos lleve a desalojar del poder a quienes durante dos décadas han obrado de manera perversa para someternos por el hambre, la ignorancia, el vicio y la tiranía.

Hoy los ciudadanos venezolanos debemos, como cruzados, blandir como una espada otra frase tan vigente del malogrado Renny Ottolina: “Estamos en guerra contra el atraso, contra la ignorancia y contra la flojera”. Es momento de avanzar.

Griselda Reyes
griseldareyes@gmail.com
@griseldareyesq
https://www.accionciudadanaenpositivo.org/

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