Mi país es una portada complicada de titulares para ensombrecernos. Duelen los párrafos estropeados y las reflexiones pesimistas. Nos tiran migajas para que forcemos sonrisas o aceptemos que nos debe ir mal como norma. Pero depende de nuestra propia carga de fe para contemplar lo que vendrá.
Entre médicos y enfermeras hay más de 70 fallecidos. Conteo endemoniado. Parece no importar. Como si fuese una pequeña cortadura en un dedo. Pero si les duele el deceso de Darío Vivas o sus propios tormentos por seguir hundiendo el barco. La miseria para un pueblo es la mejor manera de seguir a flote. Levitan entre un odio por el prójimo y en sacar lo peor de nosotros.
Me aterra lo que puede hacer el coronavirus en una nación tan vulnerable. Su virulencia no mide territorios ni se esconde para no atacar. Allana cualquier espacio y se come la inocencia de todos. A veces caemos en un hoyo profundo, por no creerles a los bufones del mando. Palabras para agotarnos. Pero el virus está allí y toca a cada familia. No hay estado de gracia. Es una realidad terrible, seria y complicada.
El tiempo corre con su personalidad de incertidumbre. Nos asalta la duda. Me han dicho grandes amigos que tienen una certeza de que no pasará nada. Que Cuba tenía un reloj amarrado al cuello. Se sucedieron 60 años y siguen palideciendo en un sistema ya aceptado por la gente. Se acostumbraron a su barbarie. Y nosotros seremos los mismos ingenuos. Creyendo en paladines ciegos o promesas internacionales.
No tengo frases invencibles para combatir la duda ni oráculos perfectos para saber qué sucederá. No soy un dotado de vaticinios ni un agorero para profundizar en ese futuro inexperto. Pero sí tengo una fe verdadera en que el hechizo maligno perderá el encanto en muy poco tiempo.
Los usurpadores de Miraflores harán lo imposible por realizar los comicios de diciembre. Nadie cree en ellos. Ya 31 países han mostrado su carta de incredulidad. El alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, no se enmarañó en términos precisos para entender esa fantochada electoral, considerando que no cumple en lo absoluto, con las condiciones para un proceso transparente, inclusivo, libre y justo.
Ante la carencia de credibilidad, no enviarán ningún observador electoral. No existe algún aliado justo que arriesgue a tanto. Se sabe con el sobrero puesto, que la tiranía se inventa un sufragio que ni un científico atontado avalaría.
Mientras, avanzan los días y Álex Saab está a un paso de la extradición. No ha logrado seducir con su faja de dólares y las promesas paradisíacas de sus abogados. Las tentaciones han sido abrumantes. Siguen impulsando apelaciones, acusando que es un proceso entorpecido por la presión política norteamericana. Entretanto, el propio FBI ha rastreado una cuenta en Suiza, la cual es usada para pagar a sus defensores. Pierden los artilugios para mantener la máscara.
A su vez, los gringos dicen haber interceptado cuatro buques griegos con cargamento de combustible iraní que se dirigían a Venezuela. Habían apagado sus dispositivos de rastreo. Poco les valió. Irán se ha desvinculado del tema y alega que no son de su propiedad. Lo cierto es que la escasez se agrava con el pasar de los días. Se vuelven recurrentes los ciudadanos alebrestados en las gasolineras, vociferando su inconformidad e irritados por los privilegios que gozan algunos funcionarios. Un mal humor que puede hacerse masivo, pues los escenarios se ven despintados y todo parece agravarse. Los despachos para surtir serán menores.
Asimismo, me pareció un acto benévolo el retorno de la señal de Directv. Se verificaron los perjudicados y todo apuntaba hacia nosotros mismos. Era estar más aislados, deprimidos y consternados. Creo que se midió el hecho con los ojos del buen entendedor. No se requerían reflexiones milimétricas para comprender a quiénes afligía el no tener algo de entretenimiento para calmar los desalientos.
Todo se sigue moviendo a nuestro favor, pese a una pandemia devastadora y a unos políticos internos atados de manos. Debemos tener un compromiso espiritual y abrir el compartimiento secreto de la esperanza. Vivimos en una realidad selectiva de perder o ganar. La victoria llegará cuando se apueste en serio. Hoy tenemos mejores cartas, pese a esa realidad confusa. Hay un árbol secreto que nos acobijará con sus ramas. Solo depende que lo creamos efectivamente.
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Exdirector de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
No hay comentarios:
Publicar un comentario