viernes, 18 de septiembre de 2020

HUMBERTO RUIZ CALDERÓN, Y AHORA: ¿EDUCACIÓN A DISTANCIA?

Antigua sede del Instituto Pedagógico de Caracas 

Lo veo venir con cara de mucha angustia. Es mi amigo el de la felicidad. Parece que se le ha perdido, esa diosa tan presente en su vida. 

¿Qué te pasa, amigo? Me mira, respira profundamente y exhala. No me responde. 

Vuelvo a insistir: ¿qué pasó con esa búsqueda de la felicidad?

Se queda mirándome fijamente y respira con intensidad. “¿Dónde vivirán estos funcionarios públicos? ¿En qué país, inexistente?”-me responde-. 

¿Qué te ocurre, le pregunto?

“Pues, ahora dizque los muchachos volverán a clase en formato a distancia. En qué estarán pensando estos cretinos del gobierno” –exclama-.

Yo sigo sin entenderle. ¿Qué te pasa? Te parece mal la idea. Al menos así se cuidan del corona virus, los más jóvenes. 
“Si claro, eso es una cosa”. 

“Es decir, evitar los contagios. La otra es que puedan tener clases y que sirvan para enseñarles, algo aprovechable. Te explico, me dice” y continua… 

“Sabes, desde hace un tiempo varios amigos me envían sus escritos para que se los corrija. Algunos de ellos escriben regularmente en portales digitales.” 

Sí, sí lo sabía, le respondo. Pero, ¿qué tiene que ver eso con lo de las clases a distancia? Pues mucho, me contesta y al fin le veo otra cara. 

“Para que los amigos me manden sus escritos son necesarias varias cosas elementales. Primero que la electricidad les permita escribir en sus computadoras. Segundo que la red esté funcionando mas o menos bien y los archivos salgan de sus aparatos y me lleguen a mi. Yo también debo tener luz eléctrica para poder verlos y corregirlos en mi computadora. Y después mandárselos a los amigos, una vez corregidos, si hay red”. 

Sigo sin entender la relación de las clases con todo esto que me explica. Y…, le digo yo… 

Mi amigo de la felicidad me observa con cara de asombro y exclama: “Pero bueno, eso es lo mismos y lo mínimo necesario para que los alumnos se puedan conectar con sus maestros y con sus discípulos. Si yo, no lo puedo hacer o lo hago con mucha dificultad, con unos pocos amigos una vez a la semana, cómo piensan que se pueden impartir clases a distancia a cientos de miles de alumnos?”.

Y continua: “Eso que está diciendo el innombrable de iniciar las clases a distancia es una soberana necedad. No tienen la más remota idea de lo que se necesita para que eso se pueda realizar: luz eléctrica sin interrupciones; red de internet de calidad y continua; tener los aparatos (computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes) tanto los maestros como los alumnos. 

Pero hay mas amigo: qué pasa con la preparación técnica de los maestros para ordenar los contenidos educativos en formato que se pueda comunicar por internet. Saber qué es lo que van a hacer los alumnos con eso. Además, qué se espera que devuelvan a los maestros y estos cómo evaluar esa actividad de los estudiantes. De todos los estudiantes de su curso. Cree el innombrable y sus ministros de educación, que dando ruedas de prensa y ordenando que esto se haga ya es suficiente. Qué ridículos, para decir lo menos.”

Y mi amigo de la felicidad siguió raudo, a ver si podía tomar una buseta para irse a su casa, llevando con mucho cuidado unos huevitos que compró con toda la quincena que le pagaron en la Universidad... 

Yo me quedé pensativo y lleno de dudas. ¿Qué será de la educación, ya mala de este país, ahora con la pandemia? ¿Qué piensan amigos (as) lectores (as)?. 

Humberto Ruiz Calderón
humbertoruiz1950@gmail.com
@Ruizhumberto 
http://comoenboticadehumberto.blogspot.com

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