EU ya no es el país de Washington, de Jefferson, de Jackson, de Martin Luther King, ahora parece el país de Fellini, de Dalí, de Picasso, pues nadie lo entiende. Ya no es el país de Cleveland, de emprendedores como JP Morgan, Vanderbilt o Carnegie. Es un país que ha caído en un profundo pozo de destrucciones, un país en donde desfila un conjunto de personajes que parecieran salidos de una novela de horror, operando en un tablado preparado para un Halloween permanente en donde, por supuesto, no podrían faltar las brujas malas. Es un país en el que un grupo de marxistas ha tomado control del viejo partido demócrata que fuera el domicilio de hombres como Jefferson, Jackson, Cleveland, quienes, en estos momentos, en donde se encuentren deben estar vertiendo sus lágrimas al ver el derrumbe de su obra.
Es el país de un partido republicano que, en lugar de luchar contra lo diabólico y la perversidad que lo abraza, han permanecido inermes cuidando sus preciadas posiciones siguiendo el consejo del viejo lobo mexicano, Fidel Velazquez, cuando afirmara, “el que se mueve no sale en la foto”. Han dejado al presidente solo en su lucha para preservar el país de sus antepasados y no caiga presa de esas demoniacas fuerzas. Fuerzas que actúan con gran asertividad puesto que son financiadas por los billonarios de Silicon Valley, Wall Street, New York Times y protegidas por muchos más.
Esas fuerzas que parecieran salidas del averno siempre aplaudidas, promovidas, protegidas por una media, tan eficiente como maléfica, que ha evitado el mundo se entere del calvario que está viviendo EU. Una media que, de forma cruel, utilizando las armas silenciosas del EP ha logrado santificar a Biden, Pelosi, Clinton y, por otro lado, que el mundo piense Donald Trump es el anticristo y hay que combatirlo hasta llegar a ese celestial momento en el que, con la sonrisa de la victoria, puedan clavarle una espada con forma de cruz y le atraviese el corazón. Una media, tan eficiente como deshonesta, que ha logrado los mexicanos, como les sucediera con Obama, ahora le recen a Biden quien, al lado de la virgen de Guadalupe, es el personaje más venerado y milagroso.
Un país en el cual Soros, quien, con sus billones, ha colocado jueces y fiscales activistas de izquierda en todas las cortes del país y finalmente le reditúa con lo que siempre había soñado, controlar el sistema judicial. Un sistema que, desde la época de Warren, iniciara el proceso para transformar la Suprema Corte de Justicia en un organismo activista, para crear legislación, no aplicar la vigente. Y el logro a Soros le reditúa frutos que se pueden apreciar cuando sus jueces y fiscales, en esquema similar al de la media, protegen esta barbarie destructora cuando se rehúsan a enjuiciar esos criminales y, si llegan a ser arrestados entran por una puerta y de inmediato salen por otra. Se cumple así el sueño de la revolución social de los años 60 y 70, llegar a controlar el sistema judicial para tranquilamente operar en medio de la impunidad y, en su momento, llegar a controlar todo el país.
Una impunidad que luego se manifestara en horrendos crímenes como fueron los asesinatos de los hermanos Kennedy y Martin Luther King. Es decir, al haber obtenido este control, la ley se ha convertido en lo diabólico que debería combatir y en un instrumento para destruir enemigos políticos.
Un país en el que transitar por las calles de Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Baltimore, Portland, se convierte en una aventura más peligrosa que hacerlo en Somalia, Caracas, Bagdad, o la ciudad México. Porque, esas ciudades se han convertido en infiernos donde sus políticos demócratas, que las han manejado por muchas décadas, no solo las han convertido en refugio seguro para inmigrantes ilegales, también para todo tipo de criminales. Un país en el cual un ciudadano común puede enfrentar no solo violencia, sino hasta la muerte, si comete un solo pecado, el gran agravio de portar una gorra MAGA. Un país en el que se protege a criminales y se castiga a quienes se defienden de ellos. Y, como escribiera Federico Bastiat; “el crimen se ha convertido en un derecho y el defenderse en un acto criminal”.
Un país en el cual la rama política de la barbarie puede estar a punto de tomar el poder y lo más atractivo de su oferta para los votantes, ha sido el plan que han presentado para su destrucción. Porque, si lleváramos un análisis listando las decisiones de Trump que provocaron un boom económico y lo comparamos con el plan presentado por Biden, sería una tarea divertida y fácil de interpretar. Solo implicaría tomar la bitácora de Trump para tachar todas sus políticas, y luego sustituirlas con las de Biden que son 100% opuestas. Ej. Reducción de impuestos, sustituirlo con aumentos marginales hasta de 90%. Un país en el cual el endeudamiento es su problema más grave, pero los bárbaros con su plan lo ubicarían a un 600% de su PIB.
Es cuando vale la pena preguntar ¿Cómo es posible que los americanos puedan despedir a un presidente que, en medio de tantas agresiones personales provocara ese boom económico, para sustituirlo con alguien que anuncia su destrucción? Porque, si eso sucede, los americanos se habrán ganado lo que alguien expresara; “los pueblos tienen los gobiernos que merecen.” Si eso sucede, EU dejará de ser el ejemplo de cómo, en un periodo de solo cien años, un país debutante siguiendo los enunciados de su constitución, se convirtieran en el más rico y poderoso de la historia. Y hay que recordar que todas las caídas de grandes naciones no fueron provocadas por causas externas, sino por el cáncer interno que las destruyó.
Pero, luego también hay que preguntar ¿Qué pasará con los 65 millones de americanos que votaron por Trump para llevarlo a la presidencia? Esos hombres olvidados y despreciados por la globalización que luego fueran rescatados por él. Porque esa gente buena no merece una destrucción semejante, y saldrán de nuevo a votar en medio de un ambiente en el que ya soplan los vientos de guerra. El mundo nerviosamente espera.
El mercado libre no ofrece garantías, privilegios especiales, favores, monopolios, oligopolios, subvenciones, ventajas, protecciones, subsidios, apoyos, tratamientos especiales, distinciones, dádivas, cancelación de deudas, en pocas palabras, como lo afirmara Milton Freedman, no hay free lunch. Por eso es tan impopular y por muchos odiado.
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