De todas las desagradables sorpresas que han brotado consecuencia del caos político que en estos momentos se vive en EU, una de las más grandes ha sido la conducta de los panistas mexicanos que, en ruidosas avalanchas, han expresado su soporte por Joe Biden. Es cuando me pregunto ¿Cómo es posible que un partido fundado por verdaderos liberales, no juaristas, liberales en su concepción original nacido de las ideas de John Locke y Adam Smith de mercados libres, individualismo, gobiernos limitados, igualdad, pero solo ante la ley, Conceptos que fueran plasmados en la constitución de 1857, sus herederos estén apoyando el establecimiento del marxismo en EU? Es algo que, por más que trato, no puedo entender.
Pero,
después de mis enfrentamientos con prominentes panistas, me ha quedado claro
que las ideas de Gomez Morín hace mucho tiempo se archivaron para darle una
nueva fisonomía a su partido. Una nueva realidad que lo dibuja como una
organización política similar a todos los partidos europeos que en sus nombres
incluyen dos palabras, juntas o separadas; cristiano y social. Un movimiento
político que básicamente es un socialismo disfrazado en donde hablan de
humanismo, conciencia social, responsabilidad social y, de tanto insistir en lo
social, el resultado ha sido una capirotada que ni ellos mismos entienden. Por
eso, teniendo la gran oportunidad en el 2000 de verdaderamente transformar el
país fracasaron rotundamente. Porque no tienen ideas solo tienen ocurrencias.
El
que un expresidente de ese partido, excandidato a la presidencia y, en una
época, su prospecto más brillante, Ricardo Anaya, abiertamente exponga su apoyo
para el marxismo que le han ordenado a Biden establecer y le dieron la receta,
explica el por qué el fracaso de su organización política y, más claro, el
vergonzoso fracaso de su aventura tratando de lograr la presidencia. Gilberto
Valenzuela fue el primer sonorense que, rebelándose a la creación de Calles,
contendiera por un puesto de elección popular blandiendo la bandera del PAN,
cuando el único partido que ganaba era el PRI, porque compartía las ideas de su
buen amigo Manuel Gomez Morín, las verdaderas. Años después afirmaba que el PAN
había sido un reflejo más cercano al Plan de Agua Prieta, del cual él fue su
autor. Cerca de su fallecimiento reconocía no era tal.
Un
panista sonorense que, definitivamente no está hecho de la madera de aquella
hegemonía sonorense que partiera de Agua Prieta para combatir a quien
pretendiera inaugura el dedazo en la elección de 1920, Venustiano Carranza, y
llevar a la presidencia al Gral. Alvaro Obregón, tiene meses jodiéndome. Y lo
hace expresando su burla por mi apoyo a Trump con una estruendosa marcha pro
Biden, pero lo lleva a cabo exhibiendo una conducta enfermiza sin listar
motivos de sus ruidosas porras para el plan marxista que, no es de Biden, es la
orden que ha recibido del anticristo George Soros y vale más que la cumpla. Y
la única explicación que tengo para entenderlo, es que este hombre es parte del
carcajo que dejó tirado su partido en la retirada después de sus contundentes
derrotas.
Pero,
también, lo puedo diagnosticar como uno de los afectados por ese virus más
poderoso que el chino; “Destructivo Síndrome Trump” DST, que abrazó a todo el
país.
Un
penoso virus que se manifiesta provocando que sus afectados pierdan la
capacidad de análisis, extravíen toda clase de conexión con el área lógica del
cerebro y, la boca, ya conectada al estómago emita solo ocurrencias y balbuceos
inentendibles, una pérdida total para razonar inteligentemente porque el virus
atrofia esa área del cerebro. Les provoca actuar impulsivamente y convierte sus
conductas en explosiones de resentimiento, odio incontrolable contra Trump de
graves propulsiones hacia la destrucción sin saber qué objetivo definir. En
pocas palabras, los regresa a la era de sus antepasados neandertales o cromañones
antes que descubrieran las maravillas del idioma por eso solo emiten gruñidos.
Y,
lo más patético, se asombran que otro neandertal les haya arrebatado el poder
de liderar la manada. No se dan cuenta que ese espécimen descubrió la forma de
conectar el cerebro con la boca, inventó un lenguaje especial, y con esa arma
los pudo derrotar pues las de ellos son los gruñidos, tiran peñascazos y es
comprensible, puesto que solo recientemente aprendieron a caminar en dos patas,
todavía no han descubierto el fuego que los ilumine de noche y, sobre todo, que
con alguna chispa que se podría escapar de la fogata, les pudiera iluminar un
poco el cerebro que permanece a oscuras y así quedan estacionados en la era de
las cavernas.
Sin
embargo, creo no todo está perdido pues he visto una luz de la esperanza. Uno
de ellos, de los pocos de mente inquieta y sin cerebro atrofiado, Pancho
Burquez Valenzuela, en lugar de sumarse a la bacanal panista inició un proceso
de búsqueda de la verdad. Tuvo que recorrer un largo y penoso camino que nunca
abandonó. Lo caminó con ese impulso que solo tienen quienes se atreven a llevar
su barca mar adentro perdiendo la vista de las playas porque, como afirmara
James Allen: “Solamente cavando, cavando se encuentra el oro y los diamantes
camino hacia la fortaleza y la verdad”. Así lo hizo Pancho y se ha convertido
en un hombre diferente. Ahora claramente entiende la política y, más
importante, las ideas que han provocado la grandeza de los países en donde
siempre, además de los conceptos económicos, existe ese factor tan escaso que
nunca debería de faltar, la moralidad.
Pero
no es el único, otro buen amigo mío, Jeffrey Jones, un ganadero de Chihuahua
que también participó en política con la bandera panista. Es asimismo esa
combinación tan interesante de su defensa de la libertad económica, su
individualismo, independencia, con un arsenal de valores que son los que guían
a los mormones asentados tanto en Chihuahua como en Sonora, que han convertido
esas regiones, a base de trabajo duro y sin descanso, en paraísos terrenales no
solo para ellos, también aportando para el desarrollo de esas zonas. Y lo único
que ellos han recibido de parte del gobierno mexicano, es rechazo, abusos,
intromisiones ilegales, agresiones, robos. Ellos son mexicanos ejemplares y no
hay muchos.
En
la cinta City Slikcers, unos citadinos de NY con una gran confusión en sus
vidas van a pasar una temporada en un rancho tratando de salir de la depresión
que les provocaba “no saber”. Ahí conocen un viejo vaquero sabio que los empieza
a aconsejar. En una ocasión que los viera tan perdidos les dice. “El secreto de
la vida es solo uno”, señalando su dedo índice al cielo. Los citadinos se
quedan esperando y ante el silencio del vaquero gritando le preguntan ¿Cuál es?
El vaquero sonriendo les responde, “es lo que ustedes tienen que
descubrir”.
Estos hombres que pudieron descubrir ese secreto son los únicos que también pudieran rescatar al PAN de la oscuridad en que se encuentra, y sus miembros dejen de estar haciendo el ridículo con sus ocurrencias comportándose como mulas lazadas de las verijas o, de plano, den de baja el partido que ha sido la gran desilusión de México.
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@elchero
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México-Estados Unidos
El
mercado libre no ofrece garantías, privilegios especiales, favores, monopolios,
oligopolios, subvenciones, ventajas, protecciones, subsidios, apoyos, tratamientos
especiales, distinciones, dádivas, cancelación de deudas, en pocas palabras,
como lo afirmara Milton Freedman, no hay free lunch. Por eso es tan impopular y
por muchos odiado.
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