Este análisis fue presentado en la Sección de Resistencia Activa No violenta del programa Lawton Libre, de Radio Martí. Basado en el libro De la dictadura a la democracia de Gene Sharp y otros autores de la noviolencia. Este tema refleja mis opiniones y no de la institución.
Como
sabemos ante una tiranía solo hay dos métodos para ponerle fin: el militar y la
desobediencia civil. Nosotros los del Proyecto Emilia hemos escogido la
desobediencia civil o desafío político no violento. Este es efectivo, puede
lograr sus objetivos de liberación rápidamente y con el menor costo de vida
para la población y puede asegura el paso de una dictadura a la democracia,
alejando el peligro de la instauración de una nueva tiranía en el país. Se basa
en el amor y la práctica de los valores democráticos. Pero la pregunta es si
podemos hacer esa resistencia activa noviolenta en una sociedad democrática y
libre.
Por
supuesto que sí e incluso, es mucho más fácil su ejecución que en los países
dominados por tiranías. Las fuerzas de orden y militarizadas tienen una
educación elevada en los derechos y libertades de la gente en la sociedad. Por
eso, existe el derecho a la libre expresión en sociedades libres, a través de
las protestas o huelgas, y está garantizado por constitución.
En una
sociedad libre, donde estén consolidadas las instituciones democráticas,
siempre existe oídos receptivos y la disposición de solucionar los problemas
por las vías legales y pacíficas. Donde domina el imperio de la ley, la ley y
el orden son para mantener la justicia, la libertad y el derecho de las
personas.
Sin
embargo, que pasará en una sociedad libre, aunque consolidad por el tiempo,
pero que ha empezado a quebrarse por el brazo tóxico de la corrupción.
Por
ejemplo: Algunas sociedades libres, en ese contexto, han buscado el menos daño
en una justicia mal administrada por las instituciones del estado y abolieron
la pena de muerte por la cadena perpetua; porque se había conocido de
ejecutados a muerte y después se comprobó que eran inocentes, ya no se podía
repararse el daño de la injusticia a la persona mal juzgada. O sea, las
instituciones pueden errar y mucho más si están manipuladas y corruptas.
También existen circunstancias desde la ley, las autoridades las utilizan para
obtener beneficios personales. Claro está, la sociedad debe ir en busca de la
limpieza de esas instituciones democráticas y de justicia y elevar su concepto
ético moral para un mejor servicio y fortalecer la sociedad libre.
Como
hemos afirmado en las democracias también se pueden utilizar la desobediencia
civil o lucha cívica noviolenta para reclamar sus derechos. Generalmente, los
reclamantes de esos derechos hacen protestas pacíficas en esos países, pero no
están adheridos a las enseñanzas de la desobediencia civil, o sea de Gandhi y
King. Al no tener ese conocimiento asido firmemente, es más fácil quebrar la
posición pacífica y excitar la violencia. Incluso puede existir provocadores
infiltrados que, en la tensión del momento, promueven la violencia y es de muy
fácil contagio en la multitud.
Asimismo,
existen autoridades policiales que conociendo de esas características de los
manifestantes estimulan la violencia para justificarse y usar la fuerza, acusar
de desacato y resistencia a los activistas. Además, harían ver a los
manifestantes ante la opinión pública como brutales e incivilizados, con la
pérdida inmediata de su credibilidad en sus justas demandas.
Algunos
de los individuos, que están en posición de autoridad, buscarán desviar la
atención de las acciones de los manifestantes creando otro problema de igual o
de mayor magnitud para distorsionar o enmascarar la situación demandante u otra
circunstancia para apartarla de la crítica de la sociedad y así opacar una
situación levantado otro problema.
Las
personas cuando viven bajo una tiranía, les es más fácil discernir que se vive
bajo una situación de injusticia y puede quebrar la ley en busca de esas
desmandas, pues las tiranías en sí, no son fuente de derechos, porque le fue
arrebatada al ciudadano a la fuerza y violentan los derechos humanos básicos y
las libertades fundamentales.
Hay
leyes que son necesarias en toda sociedad, sea democrática o tiránica, como la
prohibición de matar a personas, no robar o simplemente detenerse en la luz
roja del semáforo. Esto hace una mejor vida de los individuos en la sociedad.
Un ciudadano civilizado no quebraría la ley porque se supone que participa de
ese proceso en su gestión democrática directa o por sus representantes. Se
sobreentiende que las leyes son para dignificación de las personas en la
sociedad. Aunque la ley es ley por sí misma y no les importa a sus guardianes
la justeza o no.
A esto
solo le importan su cumplimiento.
Sin
embargo, a los individuos que miran a la justicia en la sociedad o los que son
afectados por esa ley que desencadena una situación de injusticia, pueden hacer
objeción de conciencia y la violarán, aunque lleven el castigo que implica el
no reconocimiento de ese mandato. Estos irán a cumplir la sanción disponible y
con gusto cumplirán la pena de cárcel para levantar la conciencia social y
condenación de tal estado de arbitrariedad. Estos son los héroes y mártires de
una nación.
Por
supuesto, la lucha sería mejor a través de la resistencia noviolenta o resistir
al mal con el bien como diría un gran maestro. La búsqueda de la justicia a
través de la fuerza necesaria y limitada, aún se ve mucho hoy, a pesar de la
evolución civilizada y desarrollada del mundo.
Del
mismo modo, es la gran hipocresía de los tiranos o democráticos, los primeros
tuercen el derecho e imponen una sociedad de miedo y luego asesinan, encarcelan,
o denigran públicamente al que se opone a ese estado de injusticia violadora de
la dignidad humana o el caso de los segundos, que viven en naciones
democráticas que aprueban hacer guerras y lanzar bombas en otros países y
cuando su propias gentes se manifiestan en busca de la justicia y la verdad y
profanan sus recintos de labor, convertidos en templos intocables pero no
impolutos, aunque sean con un mínimo de fuerza, entonces asustadizos, quieren
pedir las cabezas de esos justos protestantes.
Agustín
de Hipona nos regaló este legado: “Una ley injusta no es tal ley”. (...) “La
ley humana tiene razón de ley solo cuando se ajusta a la recta razón. Y, así
considerada, es manifiesto que procede de la ley eterna. Pero, en cuando se
aparta de la recta razón, es una ley inicua; así no tiene carácter de ley sino
más bien de violencia”.Continuaremos con el tema en otro programa de Lawton
Libre.
lanuevanacion@bellsouth.net
@oscarbiscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
Cuba
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