La política en Venezuela se comporta de forma similar,
pasamos por gobiernos democráticos medianamente buenos, malos, pésimos, hasta
llegar al peor de todos, el chavismo. Durante sus más de 20 años de reinado ha
transformado al país en una catástrofe, desarmó la democracia utilizando sus
propias herramientas, contaminando sus instituciones, anulando el voto,
expropiando partidos, candidatos, arrastrando la nación a incontables e
inútiles procesos electorales ¡inútiles! que solo generan un ciclo de
abstención, instituciones no reconocidas y sanciones… nos reducimos a tristes
procesos electorales de plomo.
Estos procesos están constituidos por líderes autoimpuestos
a la fuerza, falsos y por, siendo “los resultados” la única variable de
medición en política, quienes han sido un rotundo fracaso... o sea, no hay
liderazgos reales. Mientras la política la gobiernen estos protagonistas en
Venezuela no hay nada más qué hacer, solo contemplar/padecer su agonía.
Por ello surgió la abstención desde 2017, manipulada
por interesados, ignorada por los subestimadores de oficio e incomprendida por
muchos. Sin embargo, lo más legítimo en Venezuela es la abstención, lo más
claro, el lenguaje más preciso de lo que políticamente ocurre en el país:
rechazo a la usurpación chavista y a la falsa oposición.
Lo que el régimen hizo a la Asamblea Nacional electa
en 2015 exterminó el voto, el chavismo venía irrespetando la voluntad de los
venezolanos al omitir el resultado del referéndum de 2007, al anular toda
gobernación y alcaldía que los ciudadanos restaban electoralmente, pero lo
perpetrado contra el parlamento fue la gota que derramó el vaso, por su
significado histórico, por ser el poder constituido más importante en una
democracia, por haber sido el poder público más votado. Desde el
inconstitucional “desacato” el venezolano dijo “¡No voto más, no vale la pena,
en estas condiciones mi voto no premia, no castiga, ni genera cambios! ¿Para
qué continuar prestándome a estas farsas?” la AN de 2015 fue la última
esperanza de los demócratas.
Fue la decisión ciudadana de no convalidar procesos
electorales al margen de la ley, la legitimidad, de todo precepto democrático,
que terminó de deslegitimar al chavismo internacionalmente, fue el castigo a la
temeraria osadía roja rojita que a la postre terminó de propinarle las
sanciones y demás amonestaciones internacionales. Sin embargo, la abstención ya
cumplió todos sus cometidos, se requieren nuevas estrategias, nuevas acciones.
Todo proceso electoral venidero, así como todo los perpetrados desde 2017 hasta
la fecha, quedarán siendo plomo… estáticos, sin nada que agregar o quitar. Al
final de los cuentos electorales el chavismo impone su proyecto gane o pierda.
Hoy, obligado por las circunstancias, desempolva su proyecto ya rechazado del
Estado Comunal, con o sin elecciones, gane o pierda ¡Da igual!
La abstención es el sentimiento MÁS LEGÍTIMO en
Venezuela, expresa el rechazo a las instituciones públicas psuvizadas que
asesinaron el poder del voto y a una oposición agotada en sus planteamientos...
¡La abstención es la EXIGENCIA ciudadana de replanteo de líderes y acciones! Es
la antesala a un necesario Big Bang en la política venezolana que renueve a los
actores políticos y finalmente protagonicen líderes reales, capaces, que
propicien nuevas acciones, nuevos resultados.
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