Nuestro
país parece haber puesto sus esperanzas en la aplicación de la Sputnik V,
vacuna de 92 por ciento de eficacia, producida por el Instituto Gamaleya de la
Federación Rusa, posiblemente por los nexos económicos y políticos entre el
gobierno de Maduro y el de Vladimir Putin. Esa decisión no reviste ningún
problema siempre que se tenga el número de vacunas que se requieren según el
programa de inmunizaciones del Ministerio de Salud, el cual aún no se conoce.
Se sabe que se inició la vacunación del personal de salud con esta vacuna, pero
no se sabe nada más. Sólo rumores que, además de no significar información
verdadera, contribuyen a la manipulación politiquera de falsedades y a
enturbiar lo que debería ser un proceso totalmente transparente y confiable.
El
gobierno ayuda a mantener las dudas, el misterio y la incertidumbre en esta
materia tan trascendente, lo cual le debe servir a sus propósitos políticos de
mantener el absoluto control de la población y de actuar luego en la forma que
mejor crea convenientes. Se dice que no dispones de recursos para la compra de
las vacunas y se ha dejado correr, nada menos que a través de una declaración
del propio Presidente, que se permitiría que el sector privado venezolano
procediera a comprar vacunas y a vacunar a quienes tengan recursos para pagar.
Ya incluso han surgido sus legitimadores de oficio a decir que no hay que
vacunar gratuitamente a quienes tienen recursos. En realidad, otras vacunas se
administran en clínicas y consultorios médicos privados, además de existir la
vacunación gratuita en los centros de salud gubernamentales.
En el
caso de la CoVid-19, la vacunación en clínicas y consultorios privados, a la
cual en absoluto me opongo, sería una clara aceptación del Ejecutivo de su
fracaso en materia de salud y dejaría sin efecto toda esa discusión sobre los
sectores prioritarios de ser vacunados. La prioridad la tendrían quienes tengan
forma de financiarse sus vacunas; ellos serían los primeros vacunados. No sé si
el gobierno está pensando sólo en disminuir los gastos de adquisición e
inoculación de las vacunas o si, además, pretende obtener recursos financieros
para ser incorporados en los programas de vacunación del resto de los
habitantes del país. En todo caso, lo que se decida debería ser explicado
claramente a la población, para que ésta sepa a qué atenerse.
Sobre
la cesta de vacunas, además de la ya mencionada vacuna rusa, cuyo costo es
intermedio, se debería contar con la vacuna AstraZeneca/Oxford de Inglaterra,
que es la utilizada en los programas de la OMS, tiene una eficacia del 70 por
ciento, se puede almacenar y transportar a temperaturas de refrigerador y
además es la más barata. No se tiene información sobre la existencia de
negociaciones con China, país con el que el gobierno tiene relaciones
económicas importantes, para la compra de alguna de sus tres vacunas. La
Sinopharm, con 79 por ciento de eficacia, es muy costosa, y la CanSino es
barata, pero de menor eficacia. Por último, se podría considerar en esta cesta
la vacuna cubana Soberana 2, actualmente en fase III. La cesta tendría tres o
cuatro vacunas a ser utilizadas.
No
estamos en posición de escoger la que, por alguna razón, prefiramos. Toda
vacuna con sus resultados de investigación publicados, incluyendo los estudios
de fase III, es perfectamente adecuada. A vacunarse con la primera que tengamos
a mano.
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela
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