Obviamente es el caso venezolano, y recurrí al término
que a tal efecto acoge la Real Academia de la Lengua (RAE), conocido como
Aporofobia, es decir, ¨La Fobia a las personas pobres o desfavorecidas¨, para
poner en evidencia que algunos ciudadanos de nuestros vecinos del Sur están
desarrollando crecientemente conductas violatorias de los DDHH de nuestros
compatriotas que se han visto en la necesidad de emigrar.
Hoy nos vemos en la necesidad –otra vez- de llamar la
atención sobre este tema, en vista de que son varios los casos conocidos de
maltrato a venezolanos en Argentina, como el de la muchacha violada por su
empleador; luego el homicidio de otro joven en Perú, y hasta el linchamiento de
otro, también en Perú, al que no solo golpearon
salvajemente, sino que luego lo lanzaron desde un puente causándole la muerte.
Otro tanto ocurrió con la deportación de nuestros compatriotas en Chile.
Ya incluso han convocado públicamente actos de repudio
contra los venezolanos, sin que hasta el presente haya habido pronunciamiento
alguno de esos gobiernos para sancionar estas conductas criminales de sujetos
que se creen con derecho a disponer de la vida de otros seres humanos, por el
solo hecho de ser extranjeros, sin detenerse a pensar que personas de esos
mismos países han recurrido también a la migración cuando sus respectivos
sociedades han estado atrapadas por situaciones similares.
Repito que ese maltrato es especialmente contra los
venezolanos que huyen de la pobreza extrema, porque en sentido contrario han
mostrado agradecimiento con nuestros médicos y también con los profesionales y
técnicos de la industria petrolera que han contribuido con sus amplios
conocimientos y formación al desarrollo de la salud, y la industria en esas
naciones.
Hemos dicho que los nuestros no son invasores, ni
pretenden crear malestar en la tierra que aspiran alcanzar, son solo seres
desesperados por la destrucción a que ha sido sometida Venezuela por la
crueldad de quienes nos han gobernado en los últimos 22 años, bajo la
influencia criminal y corrompida de la dictadura cubana, a los cuales, se
arrodilló Chávez en gesto de genuflexión abyecta; imperdonable.
Hoy, esa crueldad se multiplica bajo la dirección de
sus sucesores, también insensibles al dolor ajeno.
Es una pena que organismos tan importantes como la
OEA, la ONU, el Grupo de Lima, entre otros no se expresen abiertamente en la
exhortación a los países miembros de esas entidades para tratar de frenar el
drama que se vive en Venezuela, y el que viven los venezolanos en las naciones
que han venido acogiendo a quienes huyen.
Exhortamos a los señores Almagro, como Jefe de la
OEA, al señor Guterres, como Jefe de la
Naciones Unidas, y también a su santidad el Papa, para que dialoguen, tanto con
el presidente Maduro, como con los mandatarios de los países hacia donde huyen
los venezolanos.
Reiteramos nuestro reconocimiento al gobierno del
Presidente Duque en Colombia por la aprobación de un estatus de protección
temporal, e instamos a los demás países a hacer lo propio.
Por último, recurrimos a la conciencia social de los
ciudadanos del mundo para que cese el hostigamiento y maltrato contra nuestros
compatriotas. Es un asunto humanitario, por lo cual, pedimos comprensión.
Al gobierno y a la oposición toda, pónganse de acuerdo
para detener tanto sufrimiento. Negociación urgente.
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