sábado, 20 de febrero de 2021

ROMÁN IBARRA, AUXILIO

En el artículo anterior me referí a la importancia que tiene la solidaridad entre los países para atender con prontitud el drama que significa vivir en una sociedad atrapada por crisis socioeconómicas, sin que los ciudadanos reciban de sus respectivos gobiernos el trato humanitario adecuado a los términos de la Constitución, y los tratados internacionales que les cobijan como marco jurídico y político.

Obviamente es el caso venezolano, y recurrí al término que a tal efecto acoge la Real Academia de la Lengua (RAE), conocido como Aporofobia, es decir, ¨La Fobia a las personas pobres o desfavorecidas¨, para poner en evidencia que algunos ciudadanos de nuestros vecinos del Sur están desarrollando crecientemente conductas violatorias de los DDHH de nuestros compatriotas que se han visto en la necesidad de emigrar.

Hoy nos vemos en la necesidad –otra vez- de llamar la atención sobre este tema, en vista de que son varios los casos conocidos de maltrato a venezolanos en Argentina, como el de la muchacha violada por su empleador; luego el homicidio de otro joven en Perú, y hasta el linchamiento de otro, también en Perú, al que no solo  golpearon salvajemente, sino que luego lo lanzaron desde un puente causándole la muerte. Otro tanto ocurrió con la deportación de nuestros compatriotas en Chile.

Ya incluso han convocado públicamente actos de repudio contra los venezolanos, sin que hasta el presente haya habido pronunciamiento alguno de esos gobiernos para sancionar estas conductas criminales de sujetos que se creen con derecho a disponer de la vida de otros seres humanos, por el solo hecho de ser extranjeros, sin detenerse a pensar que personas de esos mismos países han recurrido también a la migración cuando sus respectivos sociedades han estado atrapadas por situaciones similares.

Repito que ese maltrato es especialmente contra los venezolanos que huyen de la pobreza extrema, porque en sentido contrario han mostrado agradecimiento con nuestros médicos y también con los profesionales y técnicos de la industria petrolera que han contribuido con sus amplios conocimientos y formación al desarrollo de la salud, y la industria en esas naciones.

Hemos dicho que los nuestros no son invasores, ni pretenden crear malestar en la tierra que aspiran alcanzar, son solo seres desesperados por la destrucción a que ha sido sometida Venezuela por la crueldad de quienes nos han gobernado en los últimos 22 años, bajo la influencia criminal y corrompida de la dictadura cubana, a los cuales, se arrodilló Chávez en gesto de genuflexión abyecta; imperdonable.

Hoy, esa crueldad se multiplica bajo la dirección de sus sucesores, también insensibles al dolor ajeno.

Es una pena que organismos tan importantes como la OEA, la ONU, el Grupo de Lima, entre otros no se expresen abiertamente en la exhortación a los países miembros de esas entidades para tratar de frenar el drama que se vive en Venezuela, y el que viven los venezolanos en las naciones que han venido acogiendo a quienes huyen.

Exhortamos a los señores Almagro, como Jefe de la OEA,  al señor Guterres, como Jefe de la Naciones Unidas, y también a su santidad el Papa, para que dialoguen, tanto con el presidente Maduro, como con los mandatarios de los países hacia donde huyen los venezolanos.

Reiteramos nuestro reconocimiento al gobierno del Presidente Duque en Colombia por la aprobación de un estatus de protección temporal, e instamos a los demás países a hacer lo propio.

Por último, recurrimos a la conciencia social de los ciudadanos del mundo para que cese el hostigamiento y maltrato contra nuestros compatriotas. Es un asunto humanitario, por lo cual, pedimos comprensión.

Al gobierno y a la oposición toda, pónganse de acuerdo para detener tanto sufrimiento. Negociación urgente.

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela

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