El
chucho presidencial debe ser un animal muy fino, como suelen ser los perros de
los mandatarios. Ellos no tienen canes del montón, gozques pulguientos,
mordidos, piojosos ni desnutridos. Los perros no leen ni escriben y no pueden
responder por lo que de ellos se escribe o se dice. “Posiblemente todo este
tipo de exhibiciones a mas alto nivel de la vida pública tiene como objetivo
construir -horrible verbo- en el inconsciente colectivo un mejor concepto sobre
el individuo que rige por el momento nuestros pobres destinos en función de lo
bien que conviven, él y su perro”, me comenta una persona que amaestra caninos.
Los
canes son muy buenos comunicadores. A través de su cuerpo y con su voz, al
igual que los humanos, transmiten estados de ánimo y emociones: alegría,
tristeza, cariño, enfado, ira o ternura. La comunicación forma parte de
cualquier relación, ya sea entre humanos o con nuestras mascotas. Debido a que
somos especies distintas, es fácil equivocarse y malinterpretar qué está
expresando un can. Él nos transmite mucha información, es cuestión de saber,
ver, oír y observar. Y cuanto más lo hagamos y más tiempo pasemos con nuestro
perro, mejor lo entenderemos para descifrar lo mucho que nos cuenta. Nuestra
principal vía de comunicación es la verbal, sin embargo, a través de este
canal, el perro recibe poca información.
El
animal no descifra el significado de las palabras, sino de su entonación, ritmo
e intensidad del tono de voz. Al mismo tiempo, obtiene información de la
postura corporal, los gestos o la mirada de quien se intenta comunicar con él.
Para que el tuso entienda lo que se le pretende transmitir, debe percibir
coherencia entre lo que su dueño dice con palabras, gestos y miradas, así como
con la entonación que utiliza al hablar. A la inversa, “si queremos saber lo
que el perro nos quiere contar, debemos fijarnos en las señales visuales,
auditivas, táctiles y olfativas que nos manda”, apunta el médico veterinario
que atiende a mi cachorra. Durante mi infancia, entre Inglaterra y El
Batatillo, tuvimos dos lebreles: Coco y Conde. Ellos me enseñaron el lenguaje
“perruno”. Aprendí, por ejemplo, que cuando
el perro enseña los dientes, el mensaje que te está transmitiendo es: “estoy
muy molesto, más vale que no te acerques”.
Cuando
el animal levanta la pata, te está diciendo "dame algo" o bien
"no te preocupes, haré lo que tú digas". Cuando rasca el suelo con la
pata, sin llegar a escarbar, también quiere llamar la atención, porque demanda
algo. El lamido es la forma de expresar un profundo amor y amistad. Si un
chucho te lame, te reconoce como líder de la manada. Si se tumba boca arriba,
muestra confianza, y busca juegos y caricias. La cola del perro es una de las
partes de su cuerpo más visibles y con la que mejor transmite información a los
humanos y a sus congéneres, incluso a largas distancias. Si el rabo se
encuentra en movimiento indica que el animal está contento y busca
conversación, contacto físico y acercamiento.
Cuando
la cola permanece levantada e inhiesta es que tiene cara de pocos amigos y está
preparado para mostrarse muy molesto. Si el rabo se encuentra entre las patas,
significa sumisión, es decir: "soy todo tuyo y haré lo que me
mandes". Los perros comienzan a utilizar este sistema de comunicación a
una corta edad. Antes del año, el cachorrito ha adquirido por completo su
sistema de comunicación. Se hará entender sin problemas con sus congéneres y
comprenderá lo que ellos le quieren decir. En cuanto a sus dueños, con
mirarlos, sabrá cual es su estado de ánimo. Ellos necesitan completar su
proceso de socialización en compañía de su madre y hermanos hasta las ocho
semanas de edad como mínimo. Con ellos aprenderá a través del juego y la
convivencia las normas básicas, que también le darán la pauta para relacionarse
con su familia humana.
El
perro considera a sus dueños como miembros de su manada. Basta con dedicar algo
de tiempo a la observación para aprender su forma de comunicarse, cuando se
consigue, la relación y la convivencia con el animal es mucho más satisfactoria
y se estrechan los lazos de amistad. Una correcta información sobre la conducta
social del perro es importante para conseguir un buen entendimiento y una
convivencia satisfactoria. Si el animal asocia que cuando transmite un estado de
ánimo, sus dueños le corresponden y le entienden, se sentirá integrado en el
núcleo familiar y será más feliz. Dale Carnegie tenía un perro a quien quería
con locura, acerca de él decía: “en las interacciones humanas, incluso dentro
de la familia, siempre habrá intereses. El cariño del perro, en cambio, es 100%
incondicional, se contenta solo con verme, únicamente pide mi compañía”.
El
mejor amigo del hombre nos comunica en su jerga que, debemos dedicarle tiempo.
“Hablar” con él, jugar, relacionarnos a su manera y hacernos entender. Este
esfuerzo se verá recompensado con el refuerzo de los lazos afectivos entre
dueño y mascota. Es fascinante descubrir un nuevo idioma, que no se habla, sino
que se expresa con el cuerpo y la voz: “el perruno”, me comenta el médico de
Brandy, mi cachorra.
Noelalvarez10@gmail.com
@alvareznv
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario