Ser
mujer en los predios oficiales en China es ya una portentosa hazaña. De los
casi 100 millones de chinos que militan en las filas del partido apenas 1 de
cada 4 es del sexo femenino. Ese magro 23% determina que el PCC sea un predio
de hombres. Hoy solo 10 han logrado acceder al Comité Central compuesto por 204
miembros y solo una se sienta a deliberar en el Politburó, la máxima instancia
de toma de decisiones. Una sola es hoy secretaria del Partido Comunista en una
de las 23 provincias y solo una es gobernadora.
Sin
embargo, Cai había logrado vencer parcialmente el “techo de cristal”, el
conjunto de reglas no escritas que impiden el ascenso de una fémina a las
instancias de poder tanto regional como nacional. Su actuación se desarrollaba
más bien en la periferia, en el terreno de lo académico, aunque en círculos muy
cercanos al poder: la escuela de formación del Partido Comunista en la cual
había conseguido su propio doctorado en Leyes.
Sus aportes intelectuales y doctrinarios la llevaron a ser influyente en
la formación de numerosos líderes regionales y de miembros del gabinete
ministerial. 60 tesis de trabajo en 20 años dan fe de su prolija contribución
al ideario comunista de los tiempos recientes.
Su
gran equivocación fue haber abrazado ideas liberales al tocarle asistir al
secretario general Jiang Zemin en la formulación de su propio aporte a las
teorías comunistas – la teoría de las Tres Representaciones–, tesis que se
transformaron en un hito histórico en lo social, cultural y político en su
país. El convencimiento de Cai de que
China podía avanzar hacia un futuro democrático a través de reformas internas
se esfumó ante lo refractario del pensamiento de los líderes del momento, para
terminar convirtiéndose en una molesta disidente de la proclama comunista. Sus
actuaciones no fueron públicamente estridentes pero si de enorme contundencia y
sus críticas a las posturas de Xi, escritas y grabadas para difusión, le
costaron las sanciones de sus correligionarios. Ante la persecución de la que
fue objeto y en plena conciencia de lo que le aguardaba de parte de las
autoridades, Cai se vio forzada a abandonar su país más no sus ideas
La
revista norteamericana Foreign Affairs a finales de 2020 le concedió un espacio
titulado por ella “El partido que falló”, en el que quien fuera ficha de número
del pensamiento chino escribió: el régimen ha degenerado en una oligarquía
política que se sostiene en el poder a través de la brutalidad y la rudeza. Es
cada vez más represivo y dictatorial. Xi se sostiene gracias al culto a su
personalidad que le profesan. Ejerce una mano dura sobre la ideología de su
partido y deja muy poco espacio al discurso político de la sociedad civil.
Quienes no han vivido en tierra china en los últimos 8 años, no pueden entender
sino con dificultad lo brutal en que se ha convertido el régimen y cuantas
tragedias silentes ha provocado”.
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