De hecho la polarización, simulando la vida, elimina
los competidores más ineficientes y facilita elegir entre los dos que tienen
chance.
El problema estriba en que a veces y debido a la
acción indebida de fuerzas externas… por ejemplo un país poderoso… intentando
doblegar una Nación más débil… ponen al usuario, votante o consumidor… a
escoger lo que ni gusta ni es conveniente a los intereses de ese usuario,
votante o consumidor.
Pero hay polarizaciones menos dañinas como la
existente entre quienes gustan o detestan el reggaetón.
A mi hasta hace poco me intrigó el por qué en las
antiguas estaciones de radio privadas… cuando por casualidad los anclas,
periodistas o locutoras… conversan con alguien ligado a la música… siempre
preguntan “¿a usted le gusta el reggaetón?”.
La respuesta a esa muletilla que generalmente no viene
al caso luce prefabricada como algunos tequeños… y es invariable: “No, líbreme
Dios” dicen y luego pasan a otro tema.
Mi extrañeza viene de lo rara que es esa pregunta que
igual se la hacen a un productor de conciertos… como a una pianista de fama
internacional… e incluso he escuchado que la utilizan para romper el hielo
con bailarinas y antiguas reinas de
belleza que solo tangencialmente se
relacionan con la música a manera de “modus comendi”.
Pero más me extrañaba que entre los centenials menores
de veinticinco años esa música por el contrario es muy popular… y nunca
encontraba explicación hasta conversar con Luís Planchart… cantante y
compositor de rock desde los años setenta del pasado siglo.
Luís siempre está en materia de música actualizado y
su casa es centro de reunión de jóvenes músicos que no solo tocan rock… sino
que componen y cantan reggaetones.
Con respecto al reggaetón confieso que no soy
fanático de ese ritmo… sin embargo he
escuchado algunas piezas con letras interesantes e incluso sin la música tapa
amarilla que caracteriza estas canciones. Son
reguetones “de protesta” o los que le cantan a la vida de jóvenes que
apenas entran en la adolescencia.
Es decir… que aparte de los reguetones cuya
música remeda el ruido de un tambor
tocado por un simio… y las letras que no salen del “chiquita dame la pepita”…
hay otros de más calidad y fue Luís Planchart quien me dio la clave para
comprender por qué este género le gusta tanto a los adolescentes de hoy… como
ellos mismos me lo dicen cada vez que me enseñan lo que tienen en sus pods.
Según Luís a quien le gusta el reggaetón… la
generación del Baby Boom… es decir la mía… rechaza esa música de adolescentes
porque “no son capaces de comprender que el mundo cambió”.
Luís se refiere a lo distinta que es la vida cotidiana
de una generación que no tendrá los
privilegios de los boomers y milenials… como acceder con facilidad a
la vivienda propia… automóvil… viajes…
pero igual quieren vivir y disfrutar lo que hay.
Y está escrito: “No solo de pan vive el hombre”.
Luís me contaba que hace poco en una playa había
escuchado un reggaetón cantado por una jovencita… que le pedía sexo explícito a
la pareja… y eso enerva a la gente que no acaba de entender esta manera de
protestar de los centenials.
A Luís Planchart le di las gracias por su punto de
vista al tiempo que recordé que en Venezuela el rock también había sido
perseguido por las disqueras y los locutores y periodistas de aquellos tiempos.
Le recordé cuando obligaron a Elvis Presley a cantar
sin mover la pelvis… o porqué hace décadas sacaron de VTV a Paúl Gillman.
Este rechazo de los locutores y periodistas –casi
todos- al reggaetón explica el comportamiento de una oposición guiada por unos
coaches que dan pena… cuando sin debatir niegan de plano los cambios que en
todo el mundo se piden en pro de los derechos de lo que llaman “sexo
diversidad”.
Y así… guiados por viejos renovadores de las radios y
las televisoras… hoy mineralizados miembros del Cotolengo de la Decencia de
Antaño… le entregan un espacio importante al gobierno que lo recibe a sabiendas
que entre su militancia… también abundan los y las dinosaurias.
Es una pelea perdida: Los boomers nos iremos muriendo…
y las nuevas generaciones conformarán un mundo nuevo.
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