Sospecho en
efecto, que soy una de las pocas personas vivas que tuvo el ¿privilegio? de
visitar una comuna popular, en la China de Mao Tse Tung en 1976. Fue un
privilegio, por cuanto ahora puedo, contradictorios lectores, hablar con
propiedad de lo que el grupete de ignorantes y desaforados revolucionarios
pretenden establecer en nuestro maltratado y arruinado país. No les bastó, por
lo que se observa, que en el 2007 fueran ampliamente derrotados, aún con el
innombrable vivo, en el referéndum convocado para establecer el comunismo, a la
cubana, en Venezuela.
Les cuento.
Mi padre, Humberto Cuenca, había visitado China en 1959, época de la Nueva
Democracia, y había visto el lanzamiento del Gran Salto Adelante, (que
denomino, sin ningún temor: gran salto atrás). Lo principal era transformar a
China en comunista, haciendo las comunas y transformándolas por la fuerza en
potencia industrial. Obligaron a todo el mundo a derretir, sí como lo leen,
derretir todo metal, a fin de lograr hacer una industria pesada capaz de
competir con la Unión Soviética y Estados Unidos. Ambos propósitos fracasaron.
Al decretar las comunas se produjo una hambruna en la que los chinos para
salvar la vida de los niños y jóvenes se transformaron en antropófagos; hay
documentales de abuelos cortándose las piernas para dar de comer a los nietos
pequeños. No es amarillismo. Esto ocurrió y hay documentación al respecto.
Las comunas
se decretaron en 1959 y fueron eliminadas 17 años después, apenas ocurrió la
muerte de Mao, en septiembre de 1976, para salvación del pueblo de China: que
empezó a comer un tazón de arroz, rebosado con una salsa de mariscos, de
cochino o de pollo, (a ellos no les gusta mucho la carne roja) y una taza de té
caliente. Esto para los mil quinientos millones de personas que conformaban ese
inmenso país, es una meta, una proeza y una tranquilidad saber que cuentan dos
veces al día con ese tazón de arroz. Los banquetes de 20 platos son para los
invitados y para la camarilla que gobierna. (¿Ahora han reducido la población? No
me lo creo mucho, pero eso dicen ellos).
Al decretar
las comunas se produjo una hambruna en la que los chinos para salvar la vida de
los niños y jóvenes se transformaron en antropófagos; hay documentales de
abuelos cortándose las piernas para dar de comer a los nietos pequeños
Volvamos a
nuestras visitas, mi padre vio la instalación de la comuna y todo lo que ellos
esperaban de esa decisión. Cuando nosotros, mi esposo (QEPD) y yo llegamos a
Pekín 1976, nos llevaron a visitar una floreciente comuna. No hablamos chino,
de manera que oímos lo que decían los comuneros de boca del intérprete. ¡Ah¡
Pero qué cara la de nuestros anfitriones, y ni hablar de los traductores,
parecían enfurecidos a medida que hablaban, sus gestos no se compadecían con
las palabras que expresaban. Como profesora de Teoría de la Comunicación y muy
estudiosa de la Kinésica (lenguaje del cuerpo) y la Proxémica (significado del
territorio), hice de inmediato un análisis de las divergencias entre lo que
decían y la postura de su cuerpo. Llegué al extremo de la confusión, cuando una
señora empezó a hablar y terminó llorando.
El amigo que servía de intérprete no
nos supo dar una explicación coherente de lo que veíamos. Salimos
apesadumbrados y cabizbajos de la visita a la Comuna Popular y bastante
convencidos de que todo era una gran farsa. Cuando regresamos en 1979, muerto
Mao, acabada la Banda de los Cuatro, no había rastro de comunas. Preguntamos,
así nos dijeron: “¡Puag, no sirvieron para nada! -dijeron los intérpretes. “Nos
arruinaron. Solo dejaron hambre y desolación”. Fue de las primeras medidas que
impulsaron el gran avance de China en el planeta: eliminar las comunas. ¿Y eso
es lo que quieren implantar aquí? Volveré sobre el tema.
Gloria Cuenca
cuencag1511@gmail.com
@EditorialGloria
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario