Tendría yo
que ser un iluso de siete suelas si pensara que es posible convencer a la gente
de algo con una columna o incluso con un ensayo más largo. La gente suele tener
opiniones formadas sobre los temas de interés, las cuales son el acumulado de
años de roces, y no se deja mover del pedestal con facilidad. ¿Entonces para
qué sirve el ejercicio de opinar si usted descarta de entrada la posibilidad de
avanzar su punto de vista, estimado columnista? Bueno, sirve para poner a
circular ideas que, así no ganen adeptos de golpe y porrazo, sí exigen al menos
ser tenidas en cuenta, aunque solo sea para después echarlas a la caneca. La
gente con frecuencia vive cómoda en medio de sus contradicciones y no le gusta
que se las sacudan o pongan en evidencia.
Tomemos un
ejemplo. En este espacio yo he sostenido repetidamente que la guerra contra las
drogas, según la ejerce el Estado colombiano sobre todo cuando está en manos de
la derecha, como ahora, es un desatino monumental. Pues bien, la opinión
pública es prohibicionista en su amplia mayoría. Sin embargo, cuando se les
pregunta si no les parece dramático que haya tantos asesinatos de líderes
sociales, lo más normal es que le reviren a uno con mucha fuerza,
considerándolo tibio, si no cómplice. Este es uno de esos territorios de los
círculos cuadrados, porque si alguien quiere que bajen e incluso desaparezcan
los horrendos asesinatos de líderes sociales, es preciso que acompañe su deseo
y ayude a fomentar un cambio en la guerra contra las drogas por la simple razón
de que son los mafiosos de todo tipo los que pagan el sueldo de los sicarios
que asesinan líderes. Solo reduciendo el flujo de dinero disponible para pagar
por matar se puede afectar esta actividad.
Abundan por
ahí las convicciones de base contradictoria. Otro ejemplo: las varias ías no
solo no sirven para combatir la corrupción, sino que al final de cuentas la
fomentan. ¿Por qué? Porque al hacerles la vida a cuadritos a muchos
funcionarios probos los alejan de la función pública, dejando el camino libre a
quienes, por saber manipular incluso a un fiscal o a un procurador, roban y se
lucran con más tranquilidad. Los problemas sí que existen, pero no se
solucionan en las ías. Piénselo, querido lector escéptico, ¿cuál fue el último
exfiscal general, exprocurador o excontralor elegido presidente de Colombia?
Desde que está vigente la Constitución de 1991, ninguno. Esto sin duda
significa que los electores no consideran que las ías sean un trampolín
legítimo para los altos cargos del Ejecutivo, en especial la Presidencia, y les
ahorro los ejemplos porque no tengo espacio.
En 1979 se fundó el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) como heredero de los tribunales Russell-Sartre. El TPP tampoco es una corte internacional que La conciencia de la humanidad y el Tribunal Permanente de los Pueblos en Colombia
En su
examen al Estado colombiano, el Comité contra la Desaparición Forzada enfatizó
en la necesidad de aclarar las cifras, sobre todo referentes a niños.
ONU pidió a
Colombia aclarar cifras sobre la desaparición forzada
En el
ejercicio de opinar, lo que importa no es qué piensa usted —al fin y al cabo
uno encuentra por ahí opiniones para todos los gustos, algunas originales,
muchas gastadas y falsificadas por la experiencia—, sino por qué piensa lo que
piensa, es decir, de qué manera sustenta su opinión y cuál de las muchas
opciones de justificarla escoge, porque suelen ser numerosas, como lo son las
que la contradicen.
En fin, yo
sigo aquí de pararrayos.
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