Desde que se creó la justicia transicional y la tecnología que mide la eficacia de estos acuerdos, el mejor evaluado es el de Santos. Pacificar 80% de combatientes, se valora positivo. En Colombia lo hicieron cerca de 90%, 13.000, y se mantuvieron renuentes 1.200. En cuanto al coeficiente de entrega de armas por número de irregulares, otro parámetro, el primer lugar se lo llevaba Afganistán con 76% y el último, Nepal con 1%, mientras lo hizo 100% de las FARC.
Iván Duque ha sido una calamidad para Colombia y parece iniciar una mala racha porque su posible sustituto, Gustavo Petro, carga en la cabeza demasiadas cucarachas revolucionarias. Antes de los acuerdos de paz, la guerrilla tenía presencia en 700 municipios del total de 1200. Cuando Duque asume la presidencia quedaban apenas 58 municipios conflictuados, y vendría una progresión para pacificar también al ELN y los disidentes de FARC.
Es que me da una flojera…
Pero Duque anuncia en la campaña mano dura y algo tan grave como que su gobierno modificaría los acuerdos, lo que dispara las alarmas y el reagrupamiento. Persiguen a Iván Márquez y Jesús Santrich para extraditarlos, quienes en respuesta fundaron el frente Nueva Marquetalia. Colombia tiene el ejército más fuerte de Suramérica después de Brasil, una infantería curtida en setenta años de guerra, con aviones tácticos Tucanes y Supertucanes, pero no combate.
Dos años de meros desplantes contraproducentes y radicaloides, hunden al gobierno, y las encuestas prevén su derrota electoral. El número de municipios en guerra sube a 186. Pero ahora con criterio comercial, ELN ejerce para sus negocios soberanía en 70% de las fronteras donde no existe Estado. La prensa colombiana contó que el ELN paró el tráfico por varias horas a siete minutos de distancia de una base militar en el Cauca y nadie se sintió aludido.
Luego de la incursión en la Victoria -Apure, el Alto
Mando colombiano anuncia movilizar dos mil hombres… en julio. La prisa es
plebeya. A 20 años del Plan Colombia y con siete bases norteamericanas en el
país, la exportación de cocaína escaló el año pasado su pico histórico, y 70%
de la producción mundial sale por sus costas del Pacífico.
¡No voy a mover un dedo!
Hay una guerra civil entre treinta facciones que se disputan el comercio de personas, vías para el narcotráfico, cobros de vacuna y extracción ilegal en el Arco Minero y el sur oeste colombiano. En tal región de Colombia hay gente que debe caminar hasta cinco horas para conseguir agua sin mercurio en medio del desastre ecológico. El año pasado hubo 4.000 desplazados en Nariño, 2.000 en Cauca, donde el Clan del Golfo se entretiene en la limpieza étnica de negros e indígenas.
Despedazan los cuerpos con motosierras, que se
agotaron en las ferreterías de la región. La guerra civil colombiana medraba en
la frontera de monte y culebra, 2.200 kms. de selva con algunos puntos
poblados, pero ahora los convierte en campo de batalla, lo que debe ser a
cambio de algo muy importante y manos poderosas que desde Colombia ensayen
crear una contra, al estilo nicaragüense de los 80, para poner jaque.
El medio fue hoy el “Frente Gentil Duarte”, pequeño
pero aliado del ELN que domina las fronteras ¿Actuaron sin consultar a los
elenos o con su aprobación? ¿La posible contra estará asociada al ELN? La dura
acción de las FABV evidencia que lo ven como ensayo para instalar un foco
permanente.
¿La contra contraataca?
A la misma fecha y hora, bandas desatan tiroteos en barrios de Caracas. Días después circula video de un comando encapuchado con armas largas, que amenaza a la GNB en el Arco Minero, donde está el ELN. Sigue con el ataque a comando rural de la GNB en Caripito, Monagas, y hay cinco funcionarios heridos.
La incomunicación y hostilidad entre los dos países
crea el peligro de que cualquier error, un ataque equivocado, provoque choques
entre los dos ejércitos regulares. Las FANB neutralizaron la ofensiva de La
Victoria y los propulsores de la contra desarrollan, como suele ocurrir, una
política comunicacional que polariza medios y Ongs, y la información viene
turbia. El lugar común dice que en la guerra la primera baja es la verdad.
Sería demencial o tonto celebrar que mueran muchachos
en combate o que se comprometa nuestro territorio, un drama para Venezuela y no
para el gobierno. ¿Cuántos jóvenes deben morir para que sepamos qué es una
guerra? Con frecuencia los conflictos internacionales dejan heridas incurables
y cicatrices históricas, odios mellizales. Desde 1899 no nos libramos de las
consecuencias del Laudo de París sobre Guyana, pese a que no empuñaron armas.
Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela
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