“La dictadura perdió tiempo que significó vidas en Venezuela. La propia vocera del régimen hoy reconoce que el año pasado habían aceptado el ingreso de nuestro país al mecanismo Covax, pero prefirieron retrasar lo que es una urgencia para mentir y engañar”: Juan Guaidó.
Desde siempre los medios de
comunicación social han sido un poder temido por los gobernantes de turno: “la
artillería del pensamiento”, “tan útiles como los pertrechos” como los llamó en
su oportunidad nuestro Libertador. En Venezuela los célebres encontronazos
entre Juan Vicente González y Antonio Leocadio Guzmán hicieron famosos a estos
dos personajes. En tiempos de la dictadura de Pérez Jiménez se pusieron de moda
los pasquines, escritos breves infamante contra alguien o algo. Muchos dueños
de periódicos y televisoras o empleados de confianza fueron parlamentarios,
ministros, gobernadores. Se les llamó entonces el cuarto poder. Por eso el
régimen, como el actual, persigue incesantemente a periodistas y opinadores
porque a través de estos se ejerce la presión que pone de rodillas a los
canallas; de allí proviene la hegemonía comunicacional, el control político de
la comunicación.
Ahora, a lo que vamos.
Efectivamente, muchas de las muertes y contagios producidos como consecuencias
de la Covid en Venezuela han podido evitarse si el régimen hubiese actuado a
tiempo, es decir, responsablemente. Los enfermos con esta pandemia aumentarán
de manera continua; degollina que no cesará hasta tanto no se inicie el plan de
vacunación de manera correctamente planificada.
Agréguele, además, todas las carencias, la vida paupérrima de cerca del
90 % de los venezolanos que existen en las peores condiciones de pobreza
superando a los haitianos, emblema de la inopia en el hemisferio americano, que
de acuerdo con el FMI nuestro PIB per cápita es más bajo que el de ellos,
haitianos.
El caso es que finalmente —así
esperamos porque en este laberíntico gobierno nunca se sabe a ciencia cierta
cuáles serán los resultados finales— el sábado de la semana pasada la señora
Delcy Rodríguez, imagínense ustedes, informó que el gobierno pagó poco más de
la mitad del monto requerido para la adquisición de 11,3 millones de dosis de
vacunas anticovid a través del mecanismo Covax. Como punto de información, Covax
es el mecanismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) creado para
garantizar la distribución de vacunas a los países más desfavorecidos, que
garantizará por ahora, el 20 % de la vacunación de los venezolanos.
Este logro de extrema importancia -el
gobierno sí tenía el dinero- se da por dos elementos fundamentales. En primer
lugar, porque la necesidad imperiosa de proteger la vida de nuestros
compatriotas a través de las vacunas, única alternativa eficiente, se convirtió
por fortuna, en un hecho eminentemente político, terreno donde imperan muchos
intereses, en este caso el derecho a la vida. En segundo lugar, a la gran
presión ejercida a través de los medios de comunicación y redes sociales, que
demostraron que sí existen a pesar de las trabas, amenazas, presiones y
persecuciones del régimen.
El gobierno de NM, aunque no lo
parezca, atraviesa momentos turbulentos, un pueblo indignado que los aborrece.
A partir de ahora, las muertes como consecuencias de la Covid serán atribuidos
a la lentitud para ordenar la importación de la medicina de la vida. Por otra
parte, Juan Guaidó tiene la oportunidad de convertirse en un gran operador del
mecanismo para que se cumpla a cabalidad el dispositivo de vacunación y que
estas vacunas ingresen al país no vayan a dar al mercado negro, ni se excluya a
nadie por no tener el carnet de la patria. Incluso, el presidente encargado
pudiera aportar el dinero faltante para que se complete la compra para que no
quede ni un solo compatriota sin protección.
Para poner punto final, la oposición debe
rescatar la credibilidad. Insistir en la unidad sin opacar la libertad de los
partidos políticos, respetar sus derechos de hacer su trabajo de acuerdo con
sus criterios, pero, evidentemente, enfocados en el mismo objetivo, que es la
salida del régimen de Nicolás Maduro. Es un acto suicida ir a unas elecciones
regionales y locales, gobernaciones y alcaldías, sin condiciones que garanticen
la voluntad del votante. No habrá palabras, ni existe liderazgos ni del régimen
ni de la oposición que convenzan a nuestros paisanos de lo contrario. Los
aspirantes que andan en esa aventura deberían utilizar su tiempo en algo más
útil, tanto para ellos como para el país.
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RgarciaMarvez
Venezuela
garciamarvez@gmail.com
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Venezuela
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