Nace la construcción de un nuevo Chile popular de sus entrañas profundas para derrotar a la derecha en el largo territorio nacional con la forma de una “loca geografía”. La estabilidad de este país austral sudamericano de cara al Pacifico del cual el gobierno del empresario Sebastián Piñera se ufanaba por su sólida economía privada y débil estatal se rompe en el mes de octubre de 2019 con el grave estallido social producto del alza de los precios de los pasajes del metro de Santiago de Chile cuyos eventos repercuten de manera contundente sobre la vigencia de la constitución de 1980.
Este
documento se mantenía como un monumento de la estabilidad neoliberal instaurada
por la oprobiosa dictadura del general Augusto Pinochet cuando el estatus quo
dominante en la región se apoyaba sobre el poder geopolítico indiscutible de los Estados Unidos. Hoy los chilenos viviendo
en otras condiciones se encuentran movidos por la irrupción de la furia
populares de las mayorías excluidas de los beneficios del sistema vigente y han
logrado empujar al país saltando los
graves efectos de la pandemia y de los partidos que administran el maltrecho
capitalismo hacia la celebración de
una mega elecciones de dos días de
duración 15 y 16 de mayo con el propósito de constituir una Asamblea
Constituyente de 155 ciudadanos (cuatro elecciones en una con la de gobernadores
regionales, alcaldes y concejales) con
la finalidad de redactar una nueva Carta Magna
que impulse un nuevo modelo político en el cual, el
Estado rescate su responsabilidad social con el desarrollo nacional.
Asistimos
al ocaso del más largo periodo
neoliberal de algún país de América Latina
el cual, surge como “parteaguas brutal” del proceso histórico chileno a
las 10 de la mañana del 11 de septiembre
de 1973 cuando los tanques de las Fuerzas Armadas Chilenas aben fuego contra el
Palacio La Moneda en un golpe militar contra el presidente Salvador Allende,
quien resiste heroicamente hasta su último mensaje memorable en el cual
proclama, “sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde se abrirán
las grandes alamedas por donde pase el
hombre libre para construir una sociedad mejor” escuchadas en impactante
alocución radial. Estas palabras quedan grabadas en el subconsciente de la
mentalidad dominante de la guerra fría cuando se hacía evidenciando la
inviabilidad del desarrollo del socialismo democrático chileno. En ámbito
regional muestran el dramatismo de Chile
que no podía repetir el caso de una Cuba
comunista convertida en “un
territorio libre en América” protegido desde Moscú como un bunker cerrado bajo el mando de Fidel
Castro.
En Chile
esta situación no era posible por cuanto
América Latina permanecía como una
región dependiente del bloque capitalista desde su aparición a principios del
siglo XIX, primero bajo el poder metropolitano dominante de Inglaterra y
después de los Estados Unidos cuando se adueñan del correaje comercial del
panamericanismo en 1889, practican un expansionismo sobre los territorios
mexicanos, en la aguerra contra España en 1898 controlan a Cuba y Puerto Rico y
con la construcción del canal de Panamá convierte el mar de las Antillas en el
mar del caribe interior de los intereses anglosajones. En
1973 cuando es derrocado Allende los Estados Unidos dominaba el 80% del
comercio de toda la región, mientras la URSS tenía menos del 10%, controlaban
el Tratado de Defensa Hemisférico (TIAR), la OEA era un apéndice de sus
intereses políticos y el presidente norteamericano Richard Nixon y el
Secretario de Estado Henry Kissinger
participan directamente en la interferencia del caos y el desabastecimiento del
país, al tanto de bloquear cualquier posibilidad de Allende pudiese conseguir
ayuda en al campo socialista para mantener su modelo.
En ese
tiempo el dictador Pinochet recibe soporte complementario importante del
gobierno militar del Brasil para levantar nuevas fronteras ideológicas contra
el comunismo. Estos dos países guardaban
afinidades en relación a sus realidades
geopolíticas que consideraban satisfechos: Chile amplía se territorio en
la guerra del pacifico entre 1879 y 1884 cuando le toma dependencias a Perú y a Bolivia, mientras, Brasil amplio
de manera significativa su territorio en periodo colonial por la acción
agresiva de los intrépidos bandeirantes en su marcha hacia el oeste quitando territorios a España en la región
amazónica y otros lugares partiendo para
ello desde los centros poblados al sur de la costa atlántica y
particularmente de la ciudad de Sao Paulo.
También,
Chile durante su juego estratégico en el periodo independiente con Argentina su
principal amenaza externa emplea a
Brasil como como base de apoyo de su integridad cuestión que se estrecha
durante la década de 1970 para formar un frente de contención contra el
comunismo. La dinámica dictatorial chilena creo una profunda distorsión de la
evolución del país, por un aparte Pinochet abrió el plano económico permitiendo
la privatización de todos los bienes del
Estado, la entrada sin limitaciones del capital transnacional e incorpora al gobierno los llamados “chicago boys” ya conocidos en la Universidad de Chile por
su lema de que “el mercado siempre acierta”. Pero, por otra parte el dictador cierra el plano político suprimiendo los derechos de la sociedad civil
haciendo retroceder el país al
tiempo cuando una elite aristocrática se apropia del Estado actuando
como una “fuerza conservadora del orden”
que el pueblo debía obedecer. En esa oportunidad el encumbrado político
chileno Diego Portales señalaba que “al pueblo debe dársele tanto pan como golpes”.
Esta es la filosofía consagrada en la
constitución de 1833 se prolonga hasta
la sanción de un nuevo marco legal en 1925. Después en el gobierno de Arturo
Alessandri y hasta la caída de Allende en 1973 se logra el Estado Social de
Derecho que consagra el desarrollo político, económico, social y cultural
mediante un proceso de concientización progresista de los sectores populares y
de manera destacada de la clase obrera en concordancia con la convergencia
entre el partido comunista y el socialista que se prologa hasta la llegado
de Eduardo Frei en 1964 de orientación
social cristiana cuando se inicia con el ensayo de la “chilenización” del cobre
de propiedad de compañías norteamericanas y de los primeros pasos de la reforma
agraria. En la década de 1970 estas mediadas reformistas llegaron a sus límites
el sistema capitalista reacciona en un instinto de conservación para
recomponerse mediante un acopio de fuerza representada en la figura dictatorial
de Pinochet. Esta situación se prolonga hasta 1980 cuando los factores de poder
dominantes buscan una salida de
compromiso del atolladero en que se encontraba el país y lo consiguen
estableciendo una “democracia protegida” propiciado después la salida del
dictador mediante un plebiscito pero, dejando la vigencia del sistema
neoliberal. Todo este andamiaje limitante de los derechos humanos colapsa
finalmente el domingo 16 de mayo de 2021 ante el avance de los sectores
populares creando un nuevo cuadro político
dominado por la aparición de una izquierda.
La nueva
realidad impuesta obliga al presidente Piñera reconocer que su gobierno no se
encuentra en sintonía con la demanda de los ciudadanos y aceptar como la joya
de la corona representada por la alcaldía de Santiago de Chile le fue
arrebatada por la militante comunista Iraci Hassler que “abrirá las grandes
alamedas para la marcha del hombre libre”.
Alejandro
Mendible
mendiblealejandro@gmail.com
Caracas
– Venezuela
Enviado
a nuestro correos por
Jesús
Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Venezuela
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