Lo que sucede en Venezuela respecto a política y sociedad no es, para nada, nuevo. Muchísimo antes que el advenimiento de las sociedades civilizadas y prioritariamente de la conformación de culturas prístinas, el manejo del poder generó una diferencia enorme entre quienes utilizaban la mente para hacerse del mismo, a costa del esfuerzo de otros. La ambición de poder, fama y gloria y con ello de riquezas materiales y privilegios ante otros; han convertido a grupos minoritarios de gente en menesterosos, egoístas. Por ende, megalómanos, tiranos. Mientras, los otros, con un estado de conciencia enajenada, un concepto de política desapercibido y muchas veces ignorantes, en otras palabras, las masas o la clase mayoritaria, se han convertido en miserables, privados de una verdadera libertad, casi esclavos.
No es casualidad que, como protesta, Babel haya
constituido la primera diáspora conocida mediante las antiguas escrituras, y
con ello, la diversificación de las culturas y el lenguaje. Diáspora que,se
produce no como un anhelo intrínseco de la libertad, sino por causa de la
excesiva -digamos así- represión, maltrato, terror; a que los poseedores de
“poder” someten a esas masas desapercibidas e ignorantes de política. Esto
último es lo que manifiesta Ortega y Gasset -aunque omite, en mayor forma, los
conceptos libertad y política - en su rebelión de las masas”
Pretender determinar el concepto política como
Universal, se remite -automáticamente- a todas las especies, por cuanto cada
una de ellas, habitantes de la Tierra, tienen una organización que les
permiten, en primera instancia, sobrevivir y, como impronta, mantener orden y
disciplina en función de mantener una sociedad estable y productiva. La
diferencia entre la humanidad y las demás especies se determina por una sola
variante, la inteligencia.
Esta, se constituye y/o se produce de la comunión de
tres elementos propios de la especie humana, son ellos, principalmente, la
mente, la mano y el lenguaje que, como variantes de un parámetro, conforman el
axioma trabajo.
“Primero el trabajo, luego y con él la palabra
articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el
cerebro del mono -aludiendo a Darwin- se
fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su
similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida
que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más
inmediatos: los órganos de los sentidos (...) Gracias a la cooperación de la
mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo,
sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar
operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada
vez más elevados. El trabajo mismo se diversifica y perfecciona de generación en generación extendiéndose
cada vez a nuevas actividades.” F. Engels, 1876 (Die Neue Zeit, Bd. 2, N° 44,
1895-1896).
Por mi parte difiero con Darwin respecto a que somos
la evolución del mono, aun cuando etimológica y semánticamente podríamos ser
primates, nuestra genética, la conformación ADN es significativamente diferente
a la de los primates monos.
Sin embargo sí estoy de acuerdo en la concepción de
trabajo como un elemento generador de progreso. El estigma que a este (al
trabajo) le adjudican sectores con una vanidad exacerbada, egoísmo, egolatría,
más una discriminacion absurda y deslindada de la belleza platónica, que,
irónicamente, pertenece a la creencia de que el trabajo -de cualquier índole-
es propio de clases inferiores a las que se debe explotar para mantener un
estatus elitista, lo cual,
supuestamente, se convierte en gloria, es sin duda alguna, el ejemplo de
la opulencia desmedida y, la expresión de la ignorancia de “moral” y de lo que
la sociedad, civilizada, la filosofía, contempla como política. Es por esto
que, filósofos como: J. J. Rouseau determinarían a la sociedad, como enajenante
de la libertad del individuo.
Esta inteligencia perversa es propia de Holgazanes de
oficio, quienes mediante discursos falaces, eufemismos y sofismas convierten a
pueblos enteros en esclavos de sus gobiernos, y no es de ahora, desde y, antes
de los albores de nuestra civilización occidental, conocemos la historia de la
tiranía de la Grecia antigua, del imperio romano, de los imperios españoles e
ingleses, todos se han basado en la discriminacion social, el terror y el
miedo. Por ende, privación de libertad de pueblos enteros. Luego de este
episodio longevo, milenario -como el
caso de los imperios chinos- en los tiempos de
Pericles, se estimuló un concepto político -supuestamente- más bello, benévolo,
piadoso y cónsono con la conciencia de libertad, la democracia. Las tiranías no
difieren mucho de las monarquías y las oligarquías, pero sí de las democracias.
La diferencia entre las primeras es que: en la tiranía el poder está manejado
por una sola mano (Déspota), en la Oligarquía por miembros de poderes
económicos representados por un gobernador y en la monarquía por una clase
social que se cree superior y se ha habido del poder mediante la conquista de
pueblos mediante la fuerza de las armas (belicismo). Posiblemente hayan
diferentes acepciones de los sistemas políticos, no obstante el espíritu de
cada uno es el antes expresado. En cambio, la democracia, tiene en su haber la
esencia de la libertad, sobre todo política, por algo -aunque el Historiador
Angel Lombardi* (LUZ) llama a las
latinoamericanas, imperfectas- tanto Platón como Bolívar la determinan como el
sistema más perfecto aunque el más débil, pues, cualquiera mediante esta
libertad puede obtener el poder.
Eso es lo que ha sucedido en Venezuela, nuestra
democracia *imperfecta, ha sido mancillada y transformada en un bodrio
tergiversado de la esencia demócrata, a la cual, asocian, los holgazanes de
oficio que están en el poder actualmente, al socialismo marxista para
justificar un bandolerismo descarado. Un teatro político tiránico solapado con
un aparato estratégico con lo cual han usurpado, los poderes defendidos por el
espíritu bolivariano y de la política de Montesquieu. Para manejarlos a su
antojo y mantener el poder en una élite representada por un dictador y apoyada
por un partido político (PSUV).
Para consolidar el poder se han valido de las
estrategias más arcaicas y efectivas habidas en la historia de la política, la
propaganda basada en la mentira, la violencia, el miedo y el terror de una
estado que, irónicamente existe y, no debía existir según el concepto marxista
del socialismo, en contra de un comunismo arcaico que es, como algo absurdo, lo
que existe donde prevalece la ley del más fuerte, pero no la fuerza de la
comunión de la mano la mente y el lenguaje, de la inteligencia sino la fuerza
de la violencia y la ignorancia de lo que es política de quienes la
manejan. Por ende opresión, miseria y
hambre.
Paradójicamente,
tienen el tupe de invocar a verdaderos adalid de la libertad de los
pueblos que manejan perversamente, como el caso de Bolívar en Venezuela y
a José Martí en Cuba,
este último partidario además del positivismo poético del siglo XIX, de
la educación de sus pueblos como la mejor herramienta de la libertad. Marti era
contrario al comunismo porque sabia la clase de manejos que estos habían
desarrollado en la fracasada comuna de París y porque conocía el espíritu del
socialismo de Marlo, Bakunin y Marx, y perfectamente de cómo concibe H. Spencer
tales voluntades de poder, analizado por Marti, cito:
“ Tendencia
al socialismo de los gobiernos actuales. –La acción excesiva del Estado.
–Habitaciones para los pobres. –La nacionalización de la tierra. –El
funcionarismo.
La
Futura Esclavitud se llama este tratado de Herbert Spencer. Esa futura
esclavitud, que a manera de ciudadano griego que contaba para poco con la gente
baja, estudia Spencer, es el socialismo. Todavía se conserva empinada y como en
ropas de lord la literatura inglesa; y este desdén y señorío, que le dan
originalidad y carácter, la privan, en cambio, de aquella más deseable
influencia universal a que por la profundidad de su pensamiento y melodiosa
forma tuviera derecho. Quien no comulga en el altar de los hombres, es
justamente desconocido por ellos.
¿Cómo
vendrá a ser el socialismo, ni cómo éste ha de ser una nueva esclavitud? Juzga
Spencer como victorias crecientes de la idea socialista, y concesiones débiles
de los buscadores de popularidad, esa nobilísima tendencia, precisamente para
hacer innecesario el socialismo, nacida de todos los pensadores generosos que
ven como el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras
radicales y violentas, y no hallan más modo natural de curar el daño de raíz
que quitar motivo al descontento. Pero esto ha de hacerse de manera que no se
trueque el alivio de los pobres en fomento de los holgazanes; y a esto sí hay
que encaminar las leyes que tratan del alivio, y no a dejar a la gente humilde
con todas sus razones de revuelta.
So pretexto
de socorrer a los pobres –dice Spencer– sácanse tantos tributos, que se
convierte en pobres a los que no lo son. La ley que estableció el socorro de
los pobres por parroquias hizo mayor el número de pobres. La ley que creó
cierta prima a las madres de hijos ilegítimos, fue causa de que los hombres
prefiriesen para esposas estas mujeres a las jóvenes honestas, porque aquellas
les traían la prima en dote. Si los pobres se habitúan a pedirlo todo al
Estado, cesarán a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia, a menos
que no se los allane proporcionándoles labores el Estado. Ya se auxilia a los
pobres en mil formas. Ahora se quiere que el gobierno les construya edificios.
Se pide que así como el gobierno posee el telégrafo y el correo, posea los ferrocarriles.
El día en que el Estado se haga constructor, cree Spencer que, como que los
edificadores sacarán menos provecho de las casas, no fabricarán, y vendrá a ser
el fabricante único el Estado; el cual argumento, aunque viene de arguyente
formidable, no se tiene bien sobre sus pies. Y el día en que se convierta el
Estado en dueño de los ferrocarriles, usurpara todas las industrias
relacionadas con estos, y se entrará a rivalizar con toda la muchedumbre
diversa de industriales; el cual raciocinio, no menos que el otro, tambalea,
porque las empresas de ferrocarriles son pocas y muy contadas, que por sí
mismas elaboran los materiales que usan.
Para ellos tanto para tiranos esclavistas de derecha
como de izquierda se deben deshacer de promotores de la libertad, tanto con
cárcel como con muerte, En EEUU: Abraham Lincoln, J. F. Kennedy ¿obra del
comunismo castrista? Martin Luther King, etc, En Venezuela Renny Ottollina y Franklin Brito, Baduel,
Leopoldo lopez, estos anteriores, asesinados, martirizados o encarcelados,
aunque haya versiones distintas, han sido sacados de la escena por entes
contrarios a la libertad.
Respecto a lo que plantea Marti con relación de cómo
asume H. Spencer al socialismo, el ejemplo venezolano lo revela y evidencia el
cúmulo de bonos y misiones que han desarrollado a medias y fracasadamente para
crear una imagen filantrópica o altruista, con lo cual han logrado su objetivo,
la dependencia del pueblo de un estado esclavista. Por ende, la privación de la
libertad del mismo. A esto último, se
suma la campaña de victimización a que han sido sometidos los pueblos de
latinoamérica según Carlos Rangel y Carlos A. Montaner por la propaganda
castrocomunista y sus adlateres socialistas.
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Venezuela EEUU
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