1.- Eso dice Carlos Gardel en «Volver» y también: “Y aunque no quise el regreso/siempre se vuelve al primer amor…” Se refiere a los amores, pero tal vez podría ampliarse a esos fantasmas del pasado, esos regresos imposibles, esas venidas que son idas, ¡ah, el pasado!
2.- Es
recurrente la conseja según la cual todo es posible o debería serlo, menos una
sola cosa: volver al pasado. El razonamiento es simple: ese pasado nos trajo a
este presente espantoso, por tanto nada de volver, nada de Gardel; siempre
hacia adelante como el elefante.
3.- Chávez
estigmatizó el pasado porque era –según su notable ilustración– el tiempo de la
corrupción de AD y Copei, de los cogollos y de las mafias, del sindicalismo
tramposo y de los empresarios ruinosos, y, sobre todo, de la pobreza que hacía
que los más desamparados comieran perrarina. De la época del buen salvaje,
liderado por Guaicaipuro, a la redención encabezada por Bolívar, luego
traicionada por Páez, se llegaba por fortuna a la Segunda Redención, la Segunda
Independencia o, si se quiere, la Segunda Marquetalia capitaneada por Chávez en
persona.
4.- La época
democrática habría sido traición tras traición, corrupción tras corrupción,
nada para recordar, todo para sancionar y luego olvidar. Tal fue el soporte del
relato chavista que como toda fundación requería comenzar desde las bases más
profundas para poder tener algo diferente. Si las cosas no resultaban tan
bonancibles como habían sido ofrecidas, la explicación era que el pasado no
había muerto completamente, todavía se le agitaba el bracito fuera de la tumba,
o no se le había enterrado a la profundidad necesaria para que no expeliera sus
olores asquerosos sobre el prado sembrado por Hugo, lleno de flores y
bienaventuranzas, acompañado por la pandilla de los desalmados haciendo pipí al
descampado.
5.- Fue un
relato poderoso que no es un simple cuento, sino un cuento vendido a latigazo limpio
cuando ha sido necesario o cuando la incredulidad y la malicia han visitado las
almas inocentes de los camaradas. Chavismo con sangre, entra. Así se instauró
un hecho de un poder inmenso que fue el de la renuncia al pasado por podrido e
indeseable. Si usted vacilaba ante esa necesidad de abominar de la historia
reciente, era porque era corrupto o algo parecido. La dirección política
tradicional se hizo la loca, salvo algunos dirigentes que no aceptaron el
chantaje.
6.- Los
nuevos dirigentes, en su gran mayoría, compraron ese boleto hacia ninguna
parte. Algunos tontones llegaron a decir cosas como que, ciertamente, Chávez
era muy malo pero “por lo menos” había tenido una política de favorecimiento de
los pobres. Esa tesis no caló solo en iletrados e interesados sino hasta en
sectores notables de la academia europea y norteamericana. Chávez, “por lo
menos”, se ocupaba de los desamparados.
7.- En esa
condescendencia el golpista venezolano se recubrió de la pátina de los héroes
del pueblo y sus alrededores. Más de un empresario miraba arrobado cómo el
zambo que despreciaban tenía algún mérito por su angustia plebeya: valía la
pena firmar el cheque o llenar el maletín de dólares para que la obra de
salvación nacional (entonces también había contrabando de esta especie) pudiera
ser cumplida sin interrupciones.
8.- Por esta
vía, la oposición renunció al pasado y se despojó del abrevadero más importante
de principios, esfuerzos, enseñanzas y memoria de héroes civiles que podría
haber tenido a su alcance. Lo hizo por dos razones: una, perfectamente
miserable, que consistía en sacudirse una herencia tenida como asquerosa y que
la hacía blanco de los ataques oficiales; otra razón, producto de la indigencia
intelectual, que no podía asumir que sólo se puede construir una libertad
sólida si está basada en una historia de luchas, de las que ese período
democrático es fuente de enseñanzas insustituibles.
9.- Aún más,
quienes vivieron las ciudades y el campo venezolanos, quienes supieron de
logros materiales, de la educación y la cultura de esos tiempos, quienes
experimentaron la lucha de sus padres, de ellos y de sus hijos por hacerse un
destino, quienes pudieron llegar desde la pobreza a la clase media, tienen la
clave del porvenir. No para calcar lo que fue sino para inspirarse en cómo fue:
no es hacer otro Guri sino repetir el esfuerzo que lo hizo posible.
10.- Estas
son algunas de las razones por las cuales hay que volver la mirada que siempre
estará llena de nostalgia para quienes vivieron el bulevar de Sabana Grande, el
viaje fantástico hacia Mérida, el lugar al cual volver nunca cansa que es
Margarita con sus playas y su 4 de Mayo, ese camino alucinante al Roraima; y
saber las pisadas que por allí hubo, los mayores que por allí transitaron, y los
que vieron nítidos los valores que cimentaban todo ese maravilloso espectáculo
que fue Venezuela. Volver a la Venezuela donde todo era posible y también a la
Venezuela donde mucho se hizo imposible.
11.- No hay
que pensar con Jorge Manrique que “cualquier tiempo pasado fue mejor” en
términos absolutos, porque siempre hay de todo, sino que en ese tiempo que ya
no está se pudo luchar por ser mejor y la lucha dio resultados.
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