domingo, 27 de junio de 2021

LUIS FUENMAYOR TORO: VENEZUELA REQUIERE UN CAMBIO POLÍTICO (Y IV)

En el éxito del diseño de un nuevo modelo político de consenso para el futuro, que garantice una paz duradera y un desarrollo económico social sostenido, es de vital importancia las características del sistema electoral que se organice, pues del mismo dependerá la selección de nuestros gobernantes en todos los niveles y ámbitos territoriales. Serán vitales sus atribuciones, normativas y reglas; su cabal funcionamiento, la seriedad de las personas que lo integren y, por encima de todo, la fidelidad con que traduzcan la voluntad de los electores, que redundará en su necesaria credibilidad.
 
Ya hemos tocado en artículos anteriores1,2,3 aspectos primordiales de cualquier sistema electoral, como la representación proporcional, la alternabilidad de los gobernantes, la duración de los períodos de gobierno, el financiamiento público de las campañas electorales y la necesidad o no de la posibilidad de revocación de los mandatos de todos los electos. Esas aproximaciones las hemos hecho tomando en cuenta la experiencia en el país desde 1958 hasta hoy, así como las prácticas universales en esta materia. Hoy completaremos estas resumidas propuestas con los temas del quorum electoral y la doble vuelta.
 
Por quorum electoral entendemos la mínima votación necesaria para que se declare con validez una elección particular. No puede ser, como ocurre en Venezuela, que, si sólo vota una persona o diez o un mil o cualquier cifra
 
evidentemente insignificante de electores, el resultado pueda ser considerado válido, ya que esos votantes no tienen ninguna representatividad en relación al total de los mismos. Debe haber, por tanto, una proporción mínima de votantes en relación al total, para que cualquier elección pueda ser considerada válida y sus resultados aceptados por todos.
 
Alguien podría decir que el quorum de votantes debería ser la mitad más uno del total de personas con derecho a voto. Sin embargo, esta proporción podría ser eventualmente muy alta y, si la votación se mantiene sólo como un derecho y no también como una obligación, algo que pudiera discutirse, podría no alcanzarse el quorum en varios procesos consecutivos, colocando al país en una crisis política seria, que se convertiría en peligrosa para el sistema democrático electoral que se está tratando de mantener. Se debería entonces pensar en un quorum de votantes equivalente a la tercera parte de los electores totales en cualquier elección. De no lograrse el quorum, la elección se repetiría con un quorum menor.
 
En las elecciones de cargos ejecutivos: Presidente, gobernador y alcalde, para ser declarado ganador se debería obtener por lo menos el 40 por ciento de los votos válidos, entendiendo por éstos los que expresan con claridad la voluntad del elector. Es decir, se descontarían los votos nulos del total de votos emitidos, pues estos votos fueron anulados al no desprenderse de ellos el deseo del votante. Valdría la pena incorporar el voto en blanco en nuestra legislación, con el cual el elector podría expresar su voluntad de no votar por ninguno de los candidatos o fórmulas presentadas. Es un voto distinto del voto nulo, pues éste es anulado por la mesa electoral, al no expresar la intención del votante.
 
Si ningún candidato obtiene el 40 por ciento de los votos o si la diferencia de votos entre los dos primeros es menor del 5 por ciento del total de votos válidos, se iría a una segunda vuelta electoral entre los dos candidatos que obtuvieron un mayor número de votos, y sería electo quien obtuviera la mayoría de los votos válidos emitidos en este segundo proceso. De esta manera, se lograría una mayor legitimidad de quienes resulten electos, pues su elección involucraría necesariamente a votantes de otras parcialidades político partidistas. El carácter plural del sistema electoral saldría además fortalecido.
 
Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
Venezuela

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