Este año 2021 ha sido un año de bendiciones para
nuestro país, luego de la Beatificación del doctor José Gregorio Hernández,
nuestro futuro Santo. Como recordamos el hoy beato nació en el seno del
matrimonio formado por Benigno Hernández y Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros
el día 26 de octubre de 1864 en una comarca trujillana, Isnotú.
Su padre se dedicaba al comercio y su madre a las
labores del hogar. Por línea materna este niño descendía del cardenal Francisco
Jiménez de Cisneros quien fue confesor de la reina Isabel, La Católica,
fundador de la universidad de Alcalá y un gran propugnador de la cultura en su
época. Por el lado paterno José Gregorio se emparentaba con Francisco Luis
Febres Cordero Muñoz, eminente educador y escritor, miembro de la Academia
Ecuatoriana de la Lengua, y correspondiente de la Real Academia de la Lengua
Española.
Su señora madre, una mujer muy devota falleció cuando él
tan sólo tenía ocho años pero dejó impregnada en la personalidad del infante
una fuerte religiosidad. Al alcanzar la adolescencia se traslada a la ciudad de
Trujillo para estudiar el bachillerato en el Colegio Federal de Varones. Su
primer maestro, Pedro Celestino Sánchez quien regentaba una escuela privada en
Isnotú, notaría muy pronto las habilidades e inteligencia del pequeño, quien le
recomendó a su padre, que lo enviara a la capital de la república.
Con trece años cumplidos JGH llega a Caracas y es
inscrito en el colegio Villegas, allí obtiene en 1884 el título de bachiller en
Filosofía. Cuenta Guillermo Tell Villegas regente del famoso colegio que José
Gregorio era poco dado a jugar con sus compañeros y prefería pasar el tiempo
libre en compañía de libros. A corta edad ya conocía a los clásicos y se
autoimpuso con mucha disciplina la obtención de una vasta cultura
enciclopédica.
En la UCV
A los 17 años ingresa a la Universidad Central de
Venezuela para estudiar leyes pero el padre conociendo la natural inclinación
de su hijo por ayudar a los demás lo anima a emprender la carrera de Medicina,
éste lo hace ingresando por Biología. Al graduarse de médico el 29 de junio de
1888, José Gregorio Hernández era reconocido por sus inconmensurables
conocimientos. Hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano y dominaba
el latín; era filósofo, músico y tenía además profundos conocimientos de
teología. Para cumplir con el requisito académico de ejercer los primeros años
en la provincia se traslada por un año a la región andina radicándose en su
pueblo natal, Isnotú. El 30 de julio de 1889 regresa a la capital para dar
comienzo a una brillante labor científica. Ese mismo año el Presidente de la
República, Dr. Juan Pablo Rojas Paúl decide enviarlo a hacer el postgrado en
las universidades de París y Berlín con el objetivo de que estudiara teoría y
práctica en las especialidades de microscopia, histología normal y patológica,
bacteriología y fisiología experimental; para tal fin le fue otorgada una beca
de 600 bolívares mensuales.
Cuando estaba en Europa fallece su padre, quien le
deja en herencia algunos bienes que él de manera desprendida decide traspasar
por completo a los hijos de su hermana Sofía. Regresa en 1891 para dedicarse a
enseñar todo lo que había aprendido por lo que funda algunas importantes
cátedras en la Universidad Central de Venezuela y trae el primer microscopio.
Su prestigio aumenta cada día más.
Hermano Marcelo
En 1907 con 43 años cumplidos y luego de haber
prestado importantes servicios a su patria, el Dr. José Gregorio Hernández
conversa con el arzobispo de Caracas, el padre Juan Bautista Castro, y decide
por su vocación sacerdotal. Viaja a Italia, al convento de la orden de San
Bruno en La Cartuja de Farneta cercana al pueblito de Lucca. Fue aceptado bajo
el nombre de Hermano Marcelo y le fue asignada una de las celdas donde debía
observar rigurosas normas y someter al cuerpo a constantes mortificaciones.
Entre éstas estaba no comer o beber por días enteros,
evitar el contacto con otros seres humanos incluyendo a sus hermanos
religiosos, además de soportar temperaturas de varios grados bajo cero, no
podía procurarse ninguna forma de calor mientras estuviese en la celda como
novicio.
Todo esto llevó a que el ahora Fray Marcelo, pese a
estar espiritualmente motivado a continuar tuviera que desistir pues su salud
se vio gravemente comprometida.
El padre superior D. René, consideró entonces prudente
el que Fray Marcelo volviera a ser el seglar José Gregorio Hernández y que
regresara por unos años a Venezuela hasta que recuperara totalmente su salud.
Esta fue la razón, y contra su voluntad, que se vio
precisado a dejar los hábitos y a abandonar la Cartuja de Farneta nueve meses
después de haber ingresado en ella.
El Médico de los pobres
De vuelta en Caracas fue nombrado Jefe del Laboratorio
del Hospital Vargas, al final luego de dos nuevos intentos por dedicarse de
lleno a la vida monástica tuvo que desistir por su debilidad corporal; decidió
entonces llevar una vida simple y en oración al lado de su hermana Isolina y
ayudando como médico a sus pacientes más necesitados, era el comienzo del
"médico de los pobres".
El domingo 29 de junio de 1919 cuando se cumplían 31
años de su graduación como Médico Cirujano, un lamentable accidente le quitó la
vida. De eso hace 102 años.
Fatídico día
Aquel domingo 29 de junio de 1919 amaneció de rutina
en el número 3 de San Andrés a Desbarrancados, vivienda de la familia
Hernández. José Gregorio se levantó a las cinco y como era su costumbre rezó el
Ángelus. Al terminar encaminó sus pasos a la vecina iglesia de la Divina
Pastora con la intención de oír misa y comulgarse.
Cercano al Waraira Repano que separa a Caracas del
mar, La Pastora era por entonces el lugar preferido de las familias por la
tranquilidad y su clima siempre agradable. Por las calles estrechas se oía el
armónico paso de las recuas de mulas cargadas de mercancía que los arrieros
llevaban al centro de la ciudad y de cuando en cuando pasaba algún tranvía que
llevaba pasajeros hasta El Paraíso haciendo escala en la Plaza Bolívar.
Al salir de misa y aprovechando que era domingo, José
Gregorio Hernández se fue a visitar a algunos de sus pacientes en la zona;
luego regresó a casa donde su hermana Isolina lo esperaba con el desayuno,
metódico como era organizó su consultorio y se fue a pasar revista a otro grupo
de pacientes, labor que acometía cuando no tenía que dar clases en la
universidad. Al cumplir con cada una de las visitas volvió para tomar un baño y
a las 12 en punto del mediodía rezó nuevamente el Ángelus.
Le fue servido un almuerzo compuesto de sopa,
legumbres, arroz y carne que acompañó con un refresco de guanábana, al acabarlo
se sentó a reposar en la silla mecedora que tenía para atender a sus pacientes;
allí seguramente pensó en el cercano viaje a Curazao que tenía proyectado con
su familia. Esa misma tarde ultimaría los detalles con sus hermanos y sobrinos.
Atender una enferma
Cerca de las dos llegó alguien para avisarle que una
anciana se encontraba gravemente enferma, El doctor tomó su sombrero y con paso
apresurado se fue al encuentro con la dama que vivía entre las esquinas de
Amadores y Cardones, luego de auscultar a la señora y viendo que era muy pobre
decidió ir a comprarle el medicamento que le había recetado, para ello se
acercó hasta la farmacia de los Amadores. Al salir con las medicinas para
entregarlas a la anciana, el Dr. José Gregorio vio que había un tranvía
estacionado justo al lado de la farmacia y apurado como estaba por el estado de
la paciente cruzó la calle sin mirar a los lados.
Angelina Páez quien habitaba en el número 29 de
Amadores a Guanábano fue testigo de excepción. Estaba asomada a la ventana de
su casa al momento de ocurrir el accidente. En su relato contaría que al
momento de ser impactado por el vehículo, José Gregorio exclamó: ¡Virgen
Santísima! Y de inmediato cayó contra el poste.
Como causa de la muerte se señaló fractura en la base
del cráneo. El velatorio que en un primer momento la familia decidió realizar
en la casa número 57 de Tienda Honda a Puente Trinidad terminó llevándose a
afecto en el paraninfo de la Universidad Central de Venezuela donde miles de caraqueños
acudieron a rendir sus respetos al querido y admirado médico. Comenzaba un
sentimiento nacional por el médico de los pobres.
Su fama como filántropo y su conocida vocación
religiosa quedó para siempre en el sentir del pueblo que le rinde culto y veneración
atribuyéndole numerosos milagros ya no sólo en Venezuela sino también en otros
países de América Latina.
Grado de Beato, Ahora Santo
En 1949, hace 72 años, El Vaticano abrió un proceso de
canonización y en 1986 le otorgó el grado de Venerable. Sus restos reposan
actualmente en la iglesia de la Candelaria
donde día a día recibe visitas de numerosos fieles.
Luego del milagro a la niña, Yatzuri Solórzano Ortega en el estado Apure, los
feligreses venezolanos, estamos esperando el segundo milagro para que se
anuncie la canonización de José Gregorio Hernández. Como médico es considerado
el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica para
revolucionar en la Universidad de Andrés Bello y José María Vargas los estudios
de médicos que éste realzó con su republicana prestancia y que había traído
hasta la Real y Pontificia Universidad de Caracas de Santa Rosa de Lima del
Valle de Santiago de León de Caracas (hoy Pontificia Universidad Católica Santa
Rosa), el mallorquín Lorenzo Campíns y Ballester.
José Gregorio además coloreó y cultivó microbios e
hizo conocer la teoría celular de Virchow. Fisiólogo y biólogo, conocía a fondo
la física, la química y las matemáticas. Era músico, filósofo y poeta. Puntual
en el cumplimiento de sus deberes de docencia.
Como seglar comprometido vivió el carisma y la vida de
San Francisco de Asís, reconociendo en el pobre a la persona de Cristo
sufriente, a quien sirvió a través de sus pacientes, dando lo mejor de él sin
importar altas horas de la noche o condiciones climáticas adversas. Los
trujillanos estamos en mora con la construcción del gran Santuario Nacional de
Isnotú, en el municipio José Gregorio Hernández, digo. Esperamos su pronta
canonización para que su santidad sea universal.
Jesús
Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Venezuela
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Saludos Prof. Buen trabajo biográfico del Dr. JOs Gregório Hernandez. Lo felicito. Un abrazo.
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