Para restablecer el Estado de Derecho y reconciliar y
reconstruir el país, detener y controlar la corrupción se necesita una nueva
distribución del poder.
Este es el factor decisivo para: superar la
corrupción, pobreza, ignorancia y exclusión social que alimentan movimientos
neo autoritarios populistas radicales.
Estos movimientos no se combaten con ciudadanos
armados de ilusiones y odios sino armados de poder político, económico y
educativo, para que sean capaces de echar a andar la fábrica de ricos dentro de
genuinos Estados de Derecho, aplicando la productividad de Taylor, la Gerencia
científica moderna de Deming, el Control de Calidad Total de Feigenbaum; la Administración
por Calidad Total de Juran y la Formación Educativa Integral con énfasis en la
educación politécnica y capacitación profesional de Simón Rodríguez.
Sin poder, los ciudadanos echan a andar la fábrica de
pobres dentro de Estados de Desechos, autoritarios y corrompidos.
¿Hemos aprendido algo de la crisis Venezolana, y de la
historia reciente de Europa Occidental, los Venezolanos?
¿Seguiremos auto engañándonos consciente o
inconscientemente esperando milagros sociopolíticos que nunca han ocurrido ni
ocurrirán; buscando líderes mesiánicos y equipos brillantes que apliquen
políticas remediales, mientras perpetuamos la misma distribución del poder
expresada en los modelos centralizados de Estado, Economía y Educación e
Investigación; que están técnicamente muertos, momificados y amortajados con
Constituciones tradicionales?.
No es hora de reformar, sino de reemplazar la actual
distribución política y la actual división territorial, sobre la que se efectúa
el mezquino reparto del poder.
Los 23 estados, los 335 municipios, y los ciudadanos
pobres y excluidos frente al agotamiento y muerte estructural y funcional de
los modelos centralizados, necesitan:
1) El poder político para generar decisiones y
controlar a los gobernantes,
2) El poder económico (acceso al capital) para generar
riqueza; y
3) El poder educativo e investigativo para generar
conocimientos. Para convertirse en agentes y actores fundamentales del cambio
progresista.
Estos tres poderes cuya suma constituye el poder a
secas, los tiene monopolizados, el Presidente, es decir, es un modelo federal
con todo el poder Centralizado en el presidente de la República de turno
Sin tener poder político, económico y educativo e
investigativo los 23 estados, los 335 municipios y los ciudadanos, se
convierten en convidados de piedra a sus propios destinos.
Los ciudadanos, en muecas tristes que blanden una
papeleta electoral en una mano y un carnet político o una carta de
recomendación en la otra. No pueden controlar a sus gobernantes, ni generar
riqueza, consumir, ni ahorrar. No pueden intervenir con efectos vinculantes en
los aspectos políticos, administrativos y educativos e investigativos que les
conciernen.
No pueden ser agentes del desarrollo socioeconómico y
cultural. Se vuelven presas fáciles de pretendidos vengadores de los pobres,
anclados en los años sesenta que aún no se dan por enterados que el muro de
Berlín cayó y arrastró consigo los viejos conceptos de izquierda y derecha; que
ya no se definen en función de las románticas variables de antes, sino en
términos de alta y baja productividad de bienes, servicios, conocimientos y
decisiones; altos y bajos niveles de vida; y altos y bajos niveles de
libertades y controles en manos de los ciudadanos.
El poder constituye el tema nuclear del derecho
constitucional, de la ciencia política y de los modelos de Estado, Economía y
Educación e Investigación que son en realidad distribuciones territoriales del
mismo.
"Los tres incentivos fundamentales que dominan la
vida del hombre en la sociedad y rigen la totalidad de las relaciones humanas,
son: el amor, la fe y el poder; de una manera misteriosa están unidos y
entrelazados. Sabemos que el poder de la fe mueve montañas, y que el poder del
amor... es el vencedor en todas las batallas; pero no es menos propio del
hombre el amor al poder y la fe en el poder". (Loewenstein, Teoría de la
constitución. 1976).
En realidad, el primer y principal derecho humano que
garantiza el respeto, acatamiento y materialización de todos los demás, es el
derecho de acceso al poder político, económico y educativo constitucionalmente
asegurado mediante una distribución y descentralización amplia equitativa del
mismo como lo proveen los modelos descentralizados de Estado, Economía y
Educación e Investigación.
Las entidades territoriales y la ciudadanía nunca
utilizan el poder contra sí mismas, en cambio, cuando el poder político,
económico y educativo se concentra constitucionalmente en la capital de la
República y en el Presidente de la República, como lo estipulan los modelos
centralizados de Estado, Economía y Educación e Investigación, este lo utiliza
para violarles los derechos constitucionales a las entidades territoriales y
todos los derechos, incluidos los derechos humanos, a toda la población.
En conclusión lo afirmamos entonces, No es hora de
reformar, sino de reemplazar la actual distribución política y la actual
división territorial, sobre la que se efectúa el mezquino reparto del poder.
Seguiremos insistiendo en el tema.
Luis Farias
balofarias@gmail.com
@LuisBaloFarias
La Rebelión de las
regiones
Venezuela
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