La profundización de la crisis interna multidimensional, el agotamiento de la confrontación entre factores políticos y sociales, el desgaste de la población, el cuestionamiento a la estrategia geopolítica, más las amenazas de su profundización, entre otras causas, nos han colocado en un espacio donde el diálogo y la negociación han dejado de ser un terreno político prohibido o imposible.
Las tímidas y cuasi secretas reuniones entre Gobierno y oposición han dado paso a un proceso de negociación legítimo, necesario, más abierto y, por supuesto, sujeto a condiciones de las dos fuerzas políticas. Con argumentos de peso se comunica y promueve la negociación, evitando dar la impresión de debilidad o derrota.
Una oposición disminuida, fracturada y extraviada, entra en conversaciones con el Gobierno. En declive la figura de Guaidó, un liderazgo prefabricado y sin carisma que pierde aceleradamente legitimidad y credibilidad. Desde la oposición emergen voces autorizadas en desacuerdo con la conducción y la estrategia política actual. Partidarios de la necesaria negociación apoyan y promueven el cambio de rumbo. Igualmente expresan sus críticas y cuestionamientos a la estrategia geopolítica de los EEUU, denuncian el bloqueo a Venezuela, destacando sus graves efectos económicos, políticos y sociales sobre la población, sin distingo de posición política.
Tras la propuesta de Guaidó de reiniciar las negociaciones, un Maduro fortalecido expone sus condiciones: levantamiento inmediato de todas las sanciones y medidas coercitivas unilaterales; reconocimiento pleno de la Asamblea Nacional y los poderes del país y la devolución de cuentas bancarias a PDVSA y el BCV.
En esta coyuntura política destacan una serie de medidas económicas. Banca pública reimpulsará los préstamos como impulso a la economía; la Ley de Zonas Económicas Especiales en municipios del Zulia, Táchira y Mérida, para atraer la inversión privada, nacional, extranjera, con la participación del estado como ente rector.
El agotamiento de la confrontación entre factores políticos y sociales, más la restructuración interna de los grupos en pugna, nos colocan ante un nuevo escenario donde el dialogo, la mediación y la negociación, dejan de ser una derrota y un territorio político prohibido.
Maryclen Stelling
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Venezuela
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