2.- Demos una vuelta argumental. En todas
partes del planeta se conoce que el bolívar no vale nada, ni siquiera el papel
en el que se imprimen los billetes. El bolívar ha sido desplazado por el dólar
no por una decisión gubernamental sino por una fuerza social: la destrucción de
la moneda ha sido una obra completada enteramente por el binomio fatal
Chávez-Maduro. Una moneda se sostiene sobre la base del respaldo que tenga en
reservas internacionales (los dólares y los euros principalmente, el oro
monetario y los derechos especiales de giro del FMI), con las cuales debe tener
cierta equivalencia. Cuando se emite dinero más allá de lo que las reservas
permiten y, peor aún, si estas decrecen, el bolívar fuerte pasa a débil, el
soberano a esclavo y el billete a inservible papel. El exceso de dinero emitido
por el BCV para aumentar ficticiamente salarios y gasto público en general se
traduce en pérdida de valor; así desapareció la hoy exmoneda venezolana.
3.- Tal es el caso del Banco Central. Otro
espacio en el cual se ha procedido con la misma lógica es el de los militares.
Maduro ascendió el 5 de julio pasado a 174 generales y almirantes para mantener
una flota de oficiales generales que, para tener una referencia, duplica a la
de Estados Unidos. Esos ascensos no responden a batallas ganadas al enemigo ni
a méritos obtenidos en cursos, conducta militar, lealtad a la nación y logros
profesionales. Las credenciales son las de la sumisión, el silencio y la militancia
política con los rojos. Sin embargo, la conseja del fortín indica que unos
cuantos de esos ascensos obedecen al deseo de aplacar malestares, murmuraciones
y repugnancias generados por esa cosa maltrecha y putrefacta que llaman
revolución.
4.- Con el concurso fogoso de los mandos
militares se ha disuelto la nación: el territorio encogido, cedido en una parte
importante a traficantes, guerrilleros, narcos y gobiernos tenebrosos; más de
20% de la población convertida en éxodo y las instituciones desintegradas,
entre las que destacan la FAN, el BCV, Pdvsa, para señalar algunos casos
significativos. Ese proceso ha implicado la necesaria disolución de la FAN como
cuerpo piramidal, de valores patrios, en el cual la obediencia, la jerarquía,
la disciplina son elementos esenciales. Hay una jefatura encabezada por Padrino
López que designa generales en las REDI, las ZODI y las ADI, y en otras
instancias superiores; pero de allí hacia abajo, la disolución y el bochinche.
5.- El matraqueo de soldados, guardias y
policías no es un fenómeno extraño en los cuerpos militares y de seguridad sino
la evidencia de que allá abajo, en sus sótanos, el cuerpo militar se disuelve
en contubernio con la guerrilla y otras formas de delincuencia organizada. No
en vano se convive con el diablo sin que les salga también el rabo de Satanás.
Allí, confundidos, militares, soldados, policías, milicianos, guerrilleros,
hampones “comunes” (es un decir: más comunes que otros), narcos y colaboradores
cubanos, rusos, chinos o iraníes, han creado una estructura que es el verdadero
poder en la marco de la desintegración nacional. El poder del Coqui y del Tren
de Aragua no constituye anomalía sino expresión de la desintegración; son los
bastiones de un nuevo orden: el poder emergente.
6.- No hay un poder que se desplace del
ejército blanco al ejército rojo, del viejo sistema al nuevo sistema de ese
esperpento que es el socialismo del siglo XXI. No; nada de eso. El viejo poder
civil y militar, en el camino para el destino que estaba escrito en los libros,
se dirigió adonde su naturaleza lo obliga: a ser un poder que de tanto
imbricarse con la ilegalidad perdió su institucionalidad. El resultado práctico
ha sido la distribución de territorios y el flujo del poder de aquí para allá.
Como decía Mao, el poder está en la punta del fusil, el problema consiste en
que el fusil está en manos del Coqui, del sargento Chacón, que es rico pero no
de cuna sino de alcabala, y del camarada Juvenal, natural de Guanabacoa, La
Habana.
7.- El tema del futuro es si se puede reconstruir la Fuerza Armada o hay que fundar otra Fuerza Armada. Su semillero está en los perseguidos y presos, en los que guardan silencio y rabia por lo que ven, en los llamados a converger con el mundo de la civilidad para la conquista de la libertad
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