lunes, 13 de septiembre de 2021

SOLEDAD MORILLO BELLOSO: CÚMPLANSE Y YA

“Son diez mandamientos. De veras, nada complicados. Cúmplanse y ya”.

Los mejores psiquiatras son judíos; nadie sabe tanto de “la culpa” como un judío. Los cristianos tenemos la confesión, que exige examen de conciencia, contrición, propósito de enmienda, confesión de los pecados, y absolución, con regaño y penitencia variables según la gravedad. En misa se reza el “Yo pecador”, que es un “por si acaso”. Y, valga la aclaración: la confesión no sirve para adelante. La indulgencia plenaria no es un “perdona todo” para librarse así nomás de los pecados a ser cometidos.

Un amigo judío me aclara que ellos no tienen purgatorio, que él no entiende cómo es. Le apunto que el purgatorio es como un viaje lechero a París; a uno lo bajan del avión, pasa a tránsito, sin dejarlo salir del terminal, que suele no tener aire acondicionado. Si no te arrepentiste antes de estirar la pata, a más pecados, más paradas. Se garantiza la llegada eventual al cielo. En el purgatorio compartiré el sofoco con mucha gente conocida. Advertencia: los chismosos pagarán pena doble si insisten en deslenguarse.

Ya no hay limbo, esa suerte de tierra del verde jengibre donde iban los bebes que morían sin ser bautizados. Ahora los niños que fallecen sin bautismo, cero angustia, vuelan directo al cielo; en la puerta San Pedro les pasa spray de agua bendita (no duele) para lavarles el pecado original.

Los cristianos tenemos la extremaunción, que antes era solo para los que estaban a punto de cruzar el páramo. Ahora no. A mí me han puesto los santos óleos dos veces y aquí estoy, fina. Vienen cambios en el catolicismo, que toca modernizar. Pero se mantendrá el Credo, 115 palabras que nos definen.

Por las raíces judeo cristianas, los pecados y los delitos vienen a ser casi lo mismo. “El Decálogo”, dictado a Moisés en el desierto una noche de torrencial aguacero, es el manual de normas de convivencia. Según Job Pim fueron más de diez mandamientos, pero Moisés no pudo tomar bien el dictado de Jehová y entonces hizo como una síntesis. Moisés -un tipo de muy malas pulgas pero genial y con lindo pelo- pensó que si ya nos costaría cumplir esos diez mandamientos, con más sería peor. Otros dicen que hubo cuatro tablas, pero que pesaban mucho y Moisés dejó dos en el desierto. Si así fue, pues no las han encontrado.

Son diez mandamientos. De veras, nada complicados. Cúmplanse y ya.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela

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